Capítulo 45: "Tú, la amas"
Algo que no podía controlar era la velocidad con la que su corazón palpitaba por minuto. Luke estaba inquieto y no podía si quiera cerrar los ojos porque en su mente aparecía el recuerdo de Julie y Adela al frente de su padre. Sabía que no vendrían cosas buenas cuando su padre logre enterarse que la pelinegra que estaba al frente suyo era nadie más que la mismísima Adela Dannels.
Ya eran dos enfermeras que entraban a su habitación para recomendarle que descansara, ya que era lo mejor para que se curara lo más rápido posible, pero simplemente hacia caso omiso y asentía sin escuchar las palabras que salían de sus bocas. Lo único que hacía era quedarse quieto por diez minutos y luego rodar para el lado contrario, y así sucesivamente hasta que resopló frustrado por no poder hacer absolutamente nada y trató de levantarse. Se destapó lentamente y al poner un pie en el suelo un escalofrío lleno de dolor lo recorrió por completo, fue como si cada moretón hubiera despertado, más que el esguince de su rodilla dolió al poner peso. Soltó una maldición a la nada y golpeó el colchón de la camilla con fuerza, se sentía impotente e inútil, necesitaba hablar con Adela y con su padre, quería que todo acabara de una vez. Pero con el estado en el que está era casi imposible hacer algo. Era un inválido que su voz no tenía valor o importancia.
Poco a poco estaba cayendo en una leve depresión.
Volvió a taparse con la fría frazada de la camilla y dejó caer su cabeza encima de la almohada en rendición, pero apenas cerró los ojos, se escuchó un llamado a la puerta. Cuando sube su mirada se encuentra con su madre sonriéndole tiernamente, pero cuando nota la tristeza en la mirada de su hijo menor, la sonrisa desaparece más rápido de lo pensado y eso hace que Luke se sienta mal. Él jamás le tuvo algún odio o rencor a su madre, ella siempre fue la mejor madre del mundo, ignorando el hecho que aún seguía con el desgraciado que se hacía llamar esposo y padre.
Liz apresuró su paso luego de dejar su bolso en la mesilla de al lado de la camilla y quedo al lado de su Luke.
—¿Qué tienes, hijo?—pregunta y Luke piensa bien las palabras antes de decirlas.
—Tengo todo mamá, tengo impotencia, rabia, enojo, tristeza, felicidad... No lo sé, creo que no me explico muy bien, es difícil decirlo si ni siquiera sé lo que es—se rasca suavemente el cabello y trata de pensar algo que pueda sonar cuerdo.
—Cuéntame.
Luke ve la preocupación en su madre y traga fuerte antes de soltar toda la verdad. Sabía desde mucho tiempo que en algún momento este día llegaría, pero nunca pensó que sería tan duro. Por una parte lo hacia por Adela, por la persona que en verdad amaba, la persona que no merecía nada de esto, la persona que aguantó todas las idioteces que hizo sólo para estar con él, la persona que significaba todo... Y por la otra parte, lo hacia por su madre, por sus hermanos; por su familia en total, porque ellos no merecían a un padre/esposo como Andrew, ellos merecían a un padre que jugara con ellos al fútbol, que los ayude con las tareas o cuente cuentos para dormir, que apoye sus decisiones, sus sueños, que sea un amigo y consejero... Un esposo que sea cariñoso, que tenga esos pequeños detalles sin que se lo pidas, que sea el compañero fiel para toda la vida, un esposo que cumpla la promesa que hizo frente al altar.
Con todo el valor que pudo adquirir, Luke separó sus labios dispuesto a hablar.
—Es sobre Andrew, mamá.
El rostro de Liz se descompuso y se vio claramente que ella no esperaba esa respuesta de su hijo. Le había caído como agua helada.
—Quieres decir que es sobre tu padre el porqué estás así—habló con la voz ahogada. Luke se acomodó mejor en la camilla y acercó sus largos dedos hacia la mano cálida y de su madre, la encerró con ternura y dio un apretón.
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Fiksi PenggemarGanadora de los premios Wattys 2015. El amor platónico es el más verdadero y bello sentimiento, porque amamos sin pedir nada a cambio. Amamos aún sabiendo que el otro nunca nos amará; simplemente amamos. ¿Pero quedarnos callados? No, sólo dile, d...