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(Con Percy)
"Oh, de verdad", contestó Percy suavemente, mientras se volvía para mirar a la chica mayor, sus ojos recorriendo su esbelta figura, antes de centrarse en su cara. Pensó que era realmente hermosa, con sus ojos oscuros de obsidiana, la nariz ligeramente respingada, los pómulos altos y la piel cobriza. Si a eso le añadimos la intrincada diadema de plata que llevaba trenzada en su largo y oscuro cabello, parecía una especie de princesa persa.
Era preciosa.
Aunque no de un modo humano.
Thalia era hermosa, incluso con la estética punk -si acaso él encontraba que toda esa cosa punk le añadía encanto-. Como también lo eran ambas, Bianca, Phoebe, y la mayoría de los semidioses, especialmente los hijos de Afrodita/Venus. Digan lo que quieran sobre los inconvenientes de ser una semidiosa, al menos tenías garantizado estar buena.
Pero la belleza de Zoe era diferente a la de sus compañeros y a la de muchos de los otros semidioses que había conocido y visto, era más remota y exótica.
Carecía de la humanidad y la calidez que eran tan evidentes en los rasgos de una semidiosa normal y ardiente.
La de Zoe era una belleza sin edad, regia y extraña.
Su atractivo era tan bello como las propias estrellas, aunque igual de distante.
Se parecía mucho a la belleza de un dios. Era inhumana de un modo que a veces resultaba casi desagradable, a pesar de lo radiante que era.
A pesar de toda la humanidad, personalidad y encanto que un dios o diosa podía rezumar cuando quería, era poco más que un barniz superficial, un acto cuidadosamente fabricado. Copiaban la forma de actuar de los humanos, casi a la perfección. Pero solo imitaban el comportamiento humano, interpretando el papel que habían elegido en ese momento.
En el fondo eran completamente diferentes a los mortales, incluidos los semidioses, en casi todos los aspectos posibles.
El tiempo no tenía sentido para ellos, no realmente.
Sus emociones y sensibilidades eran tan diferentes a las de un humano normal, tan anticuadas y ajenas, que bien podrían ser de otro planeta.
Sus apariencias externas eran igualmente una farsa, una cáscara perfectamente elaborada.
Podían cambiar de aspecto a voluntad y aparentar lo que quisieran o a quien quisieran, por lo que en el fondo no eran nada, no realmente.
La fluidez constante, deliberada, casi cínica de su apariencia y personalidades externas, era la antítesis misma de la humanidad.
Donde los humanos nacían, y en muchos sentidos eran inmutables en su corta vida; el producto de generaciones de ADN y genética, mezclándose y combinándose; un ejemplo perfecto de evolución generacional, cambio y adaptación; los dioses eran meros imitadores muy hábiles. Eran fraudes antinaturales, que intentaban imitar la misma cosa que hacía a los humanos tan humanos. Pero no para poder comprenderlos mejor. Si no para poder manipularlos, engañarlos y jugar con ellos como y cuando quisieran.
La belleza de los dioses era en el fondo fea.
Eran una contradicción malformada, una aberración de la naturaleza, y en más de un sentido.
En menor medida, y de la forma más agradable posible, Zoe Belladona le recordaba a los dioses.
Por fuera era bella y agraciada, pero por dentro era fría, dura y calculadora. Su apariencia exterior era poco más que un bello barniz que distraía la atención del ser fuerte y poderoso que llevaba dentro. Un ser que estaba tan alejado de los tiempos que ni siquiera tenía el mismo léxico que los que la rodeaban. Era una mujer, con forma de niña, que había pasado tantos años incontables en compañía de la Artemisa y sus niñas exploradoras inmortales, que había perdido todo rastro de la humanidad que alguna vez pudo haber tenido.
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Una luz en la oscuridad
Fiksi PenggemarBueno primero esta historia no es mia solo me dieron permiso de traducirla su creador es Greed720 (Aplausos) espero que la disfruten por favor si les gusta seguir al creador de esta historia. También si serian amables en decirme, si hay alguna parte...