En el límite.

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Estoy en el límite.
En el límite entre una buena
y una mala persona.
Estoy en el límite,
entre el negro y el blanco.
Yo soy el gris.
En el límite,
entre la tierra y el mar.
Arena mojada,
moldeable y helada,
eternamente desgastada.
Por olas impetuosas
de desenfrenada emoción.
Estoy en el límite,
en el límite en el que estás tú en
la quebrada, antes de caer al vacío.
Y yo soy el vacío.
Arrójame pedruscos,
o puedes intentar dejar caer
enormes aeronaves a mi barranco,
que aún así no habrá como llenarlo.

Porque estoy vacío,
permanente
e incoherentemente vacío.
Y estoy en el límite,
ya sabes,
en el límite entre el orgullo y la culpa,
la verdad y la mentira,
la luz y las sombras,
el orden y el caos.
Aunque, honestamente,
te engañaría si dijera que soy,
la mayor parte del tiempo,
más el primero que el segundo,
y te engañaría si te dijera que soy solo uno,
o ninguno.
Te engaño, porque realmente soy la "y".
No, no, soy la coma.
Soy más bien un punto.
Un punto y seguido,
Nunca final.
¿Qué soy realmente?
soy humano,
y misántropo.
Soy un absurdo,
soy injusto,
¡soy una broma de mal gusto!

Me estoy desesperado.
Dios, dios, ¡qué va a pasar si exaspero!
¿me encerraré en el armario,
cual vulgar ogro,
que se asusta más a sí mismo,
de lo que atemoriza a otros?

¿Y emergeré súbitamente,
arrepentido,
con los ojos ámbar sumergidos?
¿y mis garras,
presumidas para asestarte daño,
ahora yacerán en las ruinas del desgarro?
quizás las desgajé con frenesí,
con ansiedad e histeria desbocada,
antes de que con un desastre amenazaran.
Y convirtieran tu rostro
en un culposo lienzo,
de pinceladas bermellón.

Pero gruñiré, y rugiré,
y mi demonio se apoderará
de tu cuerpo,
y el demonio tiene un demonio dentro,
y hay gusanos carcomiendo su cerebro.
Mi cerebro.
Y cuando la catástrofe
de vísceras y sangre cese en el suelo,
Remor ya habrá recogido el anzuelo.
Y seré un pez azul
presa de su vil gula,
una vez más.

Y me destrozará con sus afilados dientes,
mientras me recita dulcemente:
"Tranquilo, chico valiente,
en tu historia,
los malos
siempre pierden".
Esbozará, satíricamente.
Para luego arrojar
mi arco de huesos
de regreso al mar.

Y me desespero,
me hundo,
ardo en fulgor,
hasta volverme un
diminuto e indefenso
destello celeste.
Fuego azul
en su punto límite.
Límite entre el perdón y el rencor,
el silencio y el ruido,
entre el pasado y el futuro,
mas nunca el presente.

En el límite,
entre la razón y la locura.
Y arranco mis cabellos.
¡He llegado a mi maldito límite!
con el agua hasta el cuello.
Creo que escribiré otra carta,
para quemarla luego,
¡porque amo la vida!
pero estoy mejor muerto.
Y estoy parado en el límite.
¿Debería saltar?
¿cómo puedo responder?
si no soy un "sí",
ni tampoco un "no"
solo un "no sé".

Soy un enigma,
un gran "no sé" psicosociológico.
Un silent hill mental,
donde la gente ve a los monstruos,
y los especialistas la niebla.
(Aunque quizás solo sea
un niño sensible
ocultándose en el armario.
de los peores fantasmas).

Para ti solo soy complicado,
dramático y susceptible.
Porque a ti no te bautizaron en combustible,
porque tú no naciste
con corazón de porcelana,
con lengua salvaje,
y la paciencia hilo de lana.
Porque tus emociones caben en tu pecho,
y yo cargo con titanes
en lugar de sentimientos.

Porque tú no naciste de cristal,
naciste incombustible.
Capaz de razonar,
de disidir,
de pensar y luego existir
A lo cartesiano.
(Y yo tan ser o no ser al más
puro estilo shakesperiano...)
Porque en tu mente,
no habita ningún gusano.
Porque tú no naciste
en el límite.

El peor de los inviernos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora