"Una chica muy rara..."

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En ecomoda, las cosas seguían su ritmo normal. En la planta ejecutiva, como siempre, las secretarias participaban de un 911 en el baño (SALA DE JUNTAS DEL CUARTEL) aprovechando que todos los jefes estaban en el lanzamiento de la última colección. La única que hacia su trabajo en ese momento, en un confortable despacho de la presidencia era: Beatriz Pinzón Solano, asistente del presidente. Estaba sumamente triste, pues muy pronto tendría que abandonar a su Don Armando.

Suspiró... El balance ya estaba listo para la junta de mañana, todo marchaba muy bien en la empresa. Ahora quería verlo por última vez antes de la reunión. Era un llamado desesperada de su corazón y también de su cuerpo, pese a que éste último nunca podría complacerse...

Betty tenia que marcharse por varios motivos; primero porque su pasado... un pasado que nadie conocía, ni siquiera Nicolás (Su mejor amigo) estaba siempre ahí cerca, amenazante... Era un pasado que la abrumaba y le hacía recordar la mujer que alguna vez fue y a la que mató y enterró hace mucho tiempo, para poder seguir con una vida llena de misterios y soledad, pero en paz. Por que “Betty, la fea”, era una mujer de muchos misterios y secretos ocultos bajo ese capul.

Otro motivo era porque estaba profundamente enamorada de su jefe y sabía que no iba a soportar verlo casarse con su novia de toda la vida... Pero la razón más importante para marcharse era que no quería poner en riesgo a su don Armando...

Betty ya tenía asumido que sería por siempre una mujer triste y sola, sabía que ese era su destino. Por mucho que lo amara, no podrían estar juntos nunca... Tenía miedo que a él le pasara lo mismo que al resto de los hombres que se acercaron demasiado a ella con interés...

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Armando por su parte, esperaba que terminara el desfile, estaba desesperado por ir a ver a su amiga y asistente, le había dicho que iría por ella al terminar el evento, quería llevarla a su casa, ya que se quedó hasta tan tarde terminando el balance para la junta de mañana, no iba a permitir que se fuera sola, ¡ni más faltaba! No entendía que le pasaba con la joven, pero cada día la quería más cerca, la necesitaba más...

Eran los mejores amigos, tenían mucho en común... Hablaban de todo y él se sentía tan bien junto a ella, pero tenerla como su amiga, su mano derecha ya no le era suficiente, sentía que necesita más y cuando se veía preso por esos ojos negros, ansiaba tomarla entre sus brazo y no soltarla jamas...

Pero Betty no sólo era una mujer inteligente, era también muy rara y misteriosa... Percibía en ella las mismas ansias, la sentia vibrar con su acercamiento para luego ponerse nerviosa y alejarse como si se quemara... Nunca le permitió más que cortos abrazos de amigos, éso si, manteniendo la distancia y luego alejandose como si tuviera miedo a algo...

Con los demás era muy gentil pero no les permitía aproximarse demasiado, prefería estar sola en su oficina y su vida privada era eso; muy privada. Nadie sabía casi nada de ella, solo que sus padres habían fallecido y que tenia dos hermanas que vivían en Medellín. Pero nada más. No sabía si tenía más familia, o novio y sólo él sabía donde vivía, porque más de una vez le insistió en llevarla a su casa después de una dura jornada de trabajo, claro que nunca lo invito a pasar y la curiosidad lo carcomia...

Apenas terminó el desfile se despidió de sus padres y de Marcela y se fue directo a Ecomoda... De pasada compró una rica pizza y mucho jugo de mora para “su amiga Betty”, sabia que le gustaba e imaginaba que estaba muerta de hambre en la oficina a estas horas.

Al llegar no encontró a nadie, sólo el guardia de seguridad. Las secretarias ya se habían ido para sus casas, incluso Aura Maria, que prefería perder la paga a quedarse haciendo horas extras con el baboso de Gutierrez.

MI DULCE BRUJITA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora