Secco sintió el calor en sus pecho, la humedad del sudor, sus brazos rodeándole, el cabello corto picándole la barbilla.
Habían estado durmiendo así ya una semana. Se habían dejado atrás toda esa mierda de la virilidad y de que un hombre no podía ser vulnerable.
Ambos eran un par de cristales frágiles, luchando por mantenerse en pie apoyados uno contra el otro.
El castaño beso la frente del otro, “Buen día…” susurro con ternura mientras el otro apenas abría sus ojos, cuando sus ojos se enfocaron le sonrió de vuelta.
“Hola… “ dijo.
“Ugh…” el otro se hizo algo hacia atrás
“¿Ah?” frunció el ceño.
“Te apesta la boca” cuando dijo eso Zero se puso a reír, su risa tan preciosa. No la había escuchado hacía meses.
“Y a ti el sobaco y no digo nada” se escudo, el otro se alzó el brazo e hizo mueca de asco.
“Me bañé ayer…”
“Pero no te pusiste el desodorante” se levantó sobre sus codos, Secco río cruzándose de piernas mirándolo, Zero tampoco había escuchado la risa de el desde hacía varias semanas.
Secco seguía llendo a sus citas. Mentía con que sus rodillas habían sido raspadas en partidos de fútbol, se había conseguido el equipo y todo, y claro, llegaba sudado a bañarse, obviamente era algo creíble.
Y Zero le estaba mintiendo de algo peor.
El día anterior a este se había topado a Cesare en el supermercado. Le armó un numerito tremendo, uno donde involucró corretearlo por todo dentro, tuvo que salir sin hacer las comprar y correr como alma que llevaba el diablo. Una camioneta blanca casi lo alcanzaba para alzarlo.
Y no era la primera vez que sucedía. Esa semana había pasado por 5 sucesos parecidos, parecía que el rubio sabía su itinerario.
Por lo mismo había tenido que arrastrarse hasta otro supermercado fuera de Rebbibia, era horrible porque no tenía el auto, constantemente se crispaba viendo camionetas blancas cerradas, se quería poner a llorar de miedo e impotencia pero no podía, no en la calle.
Ambos notaron que estando asi juntos los terrores nocturnos del Zero se habían disminuido casi completamente. El veía al armadillo tranquilo, compartían charlas y sus periodos de disociación eran menores, las medicinas casi no eran necesarias y su psicólogo en su última sesión dijo que estaba mejorando.
Zero se sentía bien con el, con todo, con Secco. Ocasionalmente el le besaba la frente, o la mejilla, o la clavícula, rozaban sus piernas, sus brazos, eran cariñosos uno con el otro. Era el confort de encontrar a alguien con quién se era a fin y no necesariamente era algo que tenía que terminar sexual.
Porque ah, si, estaba esa tensión de por medio. Ese deseo, esas ganas de poseerlo, de golpearlo y de dejarse hacer todo eso... Eso seguía allí adentro.
Esa tarde de sábado Zero salió a presentar una pequeña exposición que habían montando en un museo, Secco salió a su “práctica de fútbol”.
“¿No puedes ir?” le pregunto Zero vistiéndose en su traje, el otro lo vio adelante del espejo ya vestido en pantalones y su sudadera. Secco sonrió viéndolo por el reflejo.
“¿Quieres que vaya?” pregunto al estar tan cerca de su cuello que sitio su respiración. Zero alzó los hombros, “Si alcanzo te llamaré para ver dónde estás”
“Ok…” luchaba con la corbata mientras hablaban, el mayor lo noto y río volviéndolo por los hombros, comenzó a atarlo, Zero dejo sus dedos nerviosos de lado, “Es, difícil-“
“No sabes hacerlo.” Dijo divertido.
“Si que se.” Se escudo mirándolo, (tan cerca Zero, tan cerca…)
“Es el mismo traje que usaste en el funeral de Camille, también te ate la misma corbata, de allí hacia acá no haz usado está cosa, ¿Cómo diablos vas a saber?” pregunto terminando, la acomodo y le vio a los ojos. Sus recuerdos de Camille se entrelazaron con los de el en el funeral, recordaba que no había parado de llorar en horas. Secco estuvo con el todo ese tiempo, recordó vagamente sentir su contacto dulce con la piel de su frente…(Zero, tan cerca…)
El armadillo lo empujó hacia adelante con suavidad y los labios del chico chocaron con la mejilla del otro. Fue un roce, Secco no pudo evitar sonreír al verlo así, tan tierno…
“¿Y eso porque?” pregunto cuando se separaron.
“Tu siempre lo haces, ¿Por qué yo no?” pregunto, la sonrisa de Secco se hizo mayor, le acaricio el hombro mirándolo de arriba abajo y luego a sus ojos.
“Te ves bien en traje” susurro, Zero sonrió, el castaño pudo verle el leve rubor en sus mejillas. Había algo entre ellos, algo superficial, obvio y claro, pero ninguno era lo suficientemente activo para hacer caso.
Salieron del edificio, Zero tomo el autobús y se bajó en el camino detrás de la cárcel de Rebibbia, llevaba justo a donde el iba, camino por el lugar sintiendo la brisa chocar con el, se sentía en un momento perfecto…
(No puedes escapar de eso, ¿Sabes?) Dijo el armadillo, el volvió para atrás, allí estaba de pie mirándolo, Zero solo alzó las cejas.
“¿Qué dices?” pregunto.
(No puedes escapar ni de mi, ni de Cesare, ni de tus sentimientos, ni de tu fetiche Calcare…) río, (No puedes…)
Zero frunció la boca, se paró un poco más firme, “Si puedo, puedo sobrellevarlo, puedo ser mejor persona-“
(No es verdad.)
“Si lo es-“
(Que no-)
“¡Que si joder-“
(¡He vivido contigo casi 3 décadas de vida!) Grito, (¡He estado contigo todo este maldito tiempo! ¡Que carajo te hace saber que yo me voy a ir como el humo! ¡Que tus problemas van a desaparecer! ¡Que tú y el jodido de Secco terminarán juntos en una bonita casa en la pradera! ¿Ah? ¡¿Ah?! ¡Dime quién te dijo eso!-)
“¡Nadie me lo ha dicho, yo lo sé!”
El armadillo respiro pesadamente, se aclaró el entrecejo y volvió a el. (Mira, si ese es el caso tenemos que arreglar nuestras diferencias, tenemos que seguir los dos paso a paso y hablar del asunto-)
“No tengo tiempo para esto-“ se dio la vuelta para caminar, pero el armadillo lo detuvo paralizandolo. “Hijo de-“
(Es una exposición de mierda, a nadie le afectará no verte una hora o dos…) se acercó y lo sujeto de la parte de atrás del cuello. (Tu y yo nunca nos llevamos bien, ¿Eh? Siempre pensamos que éramos los grandes amigos, el dúo invencible, los compañeros eternos, pero es una cagada de relación…) su hocico se junto a su oreja, (Tenemos que intentar arreglar eso, por lo menos hazlo por mi que yo sí lo sentí sincero-)
“Yo nunca dije que-“
(Pero, eso no es relevante ahora, tu vida peligra, lo sabes, y es posible… que la de Secco también)
“Y a mí que me importa él-“
(¿Qué te importa?) Lo volvió por los hombros, (Joder amigo, esa pregunta sobra, y mucho)
Zero parpadeó confundido, “No entiendo a qué te refieres”
El armadillo solo rodó los ojos, (Mira, eso te lo explico otro día, por ahora necesito que… ni de coña… voltees para atrás.)
“Que-“
Un crujido, el abrió los ojos. Se quedó quieto, se sentía como un camaleón intentando camuflajearse entre la naturaleza.
“Zero…” escucho un susurro.
No, no, ahora no…
Sintió un golpe en la espalda, sintió un pico.
Joder, lo habían apuñalado.
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"Cara Mía"
RandomZero está lidiando con un monstruo que se incrementa en su cabeza cada día más. Secco no puede quedarse quieto sin hacer nada más que problemas al pelinegro. Literalmente, son tal para cual.