Cap.01

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El lugar olía a sexo por todas partes, todas las personas bailaban restregando se unos en otros aún sin conocerse, no se oía nada más que la música a todo volumen apunto de explotar las bocinas. Pero eso parecía no importarle a nadie, bailaban, saltaban, gritaban, besaban.

Rodeé los ojos al ver cómo otro chico se acercaba a mi con claras intenciones de llevarme a un hotel, tomé mi vodka de un sorbo mientras se sentaba junto a mi en la barra.

—No estoy interesada. — hablé antes de que pudiera hacerlo él.

—Vamos linda, una noche conmigo.

—Te dije que no. — lo miré de reojo mientras mis ojos brillaron en un violeta intenso, pero parecía tan drogado que no le tomo importancia.

—La pasaremos bien, no estarás sola esta noche. — se acercó aún más.

—Lo repetí dos veces. — murmuré antes de tocar su hombro, al segundo salió corriendo a algún lugar.

Pedí otro vodka, cuando me lo dieron baje del asiento y dirigirme a la zona VIP del lugar, enseñe mi pulsera que pedían para pasar, al estar en lo más alto me acerque al barandal y me recargue ahí.

Ubiqué a las personas que buscaba en el extremo de la barra del otro lado de donde yo estaba anteriormente, sonreí de medio lado cuando el Capitán rechazaba a dos mujeres que se le estaban insinuando.

Lo que pasó a continuación puedo decir que dió un poco de risa. De la misma planta en la que estaba yo, pero del otro lado, dos hombres cayeron a planta baja porque al hombre de un brazo de metal se le ocurrió la fantástica idea de, mientras peleaban, aventarse contra el otro hombre, haciendo que cayeran.

Solté una pequeña risa al ver cómo todas las personas alrededor empezaban a gritar y de igual manera, a correr, o intentándolo, pues habían bastantes personas por todas partes.

—Que desastre has causado, Soldat.

Personas armadas empezaron a aparecer, por lo que mis compañeros empezaron a pelear contra ellos, no lo admitiría en voz alta, pero se veían sexys de esa manera, escalofriantes, pero sexys.

—Merde — hice una mueca al ver como un imbécil clavaba una navaja en la pierna del soldat. —.Con mi hombre no.

El imbécil que le hizo daño empezó a gritar como loco y a correr en círculos hasta que agarró su propia pistola, apuntar, disparar para volarse la cabeza, todos parecieron atónitos.

Me pasé, por supuesto que sí, pero tenía una excusa para haber hecho eso y no lo discutiría con nadie.

La pelea continúo, aunque Bucky estuviera herido aún así peleaba y daba una buena lucha, como siempre. Cuando las cosas se complicaban, ayudaba un poquito, pero estuvo tan centrada en ellos que apenas pude esquivar la bala que iba en mi dirección.

Giré para ver cómo otro imbécil me volvía a disparar, le quite el arma y decidí que podía divertirme yo también, pero lo que no tome en cuenta es que llamaríamos la atención de todos los de abajo.

Maldije en voz baja al escuchar pasos apresurados en la escalera, que venían en dirección mía. Rompí el cuello del imbécil y decidí que tenía que irme antes de que me vieran aquí, pero antes de intentarlo ví como le disparaban con un misil, un misil, a los dos dioses que estaban juntos.

Controle a la brujita un momento, sacando más poder del que demostraba, sacó el misil hacia arriba, directo al cielo, mientras que tiraba a los hombres que estaban en las escaleras y los que estaban abajo, destrozando sus mentes.

Me detuve en el momento en que Romanoff gritó a la bruja que parará, los ojos de esta dejaron de ser violetas para volver a su color natural, parecía desconcertada.

Sentí culpa al darme cuenta de lo que había hecho, pero lo deje de lado al recordar que había salvado a mis compañeros. Me di cuenta que era el momento de irme cuando todos empezaron a comentar las cosas extrañas que pasaron durante la pelea.

—Nos vemos luego, mes amours.

El Poliamor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora