𝐓𝐑𝐀𝐏𝐏𝐄𝐃, newt and thomas

𝐔𝐍𝐎.

༄˚⊹ 𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗼𝗻𝗲; LA LLEGADA DE LA NOVATA.

ME DESPERTÉ DE GOLPE al escuchar cómo unos engranajes emitían un ruido fuerte y seco. ¿Dónde cojones estaba? Me sobé la frente mientras me incorporaba, quedando sentada, tratando de refrescar mi memoria y descubrir qué había hecho para acabar ahí, en lo que parecía un viejo ascensor con rejas de metal, pero me sorprendí a mí misma dándome cuenta de que no me acordaba de nada. Y cuando digo de nada no me refiero a que se me haya olvidado por qué o quién me ha metido aquí, sino a que no recordaba siquiera mi nombre, mi edad o mi rostro. ¿Qué estaba ocurriendo?

Tratando de mantener la calma (algo bastante complicado teniendo en cuenta mi situación en esos momentos), me centré en lo importante: hacia dónde me dirigía ese ascensor que no paraba de subir a gran velocidad.

Observé a mi alrededor con detenimiento y pude distinguir un par barriles, algunas cajas con latas de conserva, botellas con dentro a saber qué y tarros de cristal. También había otros muchos objetos entre los que pude distinguir ropa, armas y demás. ¿Es que acaso me iban a dejar aquí encerrada y tendría que apañármelas para sobrevivir con esto? ¿Pero qué narices había hecho yo para merecérmelo? La rabia y la desesperación comenzaron a crecer en mí; me frustraba no recordar nada de nada.

Miré hacia abajo para ahora observar mi atuendo, el cual consistía en una chaqueta de chándal, unos pantalones cargo y unas botas militares. Todo negro. Joder, parecía una maldita espía.

Otro ruido me hizo agarrarme con firmeza al metal que tenía por debajo de mí, pero esta vez noté como el ascensor se detenía de una vez por todas. Una luz roja cubrió entonces todo mi campo de visión, y tras esta sonó una alarma como cuando se permite el acceso a un lugar. Después la luz roja cambió de color, ahora verde, y luego volvió a quedar todo a oscuras; mi respiración agitada rompiendo el absoluto silencio que reinaba ahí mismo.

Cerré los ojos y me los tapé con la mano al ver cómo unas puertas por encima de mí se abrían, dando paso a un gran pasillo de luz que al principio me cegó. Me apresuré y cogí una navaja que tenía a mi lado, en un estuche de armas afiladas, escondiéndola en el bolsillo de la chaqueta. ¿Quién sabía lo que me encontraría al otro lado? Me tumbé de lado, cubriéndome el rostro con mi propio brazo, pero dejándome un poco de espacio para poder ver.