4. Cercanía Vigilada

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N. Nunca se le pudo pasar por la mente a la chica el tener una comida, y menos un desayuno luego de despertar por haber llegado la noche anterior por un momento crítico con el chico que la sigue a todos lados y no sabe quedarse callado.

― ¿Te gusta el arroz? No sé si lo sueles desayunar, pero también hice huevo, también hice sopa miso y algunas verduras, ¿cómo te gusta el café? ―La de ojos azules negó como el pelinegro había visto nunca ―La comida está bien, gracias, pero ¿Café? Buagh, no gracias.

El pelinegro no pudo evitar quedar quieto, girando su cabeza a ella, sin entender bien lo que acababa de escuchar ― ¿Qué? ¿No te gusta el café? No es posible que sea cierto ―Con la taza en sus manos, la acercó a él, como si la intentara consolar por las palabras de la chica― Tranquilo pequeño, no lo decía enserio, eres delicioso, nadie puede negar tu sabor único e inigualable.

― Definitivamente estás loco. ―Lo miró perpleja por la escena tan ridícula que presenciaba frente a ella, enserio estaba consolando una taza de café por decir que no le gustaba.

― ¿Cómo se te ocurre decir que no te gusta el café? ¿No te gusta ni un poco? ¿Lo has probado bien?

― ¿Por qué se te hace tan raro? No me gusta su sabor, mucho menos su olor, sin ofender demasiado lo que me preparaste, aborrezco el café en cualquier presentación que venga. ― Hablaba francamente, y sin manera de suavizar sus palabras.

― Esta claro que no tienes buenos gustos, a partir de ahora, no tienes derecho a opinar sobre comidas - Actuó de manera malcriada, si, lo hirieron, hirieron su bebida favorita.

― ¿Qué tonterías estas diciendo Kazuo? Solo estoy dando una opinión de mis gustos.

― ¡¿No lo entiendes?! El café es gloria, es amanecer saludando con alegría la vida, es una renovación de alma.

― ¿Qué tanto estas diciendo? El café es amargo, mancha la ropa a la mínima, y su olor penetra hasta lo imposible, simplemente insoportable ― Se cruzó de brazos, sin notarlo estaba cayendo en las manos de la discusión... Por el café.

― ¡No! El café tiene demasiadas variedades, las maravillas que puedes hacer y sus beneficios al cuerpo son incomparables, no hay ninguna otra bebida que iguale su sabor, y ni hablar de su olor, si es lo que cualquiera amaría oler en la mañana, pero ¡Ja! ya entiendo cómo es que eres tan amarga, no te gusta el café ― Su voz sonaba tan burlesca que sacó de sus casillas a la pelinegra, pero esta en vez de contraatacar, cayó en cuenta del tema en discusión, soltando una presión de aire por sus labios, seguido de una risa que aumentaba en volumen.

― ¿Enserio estamos peleando por esto? ―Su risa simplemente no parecía parar, haciendo que su cuerpo se inclinase al frente, sin dejar de reír.

"Sin palabras" Eso decía la cara del chico frente a ella, si, una tontería todos están de acuerdo, pero lo que hizo significante ello, fue la risa escandalosa de una chica con cabello negro y lacio. Y estaba tan perplejo por ser la primera vez que veía una sonrisa, y además de eso, una risa tan excéntrica por parte de ella. Era casi fascinante aquella escena para los ojos del pelinegro, pero, ¿realmente sabe que esta valorando tanto esa escena?

Sin poder evitarlo por más tiempo, la risa de ella era demasiado contagiosa, por lo que no duró mucho en unas risas ser escapadas de los labios del chico, y sin darse cuenta, luego de una ridícula discusión, las risas fueron el toque del momento.

Una tos interrumpió la risa principal, acomodándose en su sitio, suspiró suavemente― Comamos antes de que se enfríe. ―Dijo, pero sus ojos estaban diciendo que disfrutaba reír, lo notó el pelinegro frente a ella.

―La próxima vez, avísame que también tienes sentido del humor, estaba comenzando a tener mis ideas de que eras algún tipo de androide ―Sus mejillas estaban con comida, pero se las arreglaba para que no se viera grotesco a la vista. ―De todas formas, me alegra ver que si eres humana.

Corazones MasacradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora