Part 7

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Irina despertó sumida en la oscuridad. Tan sólo una rendija de luz se filtraba a través de la diminuta ventana. Se sentía aturdida y agarrotada, pero, sobre todo, se sentía asustada. Intentó moverse, pero tenía manos y pies atados. Intentó hablar, pero le habían cubierto la boca con un pedazo de cinta aislante. Por lo que sentía, estaba sentada en suelo, al lado de una pared. Intentó arrastrarse por el suelo, pero una mano la agarró del pelo en cuanto lo intentó.

-Me parece que eso no va a ser posible- le susurró alguien al oído. La voz le dio escalofríos.

Estuvo un rato ahí, esperando. No pasó nada. Siguió esperando, y cuando fuera empezaba a oscurecer, por fin comenzó el movimiento. La cogieron y la llevaron a otra sala. Ésta era una sala grande, bien iluminada, de estilo regio. Se fijó en las paredes, que estaban llenas de cuadros. Cuando se fijó más detenidamente, reparó en que debajo de los cuadros no había nombres, apodos o información sobre los hombres que aparecían en ellos. El suelo estaba lleno de manchas de sangre reseca. En el centro había una única silla de madera, pequeña, austera. Pero en la silla no había nadie. Es más, en la sala no había nadie. Quienesquiera que la hubieran llevado ahí habían desaparecido.

Volvió a esperar, y siguió esperando. Tanto, que la única vez que intentó moverse, sintió como si le clavasen millones de astillas en brazos y piernas y como si le estirasen la espalda hasta el límite. Prefirió no moverse.

Mucho después apareció un hombre. Era alto y corpulento. Era mayor, de entre 35 y 40 años. Tenía la cara llena de cicatrices, la mayor de ellas le llegaba desde la ceja derecha hasta el cuello. Llevaba el pelo negro recogido en una coleta detrás del cuello. Vestía un sencillo traje gris y una camiseta.

No hizo nada, tan sólo entró y se sentó en la silla. Tras él, unos 20 hombres pasaron y se apoyaron contra las paredes. Eran todos iguales, e iban vestidos todos de negro. Se movían con tal sigilo que, de no haber estado observando lo que ocurría, no habría notado su presencia.

De repente, un gas inundó la habitación y comenzó a marearse. Lo veía todo borroso, y le entraron ganas de vomitar, pero se contuvo para no empeorar la situación.

El hombre de la silla río. Su risa baja se fue convirtiendo en carcajadas cada vez más fuertes, hasta tal punto que se quedó si respiración. <<Bastardo>> pensó Irina. Cuando se cansó de reír, el hombre se levantó y, en dos zancadas, se colocó junto a ella. Irina alzó la vista para mirarle a los ojos, siguiendo el consejo que una vez Melanie le había dado. El hombre tenía unos profundos ojos castaños, que miraron en su interior e hicieron que se sintiese incómoda. Pero no bajó la mirada. <<Si voy a morir>> se dijo <<Prefiero morir como valiente que sobrevivir como cobarde>>.

No supo cuánto tiempo había pasado antes de que el hombre se cansara de mirarla y se volviese a sentar en la silla. Automáticamente, dos hombres se colocaron a sus costados y la alzaron, dejándola de pie. Aún así, seguía siendo la más pequeña (y no sólo en edad) de aquella sala.

Decidió no amedrentarse. Se aclaró la garganta y abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiese pronunciar una sola letra, la voz del hombre retumbó por toda la sala:

-¡TÚ!-rugió-Sé quién eres. Sé lo que tienes.

Se había quedado petrificada, aquella voz…Tenía algo que…Te dejaba helada, te asustaba de tal modo que incluso tenías que controlar la vejiga. Tan sólo tras un largo silencio pudo recobrar la calma para hablar.

-Yo no tengo nada. No sé quién eres. No sé qué quieres. No sé cómo sabes quién soy.

-¡DICHOSA ARPÍA!¡No trates de engañarme, por tu bien!

-No te engaño, de verdad no tengo nada más que libros, bolígrafos y papel. Si buscas algo, yo no lo tengo. Si buscas a quien lo tiene, puedo decirte que no sé quién es.

El  hombre se quedó mirándola, parecía que se había quedado en blanco.

Se le acercó y se quedó mirándola.  Irina cerró los ojos <<que pase pronto, por favor>>. Esperó, pero nada pasó. Abrió los ojos y vio que no había nadie.

El miedo volvió a invadirla.

Assassin's loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora