Capítulo 6

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La maldita alarma comenzó a sonar, agarré mi celular y apreté la pantalla para que se callará

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La maldita alarma comenzó a sonar, agarré mi celular y apreté la pantalla para que se callará. Pasé mis manos incontables veces por mis ojos para despertar. Detesto levantarme temprano, detesto la alarma, detesto ir al colegio y detesto seguir vivo en estás circunstancias.

Con una gran voluntad propia, me levanté de la cama, me quite la pijama y agarré mi toalla. No me di cuenta como llegué al baño hasta que sentí el agua helada caer encima de mí. Inmediatamente cerré la llave de la regadera, había girado la llave de agua fría, qué idiota.

Volví abrir la llave, pero esta vez, la tibia. Con algo de pereza comencé a bañarme. Al pasar los minutos, terminé. Enrollé la toalla en mi cintura y salí de la regadera, me acerque al lavamanos y me pare frente a este; levanté mi rostro y me observé detenidamente en el espejo frente a mi. Las ojeras eran notorias.

Las ojeras son una clara evidencia de que no dormí en casi toda la noche. Bueno, últimamente me he estado durmiendo tarde junto a Bible. Aunque ayer se quedó dormido en plena llamada.

Tengo que admitir que escuchar sus leves respiraciones al dormir, me produjo una sensación de tranquilidad, y una satisfacción qué a los segundo yo también me quedé dormido.

Suspire y salí del baño.

Agarré mi uniforme qué está planchado al lado de mi espejo y lo puse en la cama.

Me cambié y agarré mi celular para ver la hora. Todavía me da tiempo para llegar al colegio. Terminé de alistarme y bajé hasta la cocina ya con mi mochila colgada en mis hombros.

Mi abuela está sentada en el comedor disfrutando de su desayuno, y al verme, sonrió. Me hizo señas para que me acercará y me sentará con ella. Me serví algo de comida y me senté al lado de ella para desayunar.

—Buenos días querido, ¿descansaste bien?. —preguntó dándole un sorbo al café que estaba en la taza entre sus manos.

—Sí, bastante bien. ¿Y tú?.

—Sí cariño. Por cierto, hoy iré a donde tu padre, si quieres te paso recogiendo del instituto para que lo visitemos juntos. ¿Qué te parece?.

Mi abuela me observó con entusiasmo. No quería quitarle ese entusiasmo, sus ojos se ven esperanzados en que yo acepté, pero…, prefiero mi salud mental. Una cosa por otra, así que…

—No abuela, ve tú, sabes que mi relación con mi padre todavía no es buena…

«Y dudo que mejore».

En solo pensar en cómo me grito y en pocas palabras, me corrió de su casa, no quiero ni verlo en pintura. El recordar ese día, siento mi corazón punzar de dolor y un sentimiento de tristeza se apodera en mi pecho, y no me gusta para nada está sensación.

—Deberías comprenderlo Build… y perdonarlo, es tu padre…

—Ya abuela, no quiero hablar de eso.

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