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Zero llegó en velocidad normal, la iglesia estaba por iniciar la misa de las 11 de la noche, siendo semana santa esos eventos eran recurrentes. Se parqueo a un lado del callejón y bajo viendo hacia adentro, la figura casi fantasmagórica de Secco asomo por el pasillo, el más bajo se asusto de ver al viejo así, pero no hizo mueca de nada, tan solo su mirada fija lo delataba. La sangre seca en la cara, en la sudadera, en su manga, los manchones amarillos en la misma, pequeñas marcas rojas en las mejillas.
“Te dieron una hostia-“
“Llévame a casa” dijo frenando a su amigo, Zero notaba que le costaba un poco caminar.
“¿Un palo en el culo-“
“¡Llévame a casa joder!” grito, algunas personas cerca de la iglesia vieron la escenita, el más bajo se acercó y le hizo recargarse en el para llevarlo al carro ayudándolo a subir, cuando su trasero chocó con el asiento arqueo un poco la espalda de dolor. El otro prefirió no preguntar.
Se subió en el lado del copiloto y empezó a manejar, “Dime que te ha pasado.” Intento sonar tranquilo.
“No quiero hablar de eso-“
“Quiero ayudarte Secco-“
“Fue un palo-“
“¿Uno más-“ rodó los ojos.
“Uno de carne.”
Zero frunció el ceño manejando, lo pensó y lo pensó y lo pensó.
(Te está diciendo que alguien le metió el pito en el culo. Si lo ves bien alguien no solo le metió el pito en el culo, le pego, le abofeteo… lo hizo sangrar… Oh…)
Se aparco en un lugar algo solitario y volvió a el.
“¿Te han violado?” pregunto preocupado pero no intentando alterarse, Secco no pudo volver a verlo. “Viejo-“
“Me han pagado, eso no es violar-“
“Ay.” Zero volvió al frente, ¿Qué esta diciendo este tío?
(Le están pagando por dejarse hacer esas cosas)
“Dilo” dijo Secco ya mirándolo, el no volvía la cara. “Di lo que piensas de mi”
“Yo, no pienso nada-“
“Dilo jodido imbécil, ¡Di que te parezco!” Secco grito, chocaron la mirada, miedo y furia en ojos de ambos.
“¡Yo no te estoy diciendo nada de eso!”
“¡Dime qué es lo que soy bastardo!” se abalanzo sobre el soltando puñetazos aún dentro del auto, Zero tardo en responder, uno de esos dio en su hombro y el otro en su ojo, uno más en la nariz, (¡Pártele la cara! ¡Hazlo- Ay, voy a manejar eso!”)
El armadillo comenzó a controlar las manos de Zero, daba puñetazos a diestra y siniestra, uno dio en la nariz de Secco abriendo su herida, otro en la frente, el más alto le partió el labio, el bajo resonó uno en el pecho. Las pocas personas que veían a la distancia veían el auto moverse y los gritos de golpes viendo de dentro.
En un movimiento Secco le atino un golpe en el estómago de Zero quién a falta de aire se desabrochó el cinturón y luchaba contra la lluvia de golpes, abrió la puerta de su lado y cayó de espalda al suelo sonando su cabeza casi como un tablón. Secco ignoro por completo el cinturón y se abalanzo sobre el sin importarle la falta de aire, se le puso encima mientras el otro daba arcadas tratando de componerse, el más alto le golpeó una  vez en el pecho antes de comenzar a dar de puños en el suelo justo al lado de su rostro.
“!Dime que parezco una puta!” grito, “!Que soy una escoria!” golpe, “!Tu maldito cretino!” otro golpe, las lágrimas comenzaron a salir de su rostro, Zero se estaba estabilizando, miraba al otro completamente aterrado, “Dime que soy Calcare…” sollozo y golpe, “Dime quién soy…” un golpe débil en su pecho. “Quien soy yo…” otro más débil y se apoyo en sus clavículas llorando como nunca Zero lo había visto hacerlo antes. (¿Secco llora?)
El más bajo salió de su agarre y se arrodilló delante de el, el castaño se apoyo en la parte abierta del carro llorando a mares.
“Yo jamás diría eso” dijo mirándolo, ¿Qué se hace en estos casos?
“Tu bobo armadillo lo pensó” levantó la vista viéndolo.
(Tampoco yo, ¿Eh?)
“Secco…” respiro, no sabía que hacer, su amigo se había roto, desquebrajado, y el solo estaba allí delante suyo como una estatua. “Me, me hubieras dicho que… no se, necesitabas pasta-“
“Como mierdas querías que te hablara después de lo del cumpleaños de Sarah” no era pregunta, era afirmación.
“Tu me marcaste”
“Error de dedo”
“Ya, ¿Y eso de venir por ti?”, Secco sorbió la nariz, se la paso por la manga limpiándose la sangre.
“Fue involuntario…”
Zero apretó los ojos, ver así a su amigo… No lo resistía.
“¿Te ha pagado?” pregunto. Secco volvió a verlo y asintió, “¿Cuánto?”
“Casi la renta de 3 meses”
“¿Y eso merece que te dejen así?”
“Ocupo la pasta-“
“Ya deja eso” dijo desesperado viendo como se frotaba la cara con la manga de la sudadera, se acercó quitándole la mano de delante, “Y también eso, si ocupas algo estoy yo, ¿No? Jamás te diría que no-“
“Ya te pedí mucho-“
“Es por ti-“
“No te lo puedo pagar pronto-“
“No me importa”
Secco soltó otro par de lágrimas mirándolo, “Yo merezco esto, ¿Sabes?” parpadeo, otro par, Zero frunció el ceño, “Merezco todo esto, toda esta mierda de vida yo… la merezco, nunca el éxito… una mierda…”
“Deja de mentir-“ tenía su mano sujeta evitando que se pasará de nuevo la manga por el rostro.
“Yo no te merezco.”
Soltó de sopetón. Hace unos días le decía “tócame” y ahora le decía eso, que cambio tan radical de sentimientos e ideas. Zero bajo las cejas, eran ambos hombres, dos idiotas luchando en contra de querer abrazarse, confortarse, sentir el calor del otro… lo único que Zero hizo fue poner la mano en su hombro.
“A la próxima te presto yo el dinero… no hagas esto de nuevo”
“No lo hagas-“
“Algún día me vas a pagar-“
“No he conseguido un empleo-“
“Dije algún día, no la siguiente semana.”
Secco entonces sin titubear mucho y viendo que ya había demostrado mucha debilidad ante su compañero lo jalo de la camisa abrazándolo, el otro se apoyo en el auto para no recargarse completamente en el, no sabía que decir o hacer.
“Abrázame cabron” susurro en su oreja, a lo que el otro obedeció. El calor de uno y otro hacían todo más tranquilizante, el puro contacto era algo que querían tener, desde hace años no habían tenido eso tan íntimo… era encantador.
“¿Quieres ir al departamento por un café?” pregunto el chico, Secco asintió, “Bien…” se separó y se levantó, para luego ayudar al otro y hacerlo recargar su peso en el, pasaron al lado del pasajero y allí de nuevo Secco se dejó sentar, el culo le seguía doliendo, luego Zero paso al lado del conductor e iniciaron de nuevo la marcha, unas cuadras más adelante el pelinegro aparco, salió primero y ayudo al otro a salir, subieron por el ascensor (aunque siempre había sido por las escaleras) y pasaron a su departamento, todo ese trayecto Zero tenía el brazo de Secco sobre el suyo sosteniendo a su compañero por la cintura, se veían como un par de imbéciles a los cuales les habían dado la golpiza de su vida.
Recién llegados y adentro Secco se dejó acostar en el sofá, no quitó ni los papeles que había encima o las otras cosas que había allí, a Zero no le molestó. “¿Café entonces?” pregunto.
“Mejor un té” dijo y Zero paso a la cocina. Mientras calentaba el agua el armadillo entro con una tacita de expreso en las manos, (Te ha movido bien, ¿Te gustó?)
“¿Qué clase de pregunta fue esa?” pregunto en voz baja
(Secco, te golpeo en la cara, casi te hace vomitar… a ti te gustó, ¿No es verdad?)
Zero lo miro, (Okay, vamos a fingir que no te excito ni tuviste una erección al verlo tan frágil sobre ti, bien-)
“No paso eso-“
(Estoy aquí adentro Calcare…) apunto su cabeza, (Siento lo que sientes, veo que ves en el mundo… Veo a Secco de esa forma …) se acercó a Zero quien se pego a la barra, el armadillo rozo con la punta de su nariz su cuello, (Y me excita-)
“La tetera” dijo Secco desde la sala. Ya sabía que cuando Zero no apagaba de inmediato la tetera era porque estaba hablando con el armadillo, era un periodo de disociación que estaba aprendiendo a controlar recientemente, pero en años anteriores joder, lo perdían varios minutos al día
“Ah” se acercó a la estufa y le apagó, saco las cajas con el te y puso uno verde y otro chai, (¿Sientes eso en tus pantalones?) Sirvió el agua, (¿Esa humedad?) “Ya basta”, (Tu erección tan floja-)
“¡Que ya joder!” gritó volviendo atrás y tirando la cuchara de metal, Secco se levantó bobamente del sillón y lo vio desde allí.
“¿Todo bien?” pregunto, el otro entre alterado y angustiado lo vio, era la primera vez que Secco veía esa mirada tan nerviosa en el, casi endemoniada.
“Eh…” se calmo, “Si, todo bien…” mintió componiéndose un poco. El más alto asintió cayendo de nuevo a la sala.
En la visión de Zero el armadillo estaba allí, en el rabillo del ojo mirándolo, haciéndolo sudar, haciéndolo imaginarse y tener flashes de la noche del cumpleaños de Sarah, de veces que fueron jóvenes, imaginando a Secco en ese sillón, a su merced… tenía manos, y sabía que tenía puños, y había algo en ver sangre y semen juntos que-
Oh dios no…
Su erección se incremento un poco más, cuando volvió al armadillo estaba jadeando, al ser la representación de  su mente podía deducir que estaba haciendo, lo estaba clamando, el armadillo lo estaba llamando sin siquiera hablarlo. Zero se respingo, su libido no ayudaba, estaba como en un trance entre salir de la cocina o abalanzarse sobre su mente animal…
“Aquí esta” dijo estirando la taza al otro que estaba completamente acostado, se enderezo y dejo que el otro se sentará a su lado.
“Gracias” dijo Secco en un hilo de voz, Zero no respondió. Casi hombro con hombro, “¿Te han tocado?’”
“Y vas de nuevo con eso” rodó los ojos.
“Quiero saberlo, es todo-“
“¿Para que lo quieres saber? No es algo interesante ni mucho menos curioso, pero si quieres saberlo ok…” dejo la taza en el suelo. “Dese hace como 4 semanas he estado siendo un chico de rentas, me rentan por internet para tener sexo, o yo doy o ellos dan, normalmente son hombre grandes y degenerados. Uno de ellos ha hecho que tenga hemorragias en la cola-“
“El del palo de escoba… me mentiste-“ el también dejo su taza en el suelo.
“Si, otro hizo que una de las venas de mi pene reventara, otro más me magullo la punta, otro me aplastó el tórax con la rodilla… soy la puta de renta más fácil de convencer para hacer el trabajo que las demás no quieren-“
“No te llames así…” se recargo atrás en el respaldo del sofá. “Si lo consideras un trabajo llámalo con respeto-“
“No tiene ningún respeto que me escupan y me orinen encima, ¿Sabes?”
“Bueno… ¿Y porque dejas que lo hagan?” pregunto curioso, el otro apretó los labios.
“¿Y porque no?”
“Porque no …” solo una risa y se hizo hacia adelante, “Ten un poco de respeto por ti viejo, no cuesta nada-“
“Tu no lo haces, nadie lo hace, ¿Por qué debería hacerlo yo?-“
“Sarah lo hace-“
“¿Y cuántas personas hay en Roma que lo hacen?” alzó los brazos, luego los dejo caer, “A la mierda con eso, yo ocupo la lana, ni mi respeto ni mi dignidad va a darme para pagar el gas-“
Justo en ese momento se escuchó romper un vidrio mas debajo de donde estaban, luego se escucho la alarma de un coche, no de cualquier coche. Zero y Secco se miraron y salieron volando hacia abajo. En ese momento las heridas de minutos atrás y la sangre no importo mucho, ni el dolor de culo del castaño afectaba en nada porque volaba escaleras abajo cayendo sobre sus dos pies cada tres escalones.
Salieron del edificio y se encontraron a tres hombres vestidos de negro, ¿Lo preocupante? Eran dos cosas, una fue que en sus chaquetas llevaban dibujadas esvásticas y cosas violentas de ese tipo.
La otra es que uno era Cesare. Su auto estaba con las ventanas y parabrisas rotos, una amenaza, una advertencia….
Más bien por la mirada que el chico rubio (ahora rapado) daba era un aviso. “Estas muerto” se veía en sus ojos, llenos de furia, de rencor, de dolor.
Los de Zero expresaban miedo, mucho miedo y confusión. Mientras tanto Secco apretaba los puños, cualquier cosa que pasará aún teniendo el culo roto se iba a dejar ir a los golpes, no se iba a frenar el corazón por un nazi como el.
“No existe el arrepentimiento” dijo Cesare… “Yo no me arrepiento.”
El pelinegro iba a decir algo, pero antes de hacerlo los otros tres se echaron a correr, fue tanta la adrenalina de Secco que casi se echa tras ello, de no ser porque el otro lo detuvo con una mano. “Voy a reventarle la cabeza a patadas…” dijo entre dientes.
“Esto es problema mío, no tuyo.” Dijo viendo como se iban los otros, Secco iba a argumentar algo, ‘Si tu me has dicho que yo cuente contigo, ¿Por qué tu no conmigo?’ pero: “¿Quieres que te acompañe al bus?” volvió a verlo.
Secco estaba anonadado por la actitud de su amigo, no se creía tan falta de inteligencia ante ese problema tan grueso, el que en cualquier momento esos cabrones llegarían a su casa y le partirían en dos, así que se fue por el lado más fiable: fingir un malestar estomacal.
El castaño después de verlo fijamente dio un falso retorcijón de estómago y cayó al suelo con un grito de dolor, el otro respingo e intento sujetarlo, pero el otro hacia tanta fuerza que parecía creíble todo su teatrito, incluso fingió arcadas. Zero luchaba por llevárselo al departamento y lo acostó en su cama, allí en el cuarto curaron sus heridas, había veces que Secco recordaba que supuestamente estaba mal y se retorcía, había otras donde estaba muy tranquilo.
Zero se quedó casi dormido en su sillón, sin embargo era un casi, porque el armadillo lo atormento toda la noche con susurros, chapoteos… gemidos…

"Cara Mía"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora