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—Es insoportable.

La voz de Hinata, esa que generalmente era tan escandalosa como su risa, sonó baja debido al gran ruido que había en el centro comercial. Era medio día, la hora en la que la mayoría de los trabajadores buscaban algún lugar para almorzar. Shoyo no deja de pensar que haber conseguido una mesa vacía fue un milagro.

—Lo digo en serio —Continuó el de cabellos naranjas. Su frustración era notoria, no solo por su aroma, sino más bien en la mueca de su rostro. Tenía un helado de chocolate a medio comer, con mucho sirope y chispas de colores encima —, su sonrisa, su voz e incluso sus feromonas son así de fuertes, ¿puedes creerlo?

Su acompañante de esa tarde desvío los ojos de su celular, el cabello teñido le caía a los lados de la cara y una mirada afilada, casi gatuna, se posó en él.

—Es un alfa dominante, ¿no es así? —Respondió el chico, restándole importancia al asunto porque ya había oído lo mismo durante una hora, aproximadamente —Sabías que sería así, lo decía en los informes.

Tenía razón. Una de las cosas que más le gustaba de su amigo era lo fácil que decía las cosas y como todo le parecía sin mucha importancia (de hecho, tenía un helado de vainilla que ya empezaba a derretirse y no le prestaba atención). Kozume Kenma era mayor que él, ya cursaba su primer año en la universidad y era muy amigo de Shoyo desde que este tiene memoria. Sabía a qué se dedicaba el padre del pelinaranja y toda la misión en la que estaba metido.

—Lo sé, lo sé — Murmuró Hinata, abatido, casi dejándose caer en la mesa de golpe. Sí sabía que lidiar con el temible Kageyama Tobio sería así, lo decían todas las cosas que leyó de él en la comisaría; desde entrevistas con omegas que estuvieron con él, hasta revistas que solían tocar temas de farándula.

Kenma, una vez más, alzó la vista de su celular. Sabía que en el fondo el mal humor y la frustración de Shoyo no venía por todo el asunto de la misión, conocía cada gesto del omega. Suspiró, soltando su móvil y dedicándole una sutil sonrisa a su amigo.

—¿Cómo te fue en la visita guiada de la universidad? — Preguntó Kozume, llamando la total atención del pelinaranja quien rápidamente se enderezó en su puesto.

Esa tarde Hinata se había vestido bien. Llevaba puesto un abrigo largo de color azul oscuro, su camisa blanca y el pantalón que combinaba, además, hizo un intento por peinar sus rebeldes cabellos. Una visita guiada a la universidad, pero la vestimenta debía ser medio formal, o algo así decía el folleto. La verdad era que Hinata no le prestó la total atención por lo nervios.

—Me fue bien, creo — Dijo Shoyo, sonriente —. Las instalaciones de la universidad están muy bien cuidadas y conocí a muchos profesores, también vi las carreras que ofrecen, pero..

—¿Pero..?

—No lo sé, Kenma, me da miedo elegir una y arrepentirme a la mitad.

Kozume asintió, en un intento por comprender a su amigo. Lo cierto era que él no tuvo problemas para decidir qué hacer al salir de la preparatoria porque desde que era un niño siempre le gustó todo lo relacionado a la programación y los videojuegos, quizás por eso cuando llegó su momento de ingresar a la universidad se le hizo pan comido.

Pero no todos eran iguales, pensaban. Por ejemplo tenía a Shoyo, quien pasaba por una lucha interna en gustarles muchas opciones de carreras universitarias y en arrepentirse a media carrera. O terminar viviendo bajo un puente, como el mismo omega de cabellos naranjas decía.

—Shoyo, está bien. ¿Por qué no haces talleres sobre todas esas opciones que te gustan? O algún curso — Aconsejó el de mayor edad, recordando como Kuroo Tetsurō (uno de sus mejores amigos, solía decir, pero la atracción que sentía por ese alfa no debía de ser normal) antes de iniciar a estudiar derecho, pidió permiso para ir a diferentes agencias y juicios, así podía observar qué tanto le gustaba la elección —. Nunca es lo suficientemente tarde para comenzar la universidad, ¿sabes eso, verdad?

En la mira (Kagehina/Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora