Snow

163 8 1
                                    

El bosque de dioses era su refugio, sentada bajo el árbol corazón mirando el claro lago que había junto a este, el sol se colaba entre las ramas iluminando el lugar, pero ni así dejaba de penetrar el frío y el olor a tierra húmeda y vieja.

- Las damas no presencian este tipo de cosas Jeanne - su padre no le había permitido acompañarlo a él y a sus hermanos a la ejecución de un desertor de la guardia nocturna - permanece aquí con Sansa y Arya.

- Tal vez a la siguiente tengas más suerte hermanita - Robb pasó a su lado encima de su caballo y le revolvió el pelo haciéndola sonrojar.

- En un rato vuelvo hermana. - luego fue Bran el que le dio una sonrisa.

Jon solo le había dedicado una mirada y siguió su camino. -¿Que miras Greyjoy? - hablo solo cuando el pupilo de su padre miraba a la joven con maña, cosa que la molestaba e incomodaba.

-"Las damas no ven este tipo de cosas" - resoplo molesta, mientras tiraba una roca al estanque. - No soy una dama. Nunca seré más que una bastarda.

Jeanne era melliza de Jon, ambos eran los bastardos Snow. La única diferencia era la piel clara de Jeanne y los ojos violeta. De allí su cabello era oscuro como la noche igual que el de su hermano. Solían recordarle lo hermosa que se veía, pero eso no le interesaba más que la espada y el arco. Desde que era niña pensaba constantemente en eso. Ella siempre sería una bastarda no una dama, y si se le llegaba a olvidar lady Catelyn estaría allí para recordárselo. Siempre la miraba a ella y a su hermano con rencor, y desprecio. Cuando su padre la hacía tomar lecciones con Sansa y Arya a Catelyn le disgustaba y no lo disimulaba en absoluto. Solía decir que no era apropiado que una bastarda estuviera junto a niños nobles de cuna, así que la hacía marcharse. Coser, tocar instrumentos, bailar y cantar se le daba bien. Pero no le gustaba.

- Padre, por favor- recordó como le había suplicado a su padre ese día - No soy una dama, no me casare con algún lord nunca. Se hacer todo lo que me pediste y mejor. Soy una bastarda padre, no soy legítima. Déjame aprender el uso de la espada. Por lo menos quiero servirte de manera útil en la vida.

Su padre se lo había permitido, pero aun así tendría que seguir con sus lecciones junto a sus media hermanas, pasar tiempo con Arya no era algo que le disgustara, pero Sansa era igual a su madre. Así que la relación con ella no tenía futuro alguno. Con la espada era veloz, fuerte y ágil. No supo en qué momento se quedó dormida, acurrucada junto al tronco del árbol corazón. Hasta que sintió como que le acariciaban el rostro y que la miraban. Abrió lentamente los ojos encontrándose con el rostro de su padre. El cual le sonreía.

- ¿Porque te dormiste aquí afuera? - pregunto el acomodándose y acercándose a una roca junto al estanque - te puedes enfermar Jeanne.

- Yo nunca me enfermo.

- ¿Sigues molesta, hija? - el silencio fue su respuesta - debes entender Janne, no son lugares para que tú estés.

- Padre, yo no comprendo. No se que sentido tiene el que yo tome lecciones todo el tiempo. No soy una dama como Sansa o Arya. Si me quedo aquí así lo máximo que llegaré a ser aquí será la niñera de los hijos de mis hermanos. Y si es que me lo permite lady clatelyn, yo quiero más para mi. Quiero cabalgar, empuñar una espada y sentirme valiente.

El hombre la miró por un rato y sonrió mientras limpiaba a Hielo con un paño en el estanque.

- Me recuerdas tanto a tú madre.. - parecía triste.

- ¿A mi madre..? - apareció un brillo en sus ojos, su padre nunca le había hablado de ella. Y parecía que ahora por fin lo iba a hacer. Se levantó rápido y se acercó a él gateando. - ¿Como era ella, padre? ¿Sigue viva?

Los Bastardos SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora