Capítulo 8: Odioso lunes.
Lunes.
El peor día de todos.
No había algún otro día que odiara más que el dichoso lunes, el sólo pensar que el fin de semana se había acabado y había comenzado una nueva semana de clases, me daba ganas de vomitar y esconderme toda mi vida bajo mis suaves sábanas.
Como siempre, la alarma sonó a su hora programada y, como si todos en mi casa se hubieran puesto de acuerdo para despertarme, los molestos gritos de mi hermano, más los regaños de mi mamá y las preguntas de mi padre de dónde se encontraba su corbata se hicieron presente en toda la casa.
Soñolienta me levanté de mi adorada cama y salí de mi habitación para ir directo a la cocina, primero que todo, quería desayunar, no bañarme, no lavarme los dientes, no peinarme o cambiarme, no, para mí, siempre iba primero la comida.
Bajé las escaleras con los ojos entreabiertos y con todo mi cabello tapando lo que apenas veía. Sentí un empujón en mi hombro derecho y vi que se trataba mi hermano, quien estaba corriendo en calzoncillos por toda la casa y con una cara de terror. Fruncí el ceño y miré a todos lados para al menos comprender un poco la situación que se estaba propagándose en mi casa a estas horas de la mañana, y como si el destino me escuchase, mi madre salió corriendo de la cocina con el pantalón y camiseta de mi hermano junto con una mueca de molestia. Al verme, paro de perseguir a mi hermano, y me sonrió para luego darme un beso en la coronilla.
—Buenos días, Valentina—saludé, llamándola por su nombre.
—Buenos días, Adelaida Sofía—me imitó mi madre y yo sólo reí al escuchar que dijo mi segundo nombre.
Mi madre volvió a tomar su camino y yo seguí el mío, el cual, me llevaba hasta mi preciosa cocina.
Cuando abrí la puerta de la cocina, me encontré con mi padre desayunando y tratando de abrocharse la corbata. Le sonreí y me acerqué directo hacia él para ayudarlo.
—Buenos días, hija.
—Pff—bufé—, serán buenos para ti...—Rodeé los ojos y mi mirada se encontró con algo hermoso, algo perfecto, algo... magnifico: el refrigerador.
Corrí hasta él y tomé el bote de la Nutella, un chocolate muy popular aquí, un pan y jugo de zanahoria. Mi desayuno favorito y el que muy pocas veces comía.
Al terminar el delicioso desayuno, mi padre se despidió de mí y de mi madre, de Maison no pudo despedirse ya que estaba tomando un baño. Subí las escaleras ya con una nueva cara y una sonrisa.
De seguro tengo mal aliento, pensé, recordando que no me había lavado los dientes.
Llegué hasta el baño y me miré al espejo. En eso, todo lo que había pasado el día anterior me vino a la cabeza, Luke. Luke es el chico más complicado y misterioso que hubiera conocido jamás, además de que él estaba muy equivocado que perdonaré tan simple su abandono ayer.
Lavé mi rostro y cepillé mis dientes para que quedaran todos blancos y tuviera buen aliento. Al termina me dirigí hacia la ducha sin problema, abrí el grifo del agua caliente y me duché, saqué todo la flojera que tenía pegada a mi cuerpo y tiritando de frío, salí del baño con una toalla sujetada a mi torso. Llegué a mi habitación y abrí mi ropero para no encontrar lo que buscaba.
—¡Mamá, dónde está mi camiseta de Pink Floyd!—grité con frío al no poder cerrar la puerta de mi habitación para que me escuchara.
—¡La dejé en la secadora!—respondió desde no sé dónde.
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REJECTS [SIN EDITAR]
FanfictionGanadora de los premios Wattys 2015. El amor platónico es el más verdadero y bello sentimiento, porque amamos sin pedir nada a cambio. Amamos aún sabiendo que el otro nunca nos amará; simplemente amamos. ¿Pero quedarnos callados? No, sólo dile, d...