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-Quita esa cara Nicole,—dijo mi madre mientras conducía.

-Deja de mirarme y mira la carretera, no tengo ganas de estrellarme.

-Nicole, se que no quieres mudarte pero es lo que toca.

-¿Lo que toca? Mamá, me mudo porque me obligas. No quiero vivir con un millonario y su hijito mimado.

-Nicole, Marcos no es como piensas y Pedro es muy simpático, de verdad.

-Me da igual, no quiero.

-Pues te aguantas. Deja el móvil que ya hemos llegado,—cuando dijo eso, apague el móvil y miré para el frente encontrándome con una mansión.

-Coño,—fue lo único que salió de mi boca.

-Esa boca. Fran, buenos días,—dijo mi madre hablando con un señor que había en la puerta.

Llegamos hasta la entrada de la casa, donde aparco mi madre. Allí se encontraba Marcos, el nuevo futuro esposo de mi madre.

-Hola amor,—dijo mientras le daba un beso a mi madre—. Tú tendrás que ser la famosa Nicole.

-Sí, esa soy yo,—le dije con una sonrisa falsa.

-Encantado, Nicole.

-Me encantaría decirte lo mismo.

-Nicole,—me riñó mi madre—, perdónala Marcos, no está de acuerdo en mudarse.

-No te preocupes, lo entiendo. ¿Vamos a ver la casa, no?

Entramos a ver la casa, la verdad no está nada mal, aunque prefiero mi casa. Tenía cine, piscina, etc, vamos, casa de ricos.

-Y este es tú cuarto,—dijo abriendo una puerta—. Dejo que te acomodes. El cuarto de Pedro es la puerta de al lado, y la nuestra la del fondo.

-Vale, gracias,—dije dándome la vuelta.

Era un cuarto muy grande con vistas al mar. Me lo esperaba peor, la verdad. Tenía una cama de matrimonio, escritorio, vestidor y cuarto de baño propio. Entre al vestidor y estaba lleno de ropa carísima, decidí hacerle una foto para manderselo a mi mejor amiga: Claudia.

Mi madre me avisó de que se iba a ir con Marcos a no se dónde, así que aproveche para bajar a la cocina y comer algo.

Ya habían pasado varias horas y bajé a la cocina.

Cómo no, la cocina también gigante, ¿para que quieren una cocina tan grande?

Abrí el frigorífico para buscar si tenían un helado o algo.

-Dios, no tienen ni un helado, solo comida para ricos,—cerre el frigorífico y me gire encontradome a un chaval.

-¿Qué pasa? ¿Qué no sabes comer otra cosa que no sea un helado?

-¿Y tú eres...?—dije ignorando lo que me acababa de preguntar.

-Pedro, tú eres Nicole, ¿verdad?

-Sí.

-Tu cara me suena mucha.

-¿Quieres un premio?—dije acercándome a él.

-Uy, se te nota agresiva, rubia,—yo solo sonreí falsamente.

-¿Algo más, Pedro?

-Sí, ¿te paseas así también por tu casa?

Creo que lo dice porque llevo solo una camiseta de manga corta que me llegan por las rodillas y un moño mal hecho.

-Técnicamente, está también es mi casa,—dije pasando por su lado para irme.

Stelle {Quevedo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora