Capítulo 29

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La cuenta regresiva seguía corriendo. Estaban a tres semanas del cierre del año escolar y las dos chicas aún no se dirigían la palabra.

Jeongyeon prefirió detener su cabeza por un tiempo, si continuaba obsesionada con Nayeon no dejaría de lastimarse. Estaba trabajando en perdonarse a si misma y acabar con el cansancio provocado por sus propios lamentos y culpas. Aún así, su corazón seguía aclamando por la chica de baja estatura y mejillas redondas. No podía detener su amor y tampoco quería hacerlo, simplemente decidió que dejaría que pase lo que tenga que pasar.

Nayeon era otro caso, desde el momento de su rompimiento con la alta había redireccionado su vida fuera del recuerdo de Jeongyeon, al menos al principio fue así y se sentía bien. Ahora, al contrario de la otra chica, cada vez pensaba más y más en ella, aunque aquel deseo recurrente de darle una segunda oportunidad había aparecido exactamente hace dos semanas cuando Yoo se presentó en su casa. Según la madre de Nayeon, ya que esta no se encontraba en la vivienda sino en casa de Sana, Jeongyeon fue hasta su casa a disculparse con la señora.

Había llevado su vida con normalidad, sin rencores ni penas y mucho menos imaginando como sería reconstruir algún vínculo con la alta pero aquel gesto fuera de lo común hizo tambalear sus convicciones, ahora no podía evitar pensar más de la cuenta en su ex y comenzaba a sentirse tonta por ello.

Debía admitir que la extrañaba, incluso lo hacía antes de que Yoo tocara su puerta hace dos semanas. La negación y la desconfianza aún estaban aferradas a ella, y cuando extrañaba a Jeongyeon se obligaba a pensar que era ella la que estaba idealizando un mundo donde todo volvía a ser perfecto.

Perfecto, perfecto, la perfección no existía y por algo ella se encontraba en su situación actual.

Claramente al decir “situación actual” se refería a la maldita fila de devoluciones de la central de correos.

Llevaba esperando nada más y nada menos que cuarenta minutos solo para devolver un pequeña caja con algún producto que había comprado su madre por internet. A juzgar por el tiempo de espera y la fila interminable de personas, ella no había sido la única que había recibido el paquete equivocado ¿pero acaso se equivocaron con toda Seúl o justamente ese día a todas los habitantes de la capital se les había dado por formarse en la fila de reclamos?

Por si fuera poco estaba sola lo que significaba que estaba muy, muy aburrida, e intentaba rellenar aquel vacío de diversión entreteniéndose con las quejas provenientes de la gente agotada de la demora. Ella no tenía mucho de que quejarse, tal vez solo diría que estaba hambrienta y quería volver a su casa, pero debía hacer aquel trámite ya que su madre estaba ocupada trabajando.

Al cabo de unos veinte minutos más, Nayeon había alcanzado el mostrador donde finalmente logró hacer la devolución. Su dinero fue retornado y salió satisfecha a la calle para comenzar a caminar hacia alguna parada de bus en el centro que la dejara cerca de su casa.

En el camino, mientras estiraba las mangas de su largo suéter para cubrir sus manos y protegerlas de la brisa fresca se topó con una silueta familiar.

Es decir, no bastaba con que la mitad de Seúl se encontrara aglutinadas en la central de correo, si no que ahora, siendo una de las ciudades más grandes del mundo, casualmente tuviese que pasar frente a Jeongyeon. No tenía opción, Yoo no se iba de su lugar, estaba parada en el medio de la acera con una canasta y Nayeon debía pasar por allí.

La parada de autobuses estaba al final de la manzana y ella ya iba casi por la mitad de esta; retroceder, cambiar de acera o ir a otra parada de autobús no eran las mejores elecciones.

Miró al cielo y sonrió para ella misma en busca de valentía. Comenzó a caminar, pensó que tal vez si se mezclaba con las personas que cruzaban por allí pasaría por desapercibido.

Notas indecentes/2yeon (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora