Yonaguni | Ran & Rindou Haitani x OC |

CAPÍTULO CUATRO

| "King of my heart" |

RINDOU

Desde el momento en el que la vi supe que iba a traer problemas.

Supongo que visualizar como se atrevía a golpear a mi hermano siendo una completa desconocida y acto seguido se echaba a correr influyó bastante en ese pensamiento.

Cuando mis ojos observaron a aquella tarada hacer eso, los puse en blanco.

¿Quién era esa chica tan extraña y de dónde demonios había salido? y lo más importante, ¿quién se creía que era para andar golpeando a mi hermano, Ran Haitani?

Apreté mis puños. Observé a mi hermano, este se había quedado paralizado, no entendía porque no había acabado con esa chica en ese mismo instante. Es más, no entendía porque se había dejado golpear.

No entendía nada. Lo único que tenía claro en aquel momento es que si mi hermano no la destrozaba yo mismo lo haría en su lugar.

Sin dudarlo, decidí correr tras ella.

Tampoco podía haber ido muy lejos ya que todo había ocurrido en cuestión de segundos.

Una vez salí a la calle, ojée a mi izquierda y a mi derecha, tratando de buscarla. Recordé con la mayor precisión posible su aspecto físico; acordándome de que llevaba el cabello muy largo, de color castaño y liso.

Basándome en eso, encontrarla fue fácil. Aparte, esa idiota ya había dejado de correr tan rápido, tan solo caminaba a paso rápido por el medio de la calle.

La alcancé de inmediato. Me situé a sus espaldas y no dudé en sorprenderla agarrándola del cabello con fuerza, haciendo que nuestros ojos se encontrasen por primera vez de forma tan directa.

Me sorprendí al ver como estos estaban algo llorosos y rojos, probablemente esa chica debía saber en el lío en el que se acababa de meter.

—¡Eh! —exclamé. —¿Pero tú a dónde te crees que vas? —pregunté mientras estiraba todavía con más fuerza de su largo cabello.

—¡¡Auch!! —se quejó, cerrando sus ojos con potencia. Agarraba con tanta solidez sus largos mechones que era capaz de manejarla a mi antojo.

—¿¡Qué coño haces!? —se atrevió a gritarme, mientras abría de nuevo sus grandes ojos castaños. Su voz tan fuerte provocó que varias personas que pasaban por allí nos mirasen.

Eso me hizo volver al mundo real: aunque estábamos en pleno Roppongi, lugar donde liderábamos mi hermano y yo, no dejábamos de estar en medio de la calle, donde pasaban miles de personas.

Cualquiera podía llamar a la policía viendo esa situación, y no tenía ganas de que eso sucediese.

En cuanto a la pregunta que me había hecho aquella chica, decidí no contestar. Me limité a arrastrarla hasta un callejón mientras la escuchaba quejarse para evitar más miradas de extraños.

Quería sacarle toda la información posible sin que nada ni nadie nos molestase.

Una vez allí, mediante un movimiento rápido, la acorralé contra la pared.

Me daba igual que fuese una chica, había golpeado a mi hermano y solo por eso no le debía ningún tipo de respeto.

—¡¡Qué coño haces!! —me repitió de nuevo, gritándome con agresividad, tratando de apartarse de mi agarre. Puso sus manos sobre mis hombros y aunque lo intentaba, no conseguía nada, lo que le hizo gruñir por lo bajo.

—Encima de agresiva eres una malhablada.

—¿¡De dónde has salido!? O mejor dicho, ¡quién coño eres!