IV.

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Katty

La monotonía inundaba cada día, llenando de cansancio todo rincón, la vida misma se volvió intolerante, el dolor y el acecho de un pasado que no podía cambiar ni regresando las manecillas del reloj atrás.

El espejo, en aquella mañana, me terminó de recalcar lo mal que pasé la noche anterior; y como cada día, simplemente lo ignoré. Me alisté y salí para hacer presencia a un horario monocromático de asistencias.

"Pinta una sonrisa en tus labios y haz que tus ojos no griten tu dolor" me lo dijo mi hermano alguna vez. Aquellas palabras dichas para protegerme se convirtieron en ello, un escudo quedándose junto a mí, aunque él ya no esté.

El día, como siempre, no tuvo cambio alguno, era siempre la misma rutina, sin cambiar un centímetro de la misma.

Al atardecer, el cielo se pintó de naranja, amarillo y alejados del sol se aproximaba el celeste y morado, dejando al descubierto una sola estrella, tan brillante, tan bella; no daban las cinco de la tarde, pero ella estaba ahí, en lo alto, gobernando el cielo, teniéndolo solo para ella. Que envidia me dio, y a su vez, la tristeza me inundó. Sentí tan claro como una lágrima me dejó.

El sonido de mi celular me sacó de aquel hipnótico momento, haciéndome reaccionar para secar aquella gotita de dolor que salió de mi corazón.

Al contestar me fijé que era Alain Mayer, lo vi en clases, estaba hablando con el profesor de arte, luego, simplemente lo vi contemplar la nada a través de la ventana perdido en el espacio. No era común que él me llamara, éramos amigos, claro, amigos que pueden pasar mucho tiempo sin verse o hablar, pero manteníamos nuestra confianza. En esta ocasión propuso ir al parque, lo cual no me sorprendió, habíamos convertido en una tradición eso de perdernos y luego de un tiempo reunirnos y ponernos al día con nuestras vidas.

Aproveché su invitación como una oportunidad para despejar mi mente.

El cabello de Alain había crecido, había perdido peso y sus ojeras habían aumentado desde la ultima vez que nos vimos

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El cabello de Alain había crecido, había perdido peso y sus ojeras habían aumentado desde la ultima vez que nos vimos. Pensé en molestarlo con ello, << Cada vez que nos vemos de nuevo te veo más feliz. ¿Cuál es tu secreto?>> eso fue lo único que se ocurrió decirle en ese instante. <<Vete mucho a la mierda Katty>>, fue lo que obtuve de respuesta a mi saludo. Alain me miraba con esa sonrisa sarcástica, pero con unos ojos cansados. Le sonreí en respuesta a su agresivo saludo y me senté frente a él con una sonrisa de satisfacción por haberlo molestado, él me la devolvió; se veía como una sonrisa feliz, no una de esas que vienen predestinadas en cada uno, era una sonrisa que decía que estaba feliz; aquello despertó mi curiosidad por saber lo que le había pasado últimamente.

En ese instante pedimos algo de tomar, lo habitual cuando nos veíamos, él un frappuccino y yo un expreso. Alain empezó la conversación, preguntándome cómo estaba, que tal habían estado aquellas semanas en las que no nos reunimos. Mis respuestas a sus preguntas fueron simplemente "Bien", "Todo bien" y "Lo mismo de siempre". Se perfectamente que él no creyó en mis respuestas, pero agradecí que no preguntara más.

Luego de su pequeño intento de interrogatorio sin éxito, empecé yo con el mío, quería saber el porqué de aquella sonrisa. <<¿Qué ha pasado últimamente? ¿Conseguiste un trabajo que te guste? >>. Su cara se mantenía inexpresiva, pero algo en sus ojos irradió un brillo, un pequeño brillo de ilusión. Me contó de forma breve y simple como el profesor de arte le planteó la posibilidad de un empleo, en donde podía ser parte del equipo audio-visual del mejor restaurante de la ciudad.

Me alegró saber que, por fin él podría dejar ese vaivén que formaba parte fija de su vida, me alegró saber que esta nueva oportunidad le creó ilusión y un poco de estabilidad en su corazón.

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