La alarma sonó. El martes cinematográfico comenzó.
El alcalde del estado de California, en cuanto llegó a su legislatura, indicó que cada martes habría películas al aire libre a partir de las cinco de la tarde para que adolescentes y niños pudiesen ir a verlas. Antes de que mi madre muriera, solíamos ir los tres a verlas. Subidos encima del coche, acurrucada junto a mi madre y a su pequeño que llevaba dentro, mi padre venía con palomitas y bebidas para pasar la velada. Recuerdo aquel sonido granulado de la máquina proyectando la película. Mi asombro al ver aquellas estrellas actuar y enamorarse perdidamente del hombre de traje. Nací con Grace Kelly, Birkin, Hepburn... Las admiraba increíblemente pero, sobre todo, me encantaba el ambiente del cine al aire libre. Parejas, familias, amigos... todos reunidos con el mismo fin; disfrutar de la producción. Recuerdo como mi madre suplicaba el día anterior a mi padre para que fuésemos juntos a verla. Mi padre se enfurruñaba en un primer momento pero, pronto caía en el hechizo de mi madre y aceptaba. Éramos una familia feliz, incluso más cuando Jimmy nació. Siempre quise tener una hermana o hermano. No paraba de pedirles a mis padres mi deseo, mi deseo de compartir mis cosas y vida con otro individuo, de aumentar la familia y su felicidad. Y siete años más tarde de que naciera, llegó Jimmy. El rubio platino de ojos azules, que más que estadounidense, parecía ruso o incluso, sueco. Era un niño adorable, nos llevábamos bastante bien para ser una relación de hermanos pero, como siempre, tenía sus manías que eran imposibles de erradicar.
— ¡Ella! ¡Ella! ¡Ella! Despierta. ¿A que no sabes?
—Jimmy... —dije medio dormida— ¿Siempre entrando así? ¿Qué te he dicho mil veces?
—Vamos a llegar tarde al cole, Ella. Y no puedo llegar tarde.
— ¿Y eso por qué? –dije levantándome de la cama.
—Me han aceptado en el equipo de baloncesto del colegio. Habrá competiciones, entrenamiento... Lo que siempre quise.
—Oh, rubio —dije abrazándole— Me alegro mucho por ti, enhorabuena.
—Chicos, no vais a llegar. Vestíos, desayunad y al coche.
Hicimos lo que mi padre nos había ordenado rápidamente y subimos al coche. Primero, Jimmy lo dejó y, pocos kilómetros más allá, fui yo quien abandonó el automóvil. El entorno estaba lleno de estudiantes en grupos, de pareja o amigos. Contándose todo aquello del día anterior antes de que las clases empezarán. Yo entré al pabellón y busqué mi taquilla para dejar los libros que no utilizaría en las primeras horas. 206... 206.... Sí, allí estaba. A la izquierda, una taquilla roja me esperaba. Descargué mi mochila, mientras escuchaba las conversaciones ajenas de mí alrededor. Me giré y poco más adelante enfrente estaba el grupo de Tate, y allí estaba él. Riendo y sonriendo. Hablando sin parar hasta que nuestras miradas coincidieron. Rápidamente, aparté la vista y cerré la taquilla. Oí unos pasos que se acercaban hacia mí. Que no sea él, por favor. Qué vergüenza.
—Buenos días, chica nueva –sonrió.
Yo me giré y le sonreí apoyada en mi taquilla con dos libros aferrados a mi pecho.
—Hola, Tate.
— ¿Estás conmigo en cálculo? ¿Con Curtis?
—Sí, eso pone aquí –dije refiriéndome a los apuntes que me dieron al ingresar en el instituto.
—Hola, Walker –dijo con tono risueño.
—Hey. Hola Deborah.
— ¿Te vienes conmigo a clase? El timbre está a punto de sonar.
Me miró y después la miró a ella. Deborah le agarró del brazo justo cuando la campana sonó.
—Hoy es martes cinematográfico... ¿Vas a ir? –dijo ella mientras se alejaban de mí.
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1970
Fiksi RemajaElla Cooper es una adolescente de 17 años de los años 70, la cual tras problemas pasados, se muda de ciudad. Nuevos amigos, nuevo instituto y nuevos intereses. Cooper conoce a Tate Walker; uno de los chicos más deseados del instituto. Guapo, popular...