En la entrada del averno me esperaba sonriente
-Tarde -.
Me dice.-Lo siento -.
Me disculpo entre dientes.
-Manteniendo costumbres, por lo visto. No me hagas perder mi tiempo, entra-.
Me siento a su lado. La mesa es extensa. Él está lejos, las yardas se sienten como innumerables millas. Yo no soy digno. Agarro las cartas que reposan boca abajo sobre la mesa. Me tomo el tiempo de contemplar mi alrededor. Duerme el vacío. Todo está oscuro y una luz invisible circunda la mesa, que de repente, se volvió redonda. Alzo la mirada y veo al demonio que me juzga aburrido.
-¿Tirarás?-
Inquiere.Me disculpo y tiro la primera carta sin siquiera haber analizado mi mazo.
-¿Qué estamos jugando?
Le digo confuso.-Creí que lo sabías.-me quedo en silencio, entonces él prosigue-. Jugamos al corre que te pillo.
-Ese no es un juego de cartas.
Su risa estruendosa como campanadas infernales se extiende en la habitación de la cual desconozco dimensiones. Aunque a mí no me pareció un buen chiste.
-¿No tienes sentido del humor?--Deja caer una "A" de diamantes sobre la mesa-. Apresúrate, voy ganando.
No respondo y apuesto a la suerte, despojándome de un trébol de tres.
-Ese es tu problema, muchacho-Me dice Remor-. Siempre esperas demasiado.
Entonces juega un dos,
De corazones
Rotos-¿Por qué estás haciendo esto?-.
Pregunto desesperado. La mesa se extiende progresivamente mientras él habla.-Tú aceptaste el juego. Es tu culpa que ahora deba soportarte-. Su voz gelatinosa de acero se pierde en el eco-Ten cuidado, si abandonas la casa de la locura, te perseguiré, te cazaré...
Y de regresaré a la demencia.
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El peor de los inviernos.
PoetryCosas que escribí mientras sobrevivía al peor de los infiernos. Lo cual, casualmente, transcurrió en invierno.