Onceler x Candace - 2

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Apenas Candace salió de la habitación sintió sus rodillas volverse débiles, se cubrió la cara, no se decidía si estaba emocionada o avergonzada y soltó un gran suspiro, aquello la había superado totalmente, había algo en las palabras del hombre que la habían hipnotizado dentro de su juego. ¿Qué había sido? ¿Su forma de hablar? ¿Su tono de voz? ¿Sus palabras? ¿Su aspecto? ¿Su sonrisa?... ¿Sus manos?... Sin darse cuenta, Candace ya estaba pensando en él de nuevo, agitó su cabeza para despejarse de eso, había decidido (tristemente) que se mantendría profesional y aunque le costara mucho, tan sólo actuaría ante él como una secretaria común y no como una chica hablando con su crush; aquello parecía lo más correcto y era su decisión final.

Volvió a su escritorio, se sentó un poco más tranquila, y tan pronto como encendió su computador, su teléfono comenzó a sonar de nuevo, esta vez teniendo el cuidado de ver de quien provenía la llamada.

Sus manos temblaron y dudaron mucho si contestar el teléfono o no, cerró los ojos y levantó el aparato, acercándolo a su oreja.

—Cariño... —dijo grave y lentamente en el micrófono el sr. Onceler.

Candace suspiró cuando la voz de su jefe sonó en su oído, rezando por mantener su determinación.

—Olvidaste los papeles —rio el hombre— te necesito aquí urgentemente.

Candace quiso golpear su cabeza contra la mesa en ese momento, sabía bien que entrar en esa oficina de nuevo terminaría de aplastar la promesa que se había impuesto. Apenas hacía un rato él había jugado con ella sin ningún tipo de dificultad, debía mantenerse firme y no sucumbir ante él, o al menos dar un poco la pelea (porque siendo honestos, es el sr. Onceler del que hablamos, es un hombre bastante determinado).

El jefe pudo sentir su frustración a través del teléfono, incluso podía imaginarse a la pobre chica entorpeciéndose y no pudo evitar sentirse satisfecho por eso.

—Escucha Candace, no tienes que preocuparte tanto —rio el hombre— ya no jugaré más contigo ¿ok? No hay nada que temer.

Candace suspiró aliviada, colgó el teléfono y caminó hacia la oficina nuevamente, esta vez no tocó la puerta, sólo entró en silencio, el señor Onceler la esperaba de pie frente a su escritorio.

Debió saber que aquella era una señal de que tendría que haber dado la vuelta en ese momento, pero caminó hacia él, tratando de ignorar los latidos desesperados de su corazón.

—Oh Candace... mírate —habló el jefe, sin ocultar sus claras intenciones, mirándola de pies a cabeza con el lívido a flor de piel.

—Sólo tomaré los papeles y me iré —advirtió Candace deteniéndose a una distancia adecuada e ignorando el comentario del hombre.

—Te ves tan desesperada por huir de mí, es divertido —rio despacio el hombre, tomando los papeles del escritorio y ofreciéndoselos a la chica frente a él.

Candace se mantuvo en silencio, sus ojos lo miraron brevemente y sujetó los papeles dudosa. No supo si fueron sus nervios o su cuerpo deseando de manera inconsciente al hombre, pero sus dedos llegaron a rozarse despacio, inadvertidamente, Candace entonces falló, demostró su nerviosismo y por consiguiente se sintió débil de nuevo a caer en las garras del inherente depredador frente a ella.

Para Onceler esto fue una invitación a continuar, casi instantáneamente su mano alcanzó la muñeca de la chica y la sujetó firmemente, obligándola a acercarse un poco más a él.

—¿Estabas tratando de resistir tu obvio deseo de tocar mis manos?

—Señor... —la voz de Candace tembló un poco— por favor déjeme ir, prometió que no jugaría conmigo.

Crackships 𝙊𝙣𝙚𝙨𝙝𝙤𝙩𝙨👹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora