EN MIS SUEÑOS

Capítulo 4

Maldigo a quien creó el alcohol.

Siento como si un meteoro ubiera aterrizado en mi cráneo y me palpitaran las sienes por el estruendo. Hundo la naríz bajo la cobija como tanto me gusta y...

Hago una mueca cuando no reconozco el olor de mis sábanas. Y esta no se si siente como mi almohada.

Sospechoso.

¿Ya vienes tan temprano?

Soy tu conciencia, siempre estoy aquí.

Pues nunca me has visitado.

A lo mejor ahora si lo hago porque te has vuelto loca.

¿Y por qué yo me volvería loca a estas alturas?

Pues porque un chico tatuado te tiene así.

Abro los ojos de golpe y los vuelvo a cerrar, arrepentida.

Maldita resaca.

Vuelvo a abrirlos adapatándome a la claridad. Paredes, techo, suelo, cama...

Ya, esta no es mi habitación.

¡Yuju!

Me siento de golpe en la cama y aparto la cobija de mis piernas con el corazón en la garganta. ¡No estoy en mi habitación! Cuando intento ponerme en pie, un calambre me recorre la pierna y caigo sentanda otra vez en el colchón.

Bajo la vista tocando y revisando cada parte de mí. La preciosa tela que adoré anoche por desgracia no cubre mi cuerpo. En lugar de eso tengo una playera gris y unos shorts negros. El pánico me recorre y la desesperación no me deja pensar en más nada que no sea salir por esa puerta.

Aparezco en un pasillo con otras puertas que deben llevar a otras habitaciones. Camino rápido, a hurtadillas hacia una escalera en forma de espiral. Las bajo y llego a otra zona del lugar en el que me encuentro. Recorro mi vista por la espaciosa sala. Un mueble de piel blanca en forma de U con una mesita de cristal decorando el centro, junto a cuadros, la alfombra esponjosa que ornamenta el suelo y...un balcón.

Hora de la aventura.

Con la ayuda de mis manos, delizo la puerta corrediza de cristal. El paisaje del alrededor me deja boquiabierta ¿Un bosque? Desde el pasamanos observo la altura que quedo del suelo. Al parecer estoy en un segundo piso. Miro arriba y una moderna construcción se levanta sobre mí. Vuelvo a mirar abajo y tomo respiraciones pausadas tratando de calmarme.

No sé en donde estoy o quien me trajo aquí, pero se nota que tiene mucho dinero.

Solo falta que te secuestre la mafia rusa.

Un escalofrío me baja por la espalda y caudelosamente cruzo una pierna sobre el pasamanos seguida de la otra. Las manos me sudan y el cuerpo me tiembla. Aprieto el agarre en el muro pensando a toda velocidad.

Ya estoy aquí, no hay más que hacer. Seguro son unos cuantos raspones en las rodillas y listo...

Pero, ¿a quién mierdas engaño?

—De esta me romperé un hueso —Hablo para mi misma.

—Seguro que lo harás —Pego un brinco en mi lugar, logrando que, descuidadamente mis manos se suelten de lo único que me mantiene lejos de una muerte segura. Son dos pisos, joder.
Un chillido brota de mi garganta y cierro los ojos esperando el impacto contra el doloroso césped.

Me quedo quieta cuando nada ocurre y entreabro uno de mis ojos viendo como mi estómago está envuelto por dos brazos fuertes.

Uno de ellos tatuado.