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El vacío que queda después de la pérdida de un hijo no existen palabras que puedan describir ni nada que puedan hacer que alguien externo pueda comprender

Habían pasado solo 4 años de la peor pérdida que sintió adora, aunque siempre intento mantener su sonrisa por su hijo y que sabía que debía seguir viviendo, el dolor seguía y en ocasiones se dejaba sentir aquel sentimiento que la iba acompañar toda la vida

Adora caminaba por el parque, su mirada perdida en el horizonte mientras las hojas doradas caían lentamente a su alrededor. El viento susurraba tristemente, como si quisiera consolarla en su dolor mientras en sus manos apretaba un pequeño peluche que pertenecía a su hija, quien había partido demasiado pronto en esta vida

Las risas de los niños que jugaban en el parque resonaban a su alrededor, recordándole momentos felices con su pequeña. Un nudo se formaba en su garganta cada vez que veía a una niña de la edad de su pequeña

Adora se sentó en un banco, su mirada perdida en el espacio. Cerró los ojos e imaginó la risa alegre de su hija... no pida aguantar más las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, dejando escapar el dolor que había estado escondiendo desde hace tanto tiempo.

Pero en medio de su dolor, también sintió gratitud por el tiempo que tuvo con su hija. Cada recuerdo, cada abrazo, cada sonrisa, ahora eran tesoros preciosos que atesoraría por siempre en su corazón, realmente no sabía cómo sentirse al respecto después de todo ¿como se puede superar una perdida tan grande? ¿Como se debería sentir después de tantos años?

Con una mezcla de tristeza y cariño, Adora se levantó del banco y caminó lentamente miro a los niños riendo mientras daban vueltas y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro,era verdad aunque su corazón seguía roto, sabía que su pequeña siempre estaría viva en sus recuerdos y en el amor que aún latía dentro de ella.

A pesar de todo seguiría con la ilusión de que la encontrara algún día, mientras no vea su cuerpo su pequeña seguirá viva

—ya es tarde, necesito llegar a casa o si no catra me regañara— dijo mientras tenia una sonrisa en la cara, después de todo aun tenía una familia a la cual cuidar y proteger

...

El duelo era distinto en cada persona y más si realmente no sabes si tu hija está o no muerta, habían pasado 5 años y el dolor se siente tan cercano como si todo hubiera pasado ayer

Catra se encontraba en su habitación, rodeada por la penumbra que la noche había traído consigo. Su mirada estaba fija en una pequeña fotografía enmarcada que descansaba sobre su escritorio. Era su hija, quien ya no estaba a su lado.

Las lágrimas comenzaron a emerger, traicioneras, mientras Catra sujetaba la fotografía con manos temblorosas. Una mezcla de dolor y anhelo la inundó, recordándole los momentos preciosos que habían compartido. Cada risa, cada abrazo, cada pequeño logro, ahora eran como estrellas en el cielo, lejanas pero siempre presentes en su mente y corazón.

Catra acarició el marco de la fotografía, sintiendo la rugosidad bajo sus dedos. Recordó cómo su pequeña solía corretear por la casa, llenándola de risas y travesuras.

La habitación estaba impregnada de la sensación de ausencia, de un vacío que Catra no podía llenar. Ella sabía que su pequeña había partido demasiado pronto... no ni siquiera podía estar 100% segura de aquella afirmación y este era un hecho que su corazón se negaba a aceptar por completo. La sensación de pérdida se entrelazaba con el amor incondicional que sentía por su hija, creando una tormenta de emociones que la dejaban vulnerable y rota.

Catra sollozó en silencio, sintiendo la opresión en su pecho mientras las lágrimas caían sobre la fotografía. Le dolía no poder ver a su hija crecer, no poder escuchar su voz, no poder abrazarla en los días difíciles. El silencio de la habitación parecía susurrar las palabras no dichas y los momentos no compartidos...

Sabía que nunca dejaría de extrañarla, pero también entendía que el amor que compartieron nunca moriría

Con un suspiro tembloroso, Catra dejó la fotografía en su lugar y se recostó en la cama, sintiendo el peso de la tristeza en su ser. Mientras las lágrimas seguían cayendo, Catra se permitió sentir el dolor, honrando la memoria de su amada hija y el amor que siempre los uniría, sin importar la distancia.

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