𝟏𝟐

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Cellbit se encontraba en la sala de hospital, la sala donde descansaba el amor de su vida. Había pasado casi un mes desde todo lo sucedido, y su novio no daba señales de poder despertar, los médicos tampoco están seguros si lo logrará. Los padres y la hermana de Roier estaban destrozados, iban a visitarle al hospital siempre que podían.

El padre de Cellbit está encerrado en un calabozo mientras espera al juicio, el cual no tardará en llegar. El pequeño chico de ojos azules y su hermano residen ahora en un centro de acogida, donde además están con terapias y demás, aunque ni Richas ni Cellbit no saben que pasó al final con su madre.

Se podría decir que todo en parte "mejoró" para Cellbit, pero le faltaba esa parte que le llenaba, le faltaba Roier. Si no tuviera la esperanza de que podría vivir, ya habría acabado con su vida, simplemente no puede imaginarse estando sin el. El le salvó de caer en un oscuro pozo en el que no sería capaz de salir, Roier es un ser de luz, el no merece morir, ¿Por qué tuvo que pasarle a Roier y no a el? Ver a sus suegros llorando le destrozaba completamente, no quería seguir viendo a Roier en ese estado, no aguantaba más.

El chico intentaba dejar todos esos pensamientos atrás, ir todo los días junto a su amado a leerle, a hablarle como le fue el día, pequeños secretos que nunca le contó, etc. Su único motivo para vivir era la esperanza de que su novio aún podría vivir.

Su hermano también es prioridad, pero el ya no está siendo maltratado por su familia, el por fin es feliz y va a poder vivir en un ambiente bueno, así que si llega a morir, Richas podría vivir bien, ¿No?

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Cellbit andaba por los pasillos del hospital, yendo de camino como de costumbre a la habitación de su guapito, a esa fría sala que tanto odiaba. Las paredes eran de un color blanco puro, había una ventana enorme, 2 sillones justo delante de la camilla donde reposaba su amado, y unos cuantos muebles los cuales la mayoría contenían aparatos médicos. El chico de ojos azules traía consigo un comic de Spiderman, el superhéroe favorito de Roier. Continuó leyendo donde terminó la última vez que vino y enseñándole cada viñeta al Roier dormido. Cada día se sentía con menos esperanzas y con menos ganas de salir de la cama, pero sabía que el chico despertaría, abriría los ojos y le daría un suave y cálido beso.

La rutina seguía, no había día en el que Cellbit no le fuera a visitar, pasan los días, las semanas y los meses.

Ya habían pasado 3 meses desde el accidente.

Se encontraba como de costumbre en la sala de hospital, hablándole de todo lo que querría hacer cuando crecieran.

-- Tendremos un gran castillo donde viviremos juntos, adoptaremos un hijo y lo cuidaremos juntos, también tendremos un perrito... -- Hablaba feliz, mientras daba vueltas por la sala. Justo en ese momento, una enfermera entró al lugar.

-- Perdone, necesito hablar con usted, es sobre el paciente --. El tono de la enfermera era suave y tranquilo, así que no alarmó a Cellbit. -- El paciente está dando señales de poder despertar pronto, no estamos al 100% seguros, pero hay bastantes probabilidades de que despierte de aquí a mañana --. La mirada de Cellbit se llenó de felicidad, sin poder creer lo que estaba escuchando.

-- Muchísimas gracias, de verdad, gracias --. Dijo el joven, son una sonrisa de oreja a oreja y casi llorando de la felicidad, la enferma le dio una última sonrisa y salió de la sala, volviendo a dejar a los 2 chicos solos. Cellbit miró directamente a Roier, dando saltitos de felicidad --. ¿Oiste, guapito? Por fin vas a despertar, te vas a poner bien y vamos a poder por fin estar juntos y poder llegar a vivir toda esa vida juntos que tanto deseamos --. El chico llevaba tiempo sin sentirse tan bien, tan feliz. Tiene claro que le dijeron que no estaba 100% confirmado, pero no le importaba, tenía que aferrarse a ese sentimiento de felicidad. Pasó todo lo que quedaba de día hablándole a Roier de todo lo que harían juntos cuando despertara: volverían a tomar un batido o un helado juntos, irían a la playa, viajarían por el mundo, bailarian suaves melodías pegados, etc.

Ese día durmió en el pequeño sillón al lado de Roier, quería estar en el momento en el que despertara, que supiera que estuvo en todo momento ahí. Llegó el día siguiente, eran las 10 de la mañana, se despertó escuchando demasiado ruido, abrió los ojos y la camilla de Roier no estaba ahí, sus ojos se iluminaron instantáneamente, eso significaba que había despertado y le habrían llevado a otra sala. Se acomodó el pelo de cualquier manera y salió corriendo de la sala para buscar a su novio. Después de correr por unos cuantos minutos, encontró a la enfermera a cargo de Roier. Aunque rápidamente pudo notar que el rostro de la chica no era de felicidad, si no de tristeza. Rápidamente bajo la velocidad en la que corría, llegando a donde estaba la mujer.

-- ¿Roier despertó? ¿El está bien? -- Preguntaba mientras respiraba con rapidez por los largos minutos en los que corrió. La enfermera miró al segundo a los ojos, se veía en su rostro la preocupación.

-- Joven, esta mañana Roier comenzó a tener convulsiones fuertes, ahora mismo está siendo tratado por médicos, no se si va a salir de esta --. En ese momento todo el mundo se le vino abajo a Cellbit. Intentó mantener en su cabeza que había posibilidades de que viviera, pero ya no se podía aferrar a nada, simplemente se sentó en una silla de las salas de espera, esperando a que llegará un doctor o doctora para decirle que su guapito estaba bien, que fue una falsa alarma, que va a despertar, que todo estará correctamente. Pasaron las horas y la familia de Roier también llegó, Cellbit pudo notar toda esa angustia en sus rostros, la misma angustia que el sentía.

Ya no podía más con el sentimiento de culpa.

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¡¡Hola!! Ya se que prometí no tardar tanto en actualizar pero, soy hombre, todos mentimos.

Espero que a la siguiente no tarde 80 años en volver, tenerme paciencia. D:

El bosque encantado // Guapoduo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora