Capítulo 38: Charlando y conociendo.
No entendía el repentino comportamiento nervioso de Michael. Sentía su cuerpo tenso atrás del mío y su mano que tapaba completamente mi boca, se encontraba temblando como si de una película de terror se tratase. Intenté incontablemente de veces separarlo de mí, pero él se oponía y usaba su fuerza contra mí. Con su brazo que estaba en el aire, sujetó mi cintura con fuerza, logrando así, inmovilizándome por completo y ponernos en una posición en donde quedábamos frente a la puerta, completamente blanca y limpia, del baño.
Pensé en morderle la palma de su mano, pero creo que lo vio venir porque sin esperarlo agachó su mentón a la perfecta altura de mi oreja y susurró:
—Te soltaré—solté el aire acumulado y dejé caer mis hombros con una sensación de alivio—. Pero promete no hablar fuerte o gritar, y muchos menos ponerte histérica.
Visto a que no tenía otra opción, asentí frenéticamente y me posicioné al frente de él cuando sus brazos dejaron mi cuerpo. Pareció sentirte igual que ser desatada después de haber pasado horas con cuerdas alrededor de tu cuerpo, y lo sabía gracias a las jugarretas que muchas veces mis primos hacían y en las cuales terminaba siendo yo la secuestrada que pasaba enredada todo el juego.
Tratando de que la histeria no llegase a mí, inhale profundamente, conté hasta tres y exhalé. Caminé por el poco espacio que había en el baño, Michael sólo observó mis movimientos con cautela; sus ojos no se despegaban de mí. Cuando se escucharon voces a través de la puerta, los dos corrimos hasta ella y pusimos nuestras orejas para escuchar mejor.
—¡Mira cómo está mi niño!—Se oyó una voz quebrada por los sollozos, fácilmente pude deducir que se trataba de una mujer. Entendí desde un instante que se trataba de su mamá—. Andrew todo esto es por tú culpa.
Estuve apunto de preguntarle a Michael quién se supone que es Andrew, pero este me calló rápidamente poniendo sus dedos en sus labios en signo de que guardara silencio. Puse los ojos en blanco con molestia por tanto misterio, pero de igual manera callé.
—¿Mi culpa? ¡Pero es que estás loca mujer!—Respondió una voz sumamente grave y rasposa. Se oía superioridad en esta y no evité sentirme aterrada—. Él es el único culpable por no haberse defendido bien de ése chico. Se lo merece. Así aprenderá a ser un hombre, a su edad, yo recibía peores lesiones y golpes al jugar. Es parte de ser jugador de fútbol americano.
La furia llameó mis ojos y sentí ganas de darle un buen golpe a ése hombre sínico, que seguramente era su padre. Me parecía inaudito cómo alguien podría hablar así de la salud de su propio hijo. Apreté los labios hasta formarlos una línea y no me di cuenta que había empezado a fruncir el entrecejo sino fuese que vi mi reflejo en el espejo del baño.
—¿Te estás escuchando? Creo que fuiste demasiado lejos, Andrew. Él es nuestro hijo, se supone que debes evitar que cosas como estas pasen. ¡Míralo! Todo golpeado, y con una contusión. ¡Se acabó! No dejaré que juegue fútbol americano nunca más.
Un golpe en seco resonó en todo lugar. Michael y yo saltamos en nuestros lugares completamente asustados por el repentino ruido.
—¡Luke seguirá jugando quieras o no, Liz! ¡No dejaré que este idiota pierda la beca para la universidad!—Gritó con voz demandante.
—Sabes que él... Sabes que él no quiere ir a la universidad con beca de deporte. ¡Sabes que lo que en verdad quiere es...!—Otro golpe se escuchó, pero a diferencia del otro, este fue con más rudeza. Mi sensibilidad como mujer apareció y juntada a la rabia que tenía, mis ojos se cristalizaron. Quería hacer algo, no podía permitir que ése hijo de puta siguiera haciéndole daño a esa pobre mujer.
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REJECTS [SIN EDITAR]
FanfictionGanadora de los premios Wattys 2015. El amor platónico es el más verdadero y bello sentimiento, porque amamos sin pedir nada a cambio. Amamos aún sabiendo que el otro nunca nos amará; simplemente amamos. ¿Pero quedarnos callados? No, sólo dile, d...