capítulo 12

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Estar en casa con las emociones alteradas no ayuda mucho, luego de tener esa charla emotiva con Haerin me sentía inquieta.

Sabía que mi madre llegaría a más tardar a media noche, así que me decidí a esperarla.

La cena se sentía incómoda y debe ser por mi culpa.

Mi hermano y mi padre hablaban animadamente mientras comían, sin embargo, yo no había probado ni un bocado del ramen que hizo mi padre (y a mí me encanta el ramen).

Sabía que mi papá intuía algo porque no dejaba de verme durante toda la cena.

En cambio yo, me encontraba perdida por las posibles respuestas que me podría dar mi mamá.

En parte me sentía nerviosa de que fuera algo grave, bueno, más grave de lo que es.

No me imagino el dolor que siente Haerin junto a su padre de perder a un ser querido tan valioso.

Lo que me hace sentir impotente, de no poder hacer nada porque ya pasó Mayo y estamos a mitad de Agosto.

—Minji, ¿estás bien?, no has probado tu comida desde que te sentaste en la mesa— Me preguntó mi padre preocupado.

No soy una persona que hable de como me siento, siempre he dicho que puedo solucionar todo por mi cuenta y que no necesito a nadie.

Pero, me sentía ahogada, ahogada en un viaje de mentiras, en mentiras que no sabía yo las respuestas.

Mis manos temblaron un poco logrando que dejara a un lado los palillos para taparme la cara.

Lentamente, se deslizaron un par de lágrimas rebeldes por mis ojos.

Intenté evadirlas con mis manos pero fue en vano, no querían detenerse en salir.

Sinceramente, odio llorar y que me vean llorar, siento que me hace ver vulnerable y débil ante la gente, y sobre todo, no me gusta hacer preocupar a los demás ni llamar la atención.

Mi padre se deslizó hacia mí para abrazarme sin emitir una sola palabra y yo se lo agradecí porque sabía que no podría hablar.

Me hice bolita en sus brazos, me sentía pequeña como cuando me caía en la skate y papá venía al rescate.

Siempre me limpiaba las heridas y las lágrimas para al final mostrarme su suave sonrisa de que todo estará bien.

No sé cuanto tiempo pasó en el que estuvimos abrazados, pero ya me encontraba en mi habitación arropada.

Abrí mis ojos, para ver el techo oscuro.

Con mi mano izquierda me acerqué a agarrar mi móvil que reposaba en la mesa de noche.

Eran las 11:30 de la noche, eso significa que me quede dormida desde las 7:00 que fue la cena.

A pesar de no haber comido, no tenía hambre.

Decidí levantarme sin hacer mucho ruido.

Abrí despacio mi puerta para salir de mi habitación.

Por el pasillo del segundo piso podía observar un rayito de luz que se formaba por la puerta de la habitación de mis padres, evidenciando que mi padre debía estar despierto esperando a mi madre.

Me acerqué suavemente hacia su habitación, pero mis pasos se frenaron una vez escuche la voz de mi padre seria.

—No puedo irme todavía, ni siquiera se ha acabado Agosto, por favor señor, escúcheme, quiero pasar el cumpleaños de mi hijo menor, no pude estar en el cumpleaños de mi hija, al menos quiero estar para mi pequeño— Habló mi padre angustiado y serio.

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