Chimæra | E. pevensie

( 𝐯𝐢𝐢𝐢.)

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       EDMUND PEVENSIE miro hacia la proa del el bote donde Lucy y Trumpkin estaban sentados en silencio antes de regresar su atención a mí. "¿Está tan amargado por todo?" Su voz fue baja para que solo mis sensibles oídos puedieran escuchar.

Al darme cuenta de que se está refiriendo al enano y su cinismo con respecto a los Reyes y Reinas Antiguos, me trago la risa. "Espero que no."

Él sonríe mientras reajusto mi agarre en la popa, tirando de mi cuerpo un poco más lejos del agua para descansar mis brazos a lo largo de la suave cornisa de madera.

"Espera", murmuro, cerrando los ojos por un segundo. Mi mandíbula se aprieta cuando siento que el cambio de protesta fluye a través de mí una vez más. Haciendo todo lo posible por pasarlo por alto, me dedico a alargar mi cola hasta que casi se duplica en tamaño. Un suspiro de alivio se desliza por mis labios cuando termina.

"¿Sólo algún moretón ocasional?" Pregunta, repitiendo mis propias palabras con sarcasmo. A pesar de sus bromas, Edmund parece totalmente poco impresionado mientras espera mi respuesta.

Con un giro dramático de mis ojos, suelto otro suspiro y retiro brevemente el velo pintado sobre mi piel, revelando cicatrices y moretones de todos los colores y matices. "¿Preferirías que supieran todo el daño?" Disparo de vuelta. El rostro de Edmund se desploma mientras toma mi verdadera apariencia por el fugaz momento en que es visible, luego me pongo el velo de nuevo y él parpadea hacia mí en estado de shock. Simplemente levanto una ceja al Rey, mi mirada dice: ¿ves?

Continúa mirando aturdido, con las cejas juntas por la preocupación. "Por qué...?"

Inhalo profundamente por la nariz, considerando la mejor manera de explicarlo. "Las quimeras aprenden a cambiar al igual que los humanos aprenden a caminar. Es una habilidad innata, pero mis padres no me enseñaron. Cornelius y los narnianos sabían lo suficiente como para ayudar, pero no lo he perfeccionado exactamente".

Su ceño se profundiza con confusión. "¿Así que siempre estás...?"

Trato de no hacer una mueca visible mientras las implicaciones que me he preguntado antes circulan por mis pensamientos. ¿Soy siempre morado y rojo? ¿Tengo siempre dolor? ¿Lo escondo siempre? "No", digo.

No me cree, puedo verlo en sus ojos. Pero es la verdad. Tenaz.

"Solo sucede cuando cambio entre apariencias que son dramáticamente diferentes en tamaño", explico. "Convertir piernas en una cola es simple, a menos..." a menos que haya estado cambiando entre un ratón, un halcón, una sirena y dos formas humanas diferentes como una lunática desde anoche.

"A menos que hayas estado cambiando mucho así", agregó.

Asiento con la cabeza. "Exactamente."

Edmund comprueba el timón antes de apoyarse cómodamente en él. "Entonces, ¿tienes un favorito?" Él pide.