Inefable.

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Día 3: Familia.

Jean abrió un ojo en busca de Mikasa, su mano había buscado su cuerpo frío a su lado pero no lo encontró, así que decidió ver dónde estaba ella. 

Los brazos de Mikasa descansaban a su lado, ella cara a cara con él pero alejada a unos centímetros más lejos de donde no llegaba la mano adormilada de Jean, ninguno de los dos estaba cubierto por las mantas, los labios ligeramente abiertos y sus párpados se movían. Estaba soñando y profundamente dormida..

Jean decidió que quería abrazar a su esposa el resto de la noche, no era mucho, con suerte tendrán una hora más de sueño hasta que Sasha despertara a Mikasa para que ella alimentará a su bebé. 

Metió una de su mano en entre sus piernas enganchando su mano en su muslo, jaló de su pierna atrayendo su cuerpo al de él y moviendo su cuerpo también a ella. Mikasa se fue despertando gradualmente. Primero sintió el aliento de Jean sobre su hombro, le hizo un cosquilleo por la columna vertebral, sus brazos lo rodearon por los hombros, Jean sonrió cuando sintió el toque de ella, termino de juntar sus cuerpos, chocando su torso contra el de ella, sus piernas terminan en una enredadera y Jean abrazó a su esposa quedando con la frente contra la mejilla de Mikasa. Sintió como ella rió y luego su aliento sobre su oreja.

—Extrañaba abrazarte así de cerca —susurró ella enredando sus dedos en su cabello.
—Yo extraño tu barriguita —comentó y Mikasa rió suavemente.
—Extrañas tener a Sasha tan cerca de nosotros —ella comentó y sólo entonces recordó a su amiga.

Jean también lo hizo. Ambos suspiraron pesadamente, entonces ambos abrieron los ojos mirándose fijamente. 

—Sasha estaría muy feliz de que me case contigo.
—Sasha no paraba de molestarme con eso —agregó Mikasa con una sonrisa.

Jean río a carcajadas imaginando aquello y Mikasa se quedó atontada mirando su rostro arrugarse con sus expresiones. 

—¿Quieres que vaya por Sasha? —preguntó Mikasa cuando noto su rostro entristecer.
—Déjala dormir, ayer tuvo una noche difícil —susurró él.
—Nosotros también... Deberíamos dormir -Mikasa arrugó su nariz y se acercó más a él.
—Te dejaré dormir mañana hasta tarde y yo cuidaré de Sasha... 

Ella negó con la cabeza.

—¿Qué hay de Jaden? —cuestionó ella.
—¿No confías en mí para cuidar de nuestros hijos?

Negó con la cabeza cerrando los ojos. 
—Confió demasiado en ti, sólo que me gusta cargar a Sasha y ver cómo Jaden juega con ella. 

Él sonrió apretando más el cuerpo de Mikasa al suyo, acaricio su espalda delgada y enterró el rostro en su cabello negro, lacio y suelto que olía a su champú. 

—¿Jean? —ella se confundió un poco y acarició el cabello de su esposo.
—Te conté de mi sueño... ¿Verdad? 
—Como cien veces —contestó con voz dulce.
—En ese momento nunca creí que llegaría a ser verdad. De verdad, nunca.

Mikasa tomó su rostro entre sus manos, y empezó a dejar besos por toda su cara. Sus mejillas, cerca de sus labios, por el puente de su nariz puntiaguda, llegando a su frente y besando sus sienes hasta que fundió sus labios contra los de él. Asegurando que todo lo que estaba viviendo era real, que ella era real, que sus hijos eran reales. 

—Soy real, tus hijos son reales... Se llaman Jaden y Sasha. Jaden se parece a mi, pero tiene tus ojos, es un niño que se va por la segura y es tímido... Sasha se parece a ti, sin embargo tiene mis ojos, y creo que se parecerá a ti en carácter... Vas a necesitar una manera de cómo tranquilizarla -—Jean se rió a carcajadas.
-—También soy real, Mikasa —aseguró Jean.
—Lo sé. Te amo Jean —declaró Mikasa abrazando a su esposo muy cerca de ella.

No había nada más en este mundo que en ese momento importará, sólo era Jean abrazando a su esposa, tan cerca que podía sentir su corazón latir contra su pecho, Mikasa cerró los ojos sintiéndose completamente segura en sus brazos, unas caricias después Mikasa se quedó profundamente dormida contra él. Jean cedió unos minutos después completamente embriagado por el aroma que ella brindaba. Además era extremadamente fría y el muy caliente así que dormir así les hacía bien a ambos para regular su temperatura.

Dos horas después, el llanto de Sasha despertó a ambos, ya eran alrededor de las ocho de la mañana, muy temprano como para un sábado, sin embargo, tenía que alimentar a su bebé.

—Yo iré por Sasha, tú acomódate bien.

Jean dejó un beso en su frente desenredando su cuerpo del de Mikasa. Ella se quejó inmediatamente, suspiro pesadamente, se acomodó en la cama despertando muy apenas de su sueño profundo y cálido que estaba teniendo. Él rubio ceniza camino hasta la cuna de Sasha, donde la bebé estaba haciendo un berrinche a todo pulmón. 

—Ya está, ya te llevaré con mamá. Ven aquí preciosa —Jean sujeto a la bebé entre sus brazos. 

Ella reconoció inmediatamente el olor de su papá y se calmó un poco, él la arrulló hasta llegar a la cama donde le pasó al bebé a los brazos de la azabache. Mikasa acunó a su bebé contra su pecho haciendo que ella se enganche y empiece a beber de ella.

—Tranquila bebé —su mamá empezó a acariciar de arriba a abajo su cabeza haciendo que su hija cierre los ojos suavemente.
—Apoyate en la cabecera. ¿Quieres que te traiga algo, hermosa? —preguntó.
—No. Estoy bien... ¿Puedes besarme?

Jean asintió con la cabeza.

—Ni siquiera deberías decírmelo.

Sus labios se dieron un casto beso, sus corazones se alocaron por un segundo e incluso Mikasa se sonrojó un poco.

—Iré a ver qué está haciendo Jaden, llámame cualquier cosa, Mika.

Ella asintió con la cabeza concentrándose en hacer que Sasha cierre los ojos y vuelva a dormir.

Tiene siete meses de nacida y es la pequeña más mañosa que ella haya conocido. Sin embargo, estaba segura que iba a extrañar a su bebé. Eso pasó con su hijo mayor que ahora tiene tres años.

—Mami —Jaden entró corriendo a su habitación.
—Bueno, creo que él me ganó —Jean habló y Mikasa les sonrió a ambos.
—Hola hijo, ¿quieres venir aquí a mi lado? —le sonrió dulcemente.
—¡Sí! —Jean ayudó al pequeño a subir a su cama y él se arrastró hasta sentarse a lado de su mamá.

Mientras Jaden le hacía preguntas a su mamá y ella las contestaba pacientemente, Jean guardo la imagen de Mikasa con sus dos hijos uno a cada lado de ella. Y su rostro más iluminado que nunca.

-—Te amo, Mikasa... Iré a hacer el desayuno para nosotros -—dijo Jean.
—Espera. Quédate aquí y luego podemos hacerlo los dos...

Jean sabía que eso no iba a ser así, sin embargo, se quedó a su lado para contestar las preguntas de su hijo curioso

One Shots Jeankasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora