CAPITULO 1

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- ¿Natasha, vas a venir a mi fiesta? -. Era la voz de su padre en su contestador automático que finalmente la despertó. -Mejor que vengas, muchacha. Estoy harto de tus ausencias. Llámame.

La línea se desconectó.

Suspiraste mientras abría los ojos. Tu preferías el sueño a la dura soledad que te esperaba cuando abrías los ojos. Al menos allí, incluso en la oscuridad, luchando contra abismos de deseos demasiado oscuros para incluso nombrarlos, tenías un propósito, en vez de sus miedos.

Fijaste la mirada en el gran gorila de peluche que habías abrazado al dormir. Un regalo de tu padre cuando te marchaste con tu madre.

"Algo para mantener alejadas las pesadillas", había dicho él tristemente, aunque ya eras adulta. Pero a menudo tenías pesadillas.

-Quizá no debería haberme ido-pensabas-

Recién habías entrado al colegio, y podría haber hecho tu propia elección. Pero tu madre te necesitaba tu habías pensado que lo hacía. Ahora no estabas segura sí tu madre te necesitaba, o simplemente quería controlarte.

- ¿Natasha, ya estás despierta? -. tu madre Melanka Morozov te llamaba desde el piso inferior, cuando su voz apenas penetraba la distancia.

NARRAS TU:

Yo había instalado mi propia línea telefónica ni bien había salido del colegio y había trasladado mi habitación a la planta alta donde mi madre raras veces iba.

-Sí, mamá. Estoy despierta - grite, sentándome en la cama, imaginando la mueca de aversión de mi madre. *Era sábado, por amor de Dios. Tenía derecho a dormir.* Ya podía imaginar la expresión de mi madre si supiera que fue el llamado de mi padre lo que la despertó

Resignada, así que me levante de la cama y me dirigí a la ducha.

Yo era consciente del disgusto de mi madre por el estilo de vida de mi padre "Arman Lebedev" no se quedaba en casa, ni mantenía horarios regulares. Mi padre poseía una corporación electrónica nacional y vivía la vida como él quería. Daba cenas, asistía a obras de beneficencia y organizaba fiestas. En cambio Melanka, mi madre, prefería sus libros, su tranquilidad y todo lo que no involucrara a un hombre. Y había hecho todo lo posible para llevarme a mí por el mismo camino.

Yo realmente odiaba las fiestas. Siempre lo había hecho y sabía que siempre lo haría. Yo invariablemente terminaba yendo a las fiestas sola y siempre me iba de ellas sola. Tenía mala suerte para las fiestas. Tenía mala suerte con los hombres, la había tenido por años. Pero estaba obligada a ir a esta fiesta. Lo había prometido. ¿Qué más podía hacer que prepararme para ir?

Hice una mueca, confundida mientras consideraba mi carencia de vida amorosa. O quizás de vida sexual. No era una gran creyente del amor o del "y vivieron felices". Raramente veía que funcionara, mis propios padres eran un ejemplo de eso. Y el segundo matrimonio de mi padre parecía más inestable que sólido.

Al pensar en la nueva esposa de mi padre. Bueno, tal vez no nueva. Mi padre, había estado casado por casi tres años con Viera. Por supuesto, la mujer tenía apenas treinta y cinco años, diez menos que él, y casi diez años más que yo.

-Lo menos que él hubiera podido hacer era casarse con una mujer que tuviera mi misma edad.- susurre mientras me metía a la ducha-

Apenas podía tolerar estar en la misma habitación con Viera. La mujer daba significado al dicho "rubia tonta". Cómo había logrado relacionarse con un hombre considerado un genio que era mi padre. Tambien estaba Dimitri Volkov era el hermanastro de Viera, & según mi padre juraba que Dimitri había llevado a Norilsk Electronics, la empresa de mi padre, al estado financiero que ahora gozaba, siendo uno de los principales fabricantes de electrónica en todo Russia.

Pensar en él causaba mezcladas reacciones en mi.-pense-

Dimitri era un metro noventa y cinco de duro, compacto músculo y blanca belleza, con una cínica, burlona actitud que me volvía loca

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Dimitri era un metro noventa y cinco de duro, compacto músculo y blanca belleza, con una cínica, burlona actitud que me volvía loca. Sus tatuajes y sus besos eran de lo que estaban hechos los sueños. Sus dedos eran malvados instrumentos de torturante placer; sus labios eran capaces de lanzarme a un hipnótico trance cuando me tocaba.

 Sus dedos eran malvados instrumentos de torturante placer; sus labios eran capaces de lanzarme a un hipnótico trance cuando me tocaba

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Al pensar en eso suprimí un suspiro. Ningún hombre besaba mejor que Dimitri Volkov. Debería ser un crimen que un hombre exudara tanto sex appeal, y fuera tan idiota, además. Y era realmente un crimen que yo no pudiera superar ese único beso robado para poder disfrutar cualquier otro.

TERRIBLE TENTANCION...!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora