II

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Pablo Gavi

Me desperté antes que Pedri. Él estaba echado dandome la espalda, y tapado hasta arriba, mientras que yo habia dado tantas vueltas durante la noche que las mantas que habia sobre mí habian desaparecido.

Me levanté con mucho cuidado de no despertar al canario y fui al baño a cambiarme, tenia que ponerme la ropa de la selección, así que eso hice. Aunque sabia que iba a hacer calor me puse también la chaqueta. Cuando volví a donde estaba el chico, vi que él ya no estaba echado, si no que estaba sentado sobre la cama con su espalda apoyada en la pared.

—Buenos dias, bello durmiente.— Dije mientras dejaba la ropa tirada cerca de la maleta.

—Veo que ya estas mejor, si no aún seguirías echado a mi lado dandome golpes.— Me respondió él con su voz de recién despertado.

—¿Te moleste mucho por la noche?

—Nah, solo me despertaste un par de veces.

—Lo siento.

Vi como sonrió para acto seguido levantarse y venir en mi dirección.

—Me gusta como eres, pero que sepas que me gustas más cuando no sabes lo que dices.— Dijo mientras me despeinaba.

—¿Qué?

—Ayer me llamaste Pedrito.

—Lo sé, lo hice a propósito.

Hubo un silencio entre nosotros, él se quedó mirandome un poco extrañado. Nadie dijo nada, lo que rompió el silencio fueron unos golpes en la puerta. Fue a abrir Pedri.

—El mister quiere hablar con Gavi cuanto antes.— Dijo Ansu desde el pasillo.

Fui hacia alli al ver que dijo mi nombre.

—¿Conmigo?

—Si, quiere saber cómo estás. Te espera en la entrada.

Asentí como respuesta y vi como el chico comenzaba a alejarse de nosotros.

—Te veo en el comerdor.— Le dije a mi acompañante antes de abandonar la habitación.

Me crucé con varios compañeros al bajar, me paré un poco a hablar con ellos, ya que sabían que ayer no me encontraba bien y querian saber como estaba. Cuando la conversación acabó fui corriendo a donde me esperaba Luis. Al llegar mi respiración estaba un poco agitada por haber bajado varios pisos a un ritmo rápido.

—¿Por qué tardaste tanto?— Me preguntó.

—Me crucé con unos compañeros y me paré a hablar con ellos.

El entrenador se rió levemente.

—Veo que ya estás bien.

Asentí.

—Queria asegurarme de que podias entrenar sin problema.— Prosiguió hablando.

—Estoy perfectamente y puedo entrenar.

Comenzó a caminar hacia el comedor, iba a quedarme en la entrada esperando a Pedri, pero el mister siguió hablandole asi que le seguí.

—¿Habéis dormido bien los dos?

—Yo si, Pedri no. Soy muy inquieto.

—Entonces eres igual dormido que despierto.

—¡Despierto no soy inquieto!— Protesté.

Tu, yo y un mundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora