Part 3

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Dos niñas de unos siete años jugaban en un parque. Una de ellas, alta y con el pelo largo  y ondulado, corría hacía el tobogán. Mientras, la otra, igualmente alta pero más baja que la otra, con el pelo corto y rizado, trataba de subir por una cuerda. Ambas iban vestidas con unos vestidos rojos de lunares blancos, y reían y gritaban de inmensa felicidad. Iban descalzas, pues el césped de aquél parque era tan suave que llevar zapatos era una tortura. Desde el banco las observaban dos muñecas iguales que ellas, sonrientes, expectantes.

La niña más alta se cansó del tobogán y se dirigió al balancín. La otra, sin una sola palabra, bajó de la cuerda de un salto y, al pasar al lado de la otra, le gritó:

-¡La última es un huevo podrido!

Y, al momento, ambas empezaron a correr, riendo.

Mientras el sol radiante cambiaba su posición en el cielo, las niñas seguían jugando, riendo y gritando.

Las muñecas seguían observando desde el banco, pacientes.

Al caer la noche, las niñas se dirigían al banco a recoger sus muñecas e irse casa, cuando se dieron cuenta de que no estaban. Se miraron, pero antes de hablar, unos pañuelos con un olor raro les cubrieron la boca. Sólo a una le dio tiempo de gritar, pero era demasiado tarde…

Assassin's loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora