Parte 5

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Criston sostenía su pesado vientre siempre que debía levantarse. A pesar el maestre le recomendó sólo se lavantara para lavarse en agua caliente, él solía ser un caballero activo y no podía estar tranquilo descansando el resto de su embarazo. Sólo tenía cinco meses, pero eran dos bebés formándose bastante inquietos.

Si bien las dudas y de vez en cuando el remordimiento seguían carcomiéndolo, dos consuelos siempre venían a su mente: pudo seguir con el embarazo porque fué su elección y de nadie más, antes el rey lo obligó servir como amante y en el proceso abandonar su posición como guardia. Daemon le permitió elegir si quería abortar o continuar su estado, al fin tenía algo de control en su propia vida.

-Volveré en la noche- Daemon observó al omega que reflexionaba mientras limpiaba su espada, y levantó el mentón ajeno con su mano.

Criston dejó a un lado su arma, y cerró los ojos permitiendo el príncipe se agachara para besar sus labios. Ladeó la cabeza abrazando su espalda, entonces Daemon entreabrió sus labios, mordiendo el labio inferior del omega antes de separarse acariciando los brazos contrarios.

-Hoy será tu boda, debes yacer con ella- Replicó Criston amargamente, no quería darle una razón a Corlys o Laena de ensañarse con él, aunque el príncipe negó.

-Le dejé en claro sólo dormiría con ella otra vez si quería hijos- Explicó sereno, posando su frente sobre el vientre hinchado- Le pedí a mi sobrina viniera a verte, te traerá una tarta de naranjas.

Los ojos del omega brillaron, y apretó entre sus brazos al alfa con vehemencia.

-¿Quieres una espada nueva?- Daemon miró el arma ajena algo oxidada, pensando eso no era digno de su amante.

-Estoy bien, no es como si pudiera volver a servir- Suspiró Criston.

Una vez estuvo solo, pensó de nuevo en esa relación extramatrimonial que tendrían.

"¡Te amo!", eso dijo hace tiempo, pero Criston no le creía del todo. ¿Por qué pensar era verdad cuando escuchó muchas veces antes que Daemon anhelaba casarse con alguien de su misma clase, y en ese momento estaba cumpliendo su objetivo con Laena? Además, siendo alguien voluble acostumbrado tener lo que quería, Criston no dudaba su posición y la de sus niños estarían en peligro.

Sabía el príncipe insistió sólo se casaba con Laena para salvarla de ser entregada por su padre a un alfa que se rumoreaba era cruel, sólo que Criston se mantenía incrédulo esa fuera la única razón.

Respiró hondo y buscó tinta para escribir una carta a su padre. Si bien le había dicho que no quería volver a saber de él trás saber era un omega deshonrado y que faltó a sus votos como guardia real, Criston no tenía más familia en ese mundo por el momento.

Acarició su vientre suavemente, y caminó hasta el balcón donde se encontraba una hermosa vista del jardín y el árbol de dioses. La tierna brisa dió de lleno en su cara, haciéndole sonreír imaginando las manitas de sus hijos serían así de amorosas cuando nacieran, y el cabello tan hermoso como la melena de Daemon.

Rhaenyra llegó, acompañada de su omega, y comieron juntos la tarta de naranjas, el omega se alegró al conversar otra vez con ellas y recibir hermosa ropa de bebé con los tonos de la casa Targaryen, prueba irrefutable defenderían la sangre real que tendrían los hijos de su amigo sin importar fueran bastardos.

-Mira, ¿No son lindos?- Alicent mostró en alto un vestido de seda y falda con pliegues, saltando se alegría- ¡Lo elegí yo misma, espero cuando tenga los míos lleve una similar! ¡Serán inseparables!

-Gracias, lady Alicent.

-¿Estás bien con esto?- Rhaenyra señaló una nueva canasta enorme con suficiente ropa para usar toda una vida, dejando atónito al omega. Pensó era una broma, pero ella en verdad se veía preocupada como si fuera un detalle pequeño.

Desgracia o Dicha, Sigue Siendo Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora