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"Estoy enamorado, estoy completamente enamorado" Pensaba sin parar Cellbit en su cabeza, mientras daba vueltas por su cuarto. Se sentía feliz de saber que se enamoró de la mejor persona que ha conocido en toda su vida, pero tenía miedo de que esto arruinara toda su hermosa amistad. El nombre de Roier estaba en su cabeza 24/7: era su primer pensamiento al despertar y el último al dormirse, era el personaje principal en sus sueños, cada vez que oía cualquier canción de amor, solo podía ver la imagen de Roier en su mente. Era un loquito enamorado.

Ya llevaban demasiado tiempo de amistad, Cellbit quería dar el paso, quería declararse. Había visto alguna que otra película de amor, por lo que vio era algo común regalar flores o cosas así ¿por qué no intentarlo? Salió más temprano de la normal al bosque y fue a recolectar flores. Encontró margaritas, orquídeas, lirios, etc. Llegó a casa unas horas después y preparó todo el ramo.

Hay que admitir que el resultado fue bastante bueno, pero Cellbit sentía que faltaba algo. Buscó algunos materiales por su casa (papel, lápices, pinturas...) y se puso a hacer alguna manualidad para el. Al rato, acabó terminando una pequeña corona hecha de papel. Tenía claro que eso se lo iba a dar a Roier, el era su príncipe.

Metió la corona en una caja para que no se arrugara o se rompiera y las flores las llevó en la mano. Salió de su cuarto despacio, su padre estaba dormido en el sofá, así que aprovechó ese momento para salir sin que viera las flores que llevaba. Se paró un momento y se fijó en las noticias que veía su padre. Aparecía que había gente peligrosa por la zona, simplemente no le dio ningún tipo de importancia y se fue a ver a su enamorado.

Nunca antes había estado tan nervioso de ir a ver a Roier, estaba emocionado pero a la vez tenía miedo, miedo de ser rechazado. Cuando ya estaba llegando, pudo ver a Roier ahí sentado, en el mismo árbol donde se encontraron, el sitio donde conoció al amor de su vida. Puso sus manos atrás de su espalda, ocultando todo lo q llevaba. Se acercó a Roier y habló:

Ey... ¡Roier! Jaja... Que casualidad verte aquí hoy, ¿no?

— Cellbit ¿estás bien? Se te nota raro. — Preguntó Roier, bastante preocupado e intrigado.

Cellbit soltó un pequeño suspiro y quitó sus manos de su espalda, dejando ver la cajita y las flores.

Son para ti. — Cellbit nunca antes se había sentido tan nervioso, su corazón palpitaba más fuerte que cualquier otra vez. Roier se quedó mirando los regalos unos segundos. Su rostro se quedó totalmente rojo. Roier agarró los 2 regalos y olió las flores.

— ¡Huelen genial! — Dijo entusiasmado el chico de cabello castaño.

Me alegro de que te gusten, guapito. — Sonrió.

Roier abrió la caja, viendo la coronilla hecha de papel. Sus ojos se iluminaron, agarró la coronita y se la colocó. Se veía increíblemente tierno ante los ojos de Cellbit.

No se ni como agradecerte todo esto, gatinho.

— Con solo ver tu cara de felicidad ya está bien. — Cellbit agarró las flores que tenía Roier, dejándolas despacio en el suelo. Poco a poco Cellbit se fue acercando a los labios de Roier, haciendo que se dieran un pequeño besito en los labios. Roier se quedó totalmente rojo, soltó una pequeña risa de los nervios, haciendo que Cellbit también riera nervioso. Cuando las risas cesaron, los 2 se quedaron mirando fijamente por unos segundos.

Me gustas mucho, Roier. — Confesó Cellbit.

— Tu igual me gustas, Cellbo. — Después de las palabras de Roier, Cellbit se acercó a el, dándole un beso más largo que el otro.

Pocos segundos después se separaron, había sido el primer beso de los 2. Cellbit estaba feliz de que Roier fuera la primera persona de que se enamoró y a la vez su primer besito.

— ¿Puedo ser tu novio, guapito? — Preguntó el de mechón blanco.

Claro que si — Roier abrazó más fuerte que nunca a Cellbit, su novio.

El día fue increíble, pasaron hablando de cuanto tiempo llevaban enamorados, de lo que sentían el uno por el otro, etc. Cellbit estaba más feliz que nunca. Amaba a su novio, lo amaba tanto que hasta mataría por el, aunque suene loco.

Cuando los 2 chicos ya se fueron a casa, el del mechón no podía sacarse de la cabeza a su hermoso novio. Siempre pensaba en el, pero ahora con mucha más intensidad.

"Roier es mi novio... ¡ROIER ES MI NOVIO!" Pensaba el chico, se sentía tan emocionado, feliz y sobretodo, enamorado. Nunca había sentido esta sensación, pero el chico del que tanto estaba enamorado si le hizo sentir así, le hizo conocer el amor.

De la emoción, casi no pudo dormir.

El bosque encantado // Guapoduo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora