Deseo I Jujutsu Kaisen One Shots

⛩️Toji Zenin⛩️

Me vale que diga que es Fushiguro, para mí hoy es Zenin porque su esposa soy yo y no va a tener mi apellido pedorro.

Spoiler: Este sí termina bien.

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Tras una escandalosa pelea con mis padres después de salir de la hacienda de aquel hombre con quien me habían prometido sin importarles mi felicidad, entro a mis aposentos donde el futón con decoraciones de cerezo me espera para echarme a llorar.

No quiero casarme con alguien que me impongan y las lágrimas que lentamente van empapando la tela del futón y derramando mi maquillaje lo demuestran. Por más que intento llorar en silencio, la garganta me traiciona y deja salir fuertes sollozos que espero opacar con la almohada a la que mis brazos se aferran con fuerza.

La abrazo sin querer soltarla. La abrazo como si fuera él. Aquel a quien sí amo de verdad. Con quien desde que nos conocimos empezamos a planear nuestra boda junto a la vida que tendríamos. Toji del clan Zenin es con quién me quiero casar, no con Satoru del clan Gojo, a quien solo conocí por un par de horas.

Conocí a Toji hace un par de años cuando una tormenta de nieve asoló el pueblo. Mis amigas y yo decidimos ir a comer al nuevo restaurante de udon que recién abría sus puertas. Nunca pensamos que la tormenta llegaría justo después de marcharnos. Era tan fuerte que apenas podíamos ver algo mientras caminábamos buscando algún rikisha. Todo es literalmente borroso. No recuerdo en qué momento las perdí de vista, pero por más que gritaba sus nombres ninguna respondía. Yo caminé derecho creyendo que encontraría algún lugar dónde refugiarme o que al menos podría volver al restaurante.

Fue entonces cuando lo vi. Su cabellera negra lisa cayendo por su rostro. Estaba entre la nieve cubriéndose únicamente con un kimono negro. No se movía y por un momento pensé que se trataba de un borracho que se quedó dormido. De igual manera me acerqué, él necesitaba ayuda y yo también.

Cuando me agaché a su lado pude ver que estaba totalmente consciente, pero su mirada estaba perdida. Insistí en que se levantara pero solo negó con la cabeza diciendo:

—Déjame aquí, estaré mejor enterrado bajo la nieve.

—Si te quedas aquí la nieve te matará de frío.

—Que lo haga —respondió con gran tristeza—. Igual ya estoy muerto para todos.

El tono de voz con el que dijo cada una de sus palabras tentó mi corazón queriendo ayudarlo en lo que pudiera.

—Para mí estás vivo —toqué su pecho para demostrarlo—. Tú corazón sigue latiendo.

—¿Qué puede tener de vivo alguien que se la pasa triste e inundando sus penas en apuesta? —seguía sin mirarme a los ojos, como si yo no estuviera ahí—. Alguien que para su clan ya no existe.

—Todos merecen la oportunidad de ser felices y ser aceptados. Veras que tú felicidad empieza con una taza caliente de té. Ven conmigo —busqué su mano helada entre la nieve mientras le sonreía, pero me es desconocido si la nieve lo dejaba siquiera ver mi rostro—. Te diré porque tu vida no tiene que terminar así.

Desde que tomé su mano no la soltó hasta que llegamos al primer lugar que encontramos como refugio, el cuál afortunadamente fue una posada donde nos vendieron algo de té. Desde entonces ninguno pudo separarse del otro.