Like a red balloon about to burst

Purple lips

De todos los grandes salones que tenia el instituto se iniciaba la bienvenida a otros centros de la educación. Eran centros que al igual que el IAEE eran prestigiosos, costosos y de educación exclusiva en sus respectivas zonas. Era bastante hermoso ver como los estudiantes al reencontrarse con ciertos compañeros se emocionaban, se abrazaban, se tomaban de las manos. Los minutos pasaban ansiosos, tomaban asiento la mayoría de los jóvenes en sus sillas asignadas sin parar de hablar; todos callaban cuando los pasos del director hacían eco por el salón. El director era un hombre bastante alto, su apariencia era bastante seria a comparación de los demás directores que se colocaban en el escenario. En la primera fila de asientos, estaban los estudiantes más relevantes. Aunque todo parecía ser tranquilo y organizado, había mucha tensión entre ellos, algunos se lanzaban miradas juguetonas. Entre esos estudiantes los más llamativos para la vista eran dos pavos reales que por sus hermosas tonalidades robaban la atención de los más jóvenes del salón.

Un chico con una hermosa cabellera azul marino, Gyo-won y una chica preciosa albina que a diferencia del joven esta tenía colores totalmente vacíos. Los ojos vacíos de Gyo-won se deslizaban viendo a la joven peliblanca, su pelo blanco ondulado cubría parte de su rostro, pero lentamente volteaba su cabeza dejando ver sus ojos morados que lucían como dos piedras amatista. Una hermosa tensión entre ellos se formaba, sus ojos se reencontraban por varios minutos sin ningún tipo de expresión en sus rostros. Era extraño, normalmente Gyo-won no le prestaba atención a otras personas, ¿quizás esta sea una excepción?

Quizás era una excepción. Sus nombres eran llamados al escenario "Gyo-won y Lucille, por favor suban al escenario para firmar la paz; la primavera está por comenzar". Sin pensarlo se levantaban caminando con la mayor delicadeza que podían, se reencontraban de frente otra vez observándose entre si con el mismo tipo de tensión. Dandose la vuelta firmaban un gran papel blanco con unas plumas. Todos aplaudían desde sus asientos.

A pasar los minutos la mayoría de los estudiantes salían del gran salón dejando solos al grupo de amigos de Gyo-won y a Lucille, aquella chica albina. Ellos aún seguían mirándose con seriedad, hasta que el delicado rostro de Lucille cambiaba porque estiraba sus ojos almendrados burlándose de los rasgos físicos del pavo real. _. ¿Aún te sientes afortunado de haber nacido en la primavera?_. Preguntaba con una voz melancólica y profunda.

_. ¿Aún te sientes afortunada de haber nacido tan estúpida?, Lucille... Cada vez más blanca que el polvo que respira tu padre._  La joven reía bajo. Gyo-won levantaba sus cejas observándole de forma despectiva con una sonrisa de sadismo.

_. ¿Tanto te molesta que pregunte si aún te gusta ser el centro de atención?, que pesado eres, que poco educado... Vamos Gyo, recuerda cuando éramos solo unos niños tontos en busca de la atención del público. Tú arruinaste mi vestido porque sabías que iba a ganarte en ese concurso, me alegra mucho que te expulsaran de la academia años después._ La joven albina terminaba de hablar viendo como a su compañero se le borraba la sonrisa, apretaba sus puños por unos momentos al recordarle ese momento, él se quedaba callado mirándola mordiéndose sus labios carnosos. _. Aún eres el niño de la primavera después de todo. No arruines nada este año, nada de bromas._

Gyo-won respiraba profundo como si tratara de buscar paz en sus pensamientos, sonreía otra vez al igual que Lucille, con esa sonrisa tan extrañamente amigable lo acompañaban sus plumas que poco a poco se levantaban de forma lenta en forma de amenaza... Somchai y Jun-seo se miraban algo preocupados preguntándose si debían de huir de aquel salón porque sabían que estaban a punto de discutir.

_.Sabes, una pasta de dientes te haría muy bien en esa hermosa boca que tienes, que pena que tenga una dueña que le guste hablar tanta mierda..._.