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*ANTES DE EMPEZAR, UNA ADVERTENCIA*
*Esta historia cuenta con contenido delicado, violento y hasta gráfico, por lo que si no quieren leerlo mejor no lo lean*
*Voy a subir acá también mis dos historias de Ao3, pero tenganme paciencia pls*
*Que bonito fandom, que bonitos todos, los quiero mucho (soy @/claritymcqueen en Twitter)*

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Cesare no la perdono.
La última vista que se dieron fue la de la comisaría, y aunque había arrepentimiento, ahora había dolor, y mucho odio tanto hacia si mismo como a los demás, hacia amigos, viejos amigos.
Hacia Zero.
La última vez que se vieron y el pelinegro juro ver un atisbo de rabia en su persona, “Se le va a pasar” decía Sarah tan tranquila, (Y una mierda digo yo, si al que le va a dar de hostias es a ti, ella fue casi su novia, hasta los nazis tienen principios)
“Ya” se dijo, estaba terminando su último cómic, estaba más orgulloso pensando en eso que en lo otro, ya habían pasado 3 semanas de ese suceso.
(¿Y que me dices de lo de Secco? Eso también es un problema muy grueso, maldito patán-)
“Ya” volvió a insistir arrastrándose por la silla giratoria hasta el librero de atrás, una referencia base y listo.
(“Ni un coño has tocado en tu vida, lo puedo apostar, ¿Te gustan las pollas?”) decía el armadillo fingiendo la voz de Secco.
“Que ya” volvió a su sitio arrastrándose de nuevo.
(“Mira, tu y tu abstinencia se pueden ir al carajo, pero estaría bien ir a un bar, algo pasajero-“)
“No” negó con la cabeza cerrando los ojos, ‘No lo digas no lo digas-‘
(“Tócame a mi-“)
“¡Cabron!” exclamó tirando la taza de su te contra la pared en donde estaba el armadillo, este se hizo a un lado y le vio, respiraba profundamente.
(“Descubrir tu bisexualidad es algo que no esperaste combatir con tu homofobia-“)
“No soy homofóbico-“
(Anda, y yo soy Freud resucitado, pura mierda-)
“No soy gay-“ se llevó las manos a los ojos.
“Dije bisexual-“
“¡Anda ya!” le gritó volviendo a su trabajo, en ese momento el armadillo se acerco a su oreja.
(Puedes experimentar conmigo-)
Zero respingo hacia atrás en un salto donde se levantó de la silla, en ese momento el armadillo se había desaparecido, volvio a todas partes y cu cara se volvió roja, confusa, ardida…   dolida.
Secco chupo la polla con desesperación, sin siquiera mirar al hombre de delante, lo había estado haciendo ya varias semanas, contactos sin amor ni amor propio, había llegado a límites insanos, a Zero le había mentido la última vez que le dio una hemorragia en el culo de que se había insertado el palo del recogedor de basura por error. Una mierda.
Chupo arduamente, el tipo era alguien de dinero, un cliente, uno de varios. Secco hacía eso cuando la pasta no le alcanzaba, eso y más, un contacto por internet bastante disimulado, un lugar seguro, y ya. Esa vez el tipo se había decidido por el callejón en la noche, terminado la misa del templo de la lado, al castaño no le molestaba estar en tierra santa, aunque tenía que admitir que todo ese misterio de la iglesia y eso podía deberse al fetichismo del tipo.
El hombre lo empujó más adentro con las manos, “garganta profunda” pensó el chico y se mentalizo relajando sus músculos, pronto la polla del tipo llegaba a su garganta, el cerro los ojos y se dejó llevar, ni siquiera se tocaba, no tenía porque hacerlo. El tipo entonces le saco la cara sin avisar y tampoco sin decir nada comenzó a abofetearlo.
“Eres una puta” decía, “La peor puta” bofetada, “Tan sucia, tan puerca” otra más, “Maldita hija de culo” en ese punto la bofetada se volvió puñetazo, uno que dio en la nariz. Aquí habría de dos sopas, o Secco se levantaba a partirle el culo, o seguía en lo suyo.
Tomo la segunda opción, era cliente que soltaba mucho dinero por lo que fuera, por el fue que paro en el hospital dos veces, pero a si mismo había dado su paga. Secco gimió sintiendo la sangre salir de su nariz y el cliente le tomo, escupiéndole en la boca para luego volver a penetrarle la misma. Esta vez más rudo, más violento, las estocadas ya querían traspase a su pecho, el solo cerro los ojos.
La persona lo levanto del suelo sacándole el miembro de sopetón, luego lo volvió contra la pared y le bajó los pantalones, rozo un poco su entrada y de pronto, ¡grito atrapado en su boca! Solo dio un gruñido, sabía que a él no le gustaban los gritos. Estocadas fuertes e intensas, no se tentaba un poco el corazón por el chico de 28 años, “Tu culito…” nalgada, “Tan rojo” otra, “No digas nada, no digas nada…” lo pego más a la pared con las manos sobre la cabeza, un poco más grande y sería aplastada como una sandia, luego lo saco para bajarlo con fuerza de nuevo al suelo, metió el miembro fuertemente en su boca y más estocadas llegaron
El cliente entonces terminó, forzándolo a tragarse su semen, una vez salido Secco tosió un poco, algo de ese semen paso por su nariz haciéndole un moco y algunas burbujas, algunas lágrimas salían de los ojos. “Mira eso” el cliente le tomo de la barbilla para apreciarlo, “Mira que puta tan preciosa” le acaricio con la punta de los dedos la frente, “Te mereces lo que me pidas, reina” le vio de arriba abajo, a su cuerpo semidesnudo.
“Mi paga” dijo.
“Eso, claro…” saco de su bolsillo la cartera, después de sacar el precio acordado aumento otros 10 billetes de la fracción más alta. “Y la propina”
Secco, aún de rodillas sonrió, “Eso es, sonríe para mí”, el enseño los dientes, llenos de líquido y sangre, “la puta más hermosa de Italia, te lo digo yo” sonrió el hombre y se abrochó el cinturón saliendo a pasitos por el pasillo.
Era un cura muy reconocido.
Secco se pasó la mano por el rostro, luego se vio hacia abajo, se paró con fuerza y se vistió, la sangre no le frenaba de la nariz, le dolía el culo, bueno, todo el estaba dolido.
Quería irse a casa, no salir de la cama, se sentía tan usado que quería tan solo dormir y ya. Cerro los ojos sacando el celular guardando de una vez el dinero y marco el número de Zero.
Ay, Zero… fue un movimiento no pensado, en automático.
Lo colgó, ya había sonado tres veces, no lo había visto desde-
Una llamada entrante, era el, estaba recargado en la pared planteándose que tan buena idea era esa. Le contesto.
“Eo”
“Hey, me marcaste”
“Si, error de dedo”
“O-
“Bueno…” freno, miro a su alrededor.
“Bueno…”
“¿Puedes venir por mi?” pregunto, talvez diría que no.
“Si, ¿Dónde?”
“Atrás de la iglesia de Santa Martha”
“Va-“
“Otro favor”
Suspiro, “Dale”
Secco pensó un momento. “Un cambio de ropa… y toallas.”
Hubo otro silencio en la línea, “De nuevo el palo en el culo”
“Mmm no… bueno… eso no, exactamente…” sorbió la nariz y tosió, la sangre se escupió al frente y se limpio con la manga.
Otro silencio, “Voy para allá”

"Cara Mía"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora