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Enid era una niña buena, nunca fue grosera o irrespetuosa, obtuvo calificaciones sobresalientes en la escuela, no se desvelaba, nunca había probado el alcohol ni fumado un cigarrillo. Hacia lo que decían y nunca se quejó.

Enid estaba cerca de terminar la preparatoria, quería ser doctora para poder ayudar a la gente y enorgullecer a sus padres; Tenía las calificaciones, sólo necesitaba el dinero. Su padre trabajó duro, siempre había ganado lo necesario para mantener a su familia, pero no lo suficiente para que sus hijos fueran a la universidad, menos una de las mejores universidades, eso estaba fuera de discusión. La única esperanza de Enid era una beca y la competencia por ella era feroz.

Después de su examen final, su padre la invito a almorzar como celebración. Enid estaba emocionada y conmovida así que corrió escaleras arriba para ponerse su vestido rosa nuevo. Casi nunca pasaba tiempo a solas con su padre.

De camino al restaurante su padre recibió una llamada de la oficina, era domingo el día libre de su padre, pero siendo el jefe del departamento de TIC a veces tenía que ir los fines de semana cuando surgía una emergencia.

Enid lo escuchó suspirar y decir que estaba en camino luego le dio una sonrisa triste y le explicó que tenía que ir a su trabajo por unos minutos, que no tardarían mucho y que seguramente a ella no le importaría.

Por supuesto que no, Enid era una niña buena, así que ocultó su decepción y le aseguró a su padre que no había problema.

La oficina era uno de esos grandes y feos rascacielos que probablemente costó una fortuna construir, entró en el vestíbulo con su padre y se sentó en la sala de espera vacía. 

Le dijo de nuevo que sería tan rápido como pudiera y se fue.

Enid suspiró y se alisó la falda, sabía que era algo que no se podía evitar, su padre estaba haciendo su mejor esfuerzo así que podía esperar.

Las puertas automáticas se abrieron indicando que otra persona entro, pero Enid no levantó la vista, sus ojos estaban fijos en sus dedos que se retorcían en su regazo como lo hacían cada vez que estaba aburrida o ansiosa. Escuchó el eco de pasos en el suelo de mármol mientras alguien caminaba hacia los ascensores. Luego, abruptamente, se detuvieron.

Enid sintió la mirada de alguien sobre ella y miro hacia arriba, sus grandes ojos azules se encontraron con la mirada oscura e intensa de una joven mujer hermosa con un traje negro hecho a la medida. Ella le sonrió levemente e inclinó ligeramente la cabeza, claramente preguntándose qué demonios estaba haciendo esta extraña chica en el vestíbulo un domingo por la tarde.

Enid de repente se sintió acalorada y terriblemente incómoda, como si la hubieran atrapado haciendo algo que no debía, se puso de pie de un salto, sintiendo la necesidad de disculparse por su presencia en el lugar y de escapar rápidamente.

"Oh, yo... lo siento," tartamudeó, "Sé que está cerrado. ¡No irrumpí ni nada! Solo estaba... Estoy esperando a mi padre. Él trabaja aquí, no los domingos, pero hubo una emergencia", trató de explicar.

La sonrisa de la joven se ensanchó. "Si no creo que sea habitual de los ladrones sentarse en silencio en las salas de espera y no hay necesidad de disculpas, simplemente me sorprendió encontrar a una joven tan hermosa en el vestíbulo, me temo que esperaba que estuvieras aquí para verme.

Enid se sonrojó y tartamudeó otra disculpa. Estaba tan nerviosa por la atención como complacida. Nunca antes nadie la había llamado hermosa y recibir elogios de una joven bella era muy diferente a ser coqueteada por los chicos de la escuela.

La mujer hizo un gesto lánguido hacia los ascensores. "¿Te importaría unirte a mí? Te prometo que estarás mucho más cómoda esperando a tu padre en mi oficina que aquí abajo sola".

Niña BuenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora