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Pedri González

Acabamos de aterrizar en Qatar y ya estamos metidos en un autobús que nos llevaría hasta la residencia de la universidad, la cual nos habían dejado para nuestra estancia en el mundial, que esperábamos que fuese mucho tiempo.

Estaba reventado del vuelo. Mientras algunos optamos por descansar las horas que pasamos en el avión, otros decidieron pasarlas gritando cualquier tontería de una esquina a otra. Gracias a mis compañeros que habían elegido la segunda opción me encuentro tan cansado. Sentado a mi lado está Gavi, que duerme plácidamente con la cabeza recostada sobre mi hombro. No entiendo como consiguió descansar, si los gritos de Ansu se escuchan por todo el autobús.

Cuando el autocar paró todos los que se encontraban allí se levantaron, menos nosotros dos. Decidí despertar a Gavi y cuando no quedase nadie salir. Comencé a decir su nombre en un tono suave mientras acariciaba lentamente su brazo. No creía que con eso lo consiguiese, pero estaba equivocado ya que si se despertó.

—¿Qué pasa?— Se quejó en sevillano mientras dejaba de apoyarse en mi hombro y miraba hacia mi con los ojos aún entrecerrados.

—Ya hemos llegado.— Le informé.

Él se levanta sin ganas al ver que prácticamente no quedaba nadie en el autobús. Cogió sus cosas del compartimiento de arriba y me pasó las mías. Una vez bajamos fuimos directos al maletero para coger nuestras maletas.

Algunos de nuestros compañeros ya estaban mirando los alrededores, no sabía como podían tener tanta energía. Nosotros decidimos quedarnos al lado del mister, el cual estaba intentando que los demás les hicieran caso. Gavi se había abrazado a mí para poder seguir descansando, poco más y tenia que sujetarle para que no se cayese.

Luis enrique pegó un grito con el que se callaron todos los allí presentes. Pablo se sobresaltó, ya que estaba con los ojos cerrados y no se había dado cuenta. Rápidamente se formó un corrillo alrededor del entrenador.

—A ver chicos, hay dos personas que tienen que compartir habitación, los demás tienen una individual. Esas dos personas obviamente son Pedri y Ga...—

—¡Eso no es justo!— Gritó el más joven sin dejar que terminara la frase. —Debería sortearse.

—Gavi tiene razón.— Le defendí.

–No, no, no. Nada de sorteos, esa habitación para vosotros.— Comentó Ansu incluyéndose en la conversación.

—No hay discusión valida, esa habitación es vuestra.— Dijo el mister para acabar la conversación.

Gavi se quejó como si fuese un niño pequeño, entendía porque estaba molesto, no era nada justo. Nos adentramos en el edificio y Luis comenzó a repartir las llaves de las habitaciones. A nosotros nos tocó la número treinta y cinco. Creo que fue mala idea dejar que Pablo cogiese la lleve y fuese delante mío en busca de la habitación. Terminamos preguntándole a Unai si sabia decirnos donde era. El portero, muy amablemente, nos ayudó llevándonos hasta un pasillo que empezaba por la habitación número treinta, tan solo tuvimos que avanzar unos metros para estar frente a la puerta.

Gavi abrió la puerta y no le faltaron los segundos para entrar, tirar la maleta y la mochila al suelo y echarse en la cama. Me senté en el borde de la cama, a su lado. Normalmente no era así, siempre estaba muy activo.

Tu, yo y un mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora