no sé bien cómo escribir sobre hobie, lo amo mucho pero no sé si lo expreso de la manera correcta 😿
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—¿No te gustaban los que tocan guitarra?— hobie te estaba siguiendo muy de cerca mientras caminabas por la sede para ir a la cafetería
—los de guitarra acústica— dijiste antes de pedir dos cafés, uno para ti y otro para tu jefe, no eres una persona spider pero estabas ahí por ser la secretaria de Miguel
—... puedo usar las dos, anessa— negaste con la cabeza mientras te acercabas para tomar tu orden
—déjame ayudarte— te guiñó un ojo mientras tomaba los dos cafés antes de que pudieras acercarte lo suficiente a la barra dónde entregaban los pedidos, asentiste aprovechando tus manos desocupadas para amarrarte tu pelo chino y rojo en una cebolla
—¿Por qué eres tan intenso?— preguntaste con una pequeña risa mientras caminaban hacia la oficina de Miguel
—seré así hasta que me digas que sí— negaste con la cabeza mirando su sonrisa coqueta que adornaba un bonito piercing plateado
entraste a la oficina de Miguel quitando ambos cafés de las manos de hobie —¿Me dijiste amargo, no?—
preguntaste extendiendo tu mano con su café para que lo tomara —gracias, nessa— mencionó con un suspiro agotado tomando un sorbo grande de su café —ya puedes irte si lo deseas, saldré a una misión—
te despediste mientras salias de la oficina dando un pequeño sorbo a tu café
—¿Entonces, nessa?— diste un pequeño brinco de susto cuando habló el moreno
—¿No te has ido?— preguntaste quitando con tu manga los restos de café que quedó en tus labios
—Hasta que me digas que sí dije— suspiraste volteando tu cuerpo para mirarlo cómodamente
—¿Sí a qué?— tomaste un sorbo pequeño del café mientras caminabas hacia tu oficina que quedaba alado de la de Miguel
—a lo que tú quieras— guiñó un ojo a tu dirección
—a que te vayas digo que sí— entraste a tu oficina para guardar tus cosas en tu bolso pequeño dispuesta a irte
—pero a eso no, muñeca— dijo con una risita pequeña mirándote fijamente
—¿Entonces?— colgaste tu bolso sobre tu hombro caminando para salir de tu oficina
—una cena, un helado, una película, a lo que quieras— dijo mirándote con ojos suplicantes haciendo que asientas con una pequeña sonrisa por dentro
—si quieres acepto que me acompañes a casa— su rostro pareció iluminarse ante la noticia sonriendo plenamente
—si tú quisieras hasta nos casamos hoy mismo— pasó su brazo por encima de tus hombros en un abrazo pequeño
—tampoco exageres— reíste un poco mirando su rostro, aunque quisieras ocultarlo no puedes negar que sí te parecen tentadoras todas las cosas que le pasan por la cabeza al hombre de rastras, lo considerabas atractivo y no podías contar las veces en las que deseaste sentir el frío de su pircing en tus labios
te siguió hasta salir de la sede caminando a tu lado mirándote disimuladamente por el rabillo del ojo, indudableme le gustaba observarte, tus ojos, tu sonrisa, tu risa, el rubor de tus mejillas, tu cabello chino difícil de controlar, cada lunar tuyo, todo sentía hermoso cuando se trataba sobre ti y no podía quitar los ojos de ti fácilmente
—voy a pasar a comprar entonces ya te puedes ir si quieres—
hobie negó con la cabeza sonriendo entrando al supermercado mientras te jalaba de la mano
—te acompaño— sonreíste suavemente estrechando su mano del moreno
—me gusta tu cabello— sentiste como tus mejillas se volvían rojas ante su halago, no era normal que te halagaran tu cabello, en tu infancia batallabas tanto para peinarlo, a la gente no le gustaba lo esponjado esponjado que podía ser, no podías cepillarlo en secundaria como otras chicas en la hora de recreo y tardabas tanto en plancharlo que aprendiste a odiarlo
—... ¿Te gusta?— preguntaste mirando el suelo incapaz de mirarlo a los ojos por la vergüenza
—claro, su color es hermoso y me gusta cuando no lo planchas, me gustas al natural... bueno también lacia pero así me encanta— sonreíste inconscientemente ante su declaración, era tierno que no dijera algo como "te ves bonita pero si te lo plancharas te verías más bonita"
—es difícil de peinar— dijiste apenada con una risa pequeña
—me gustas peinada y despeinada, igual te ves hermosa— tomaste una canasta que hobie quitó de tus manos —yo te ayudo—
asentiste con una sonrisa, así podrías tomar las cosas que comprarías con más facilidad
—... ¿Por qué eres así conmigo?— preguntaste tomando harina de trigo y leyendo el empaque
—¿Así cómo?— pusiste la harina en la canasta caminando por otro pasillo con hobie detrás tuyo
—pues me tratas bonito— dijiste sin poder voltear a mirarlo
—¿Cómo alguien no podría tratarte así? es lo mínimo que necesitas—
tomaste un frasco de puré de tomate leyendo la etiqueta
—¿Es porque te gusto?— caminaste por otro pasillo nuevamente en busca de queso
—aunque no me gustaras te trataría así, eres una persona asombrosa, cool, inteligente, preciosa eres simplemente impresionante— reíste ante su comentario dejando el queso y el puré de tomate en el cesto
—gracias— dejaste un beso pequeño en la mejilla de hobie haciendo que baje la mirada hacia el suelo con una sonrisa pequeña
seguiste caminando por el supermercado hasta que tuviste todas tus compras en la canasta, ahora te encontrabas rumbo a tu apartamento con hobie alado tuyo después de pagar y salir del supermercado
—gracias por acompañarme— dijiste con una sonrisa pequeña cuando estuviste en la entrada de tu apartamento
—fue un placer acompañar a una bella dama— te guiñó un ojo antes de pasarte la bolsa con tus compras —en agradecimiento me gustaría otro beso—
dijo con una sonrisa coqueta haciéndote reír
—bueno— tomaste el cuello de su chaqueta jalandolo hacia ti para estampar tus labios con los suyos en un beso delicado y lento, después de un segundo en el que pareció sorprenderse por el beso te lo correspondió posando sus manos en tu cintura mientras tú ponías tus manos en sus mejillas
cortaste el beso cuando la necesidad de jalar aire fue mucha —bye—
sonreíste entrando a tu apartamento mirando el rostro sorprendido de hobie, era sorprendente como una persona que parecía seguro de si mismo y con esa apariencia por el hecho de un beso tuviera ese tipo de nerviosismo
—bye— dijo con una sonrisa grande antes de que cerraras la puerta una vez que entraste, sonreíste al darte cuenta que tal y como lo imaginaste, sentiste el contacto frío de su piercing en el beso
