Criminal Street • NamJin •

Chapter 3: Exulansis

La última vez que SeokJin vió a NamJoon fué un 25 de Noviembre, cuando apenas tenía 4 meses de embarazo y por la ropa holgada que usaba últimamente nadie notaba el cambio físico más notorio.

El día que se fué también sería el día en el que NamJoon recibiría la gran noticia que cambiaría la vida de ambos pero esa mañana simplemente no fue buena.

Al despertar lo primero que SeokJin hizo fué esconder en el ropero la pequeña cajita de regalo que contenía un sobre con los resultados de unos análisis de sangre recientes donde afirmaba un embarazo de 4 meses, bajó del segundo piso yendo directo a la cocina esperando encontrar a su esposo y al no verlo en ella salió de la casa encontrándose con las bodegas y pequeños departamentos en medio de un terreno abandonado y según la policía, la CIA y el gobierno era un lugar inexistente, se encontraba en la zona negra, su hogar y lugar de trabajo.
Unas bodegas eran usadas para el transporte de mercancía, otras eran usadas para encerrar a las víctimas y solo sus rescatistas podrían acceder a ellas con ayuda de los “zorros” como SeokJin había llamado a la gente que trabajaba con ellos y para ellos.

Cada bodega estaba a cien metros de distancia y los pequeños departamentos eran el hogar de su gente. Al estar de pie afuera de su casa fué saludado por cinco o seis zorros, todos lo querían; SeokJin era el esposo del jefe y aunque NamJoon fuera el líder, la mente maestra era alguien más, las órdenes venían de alguien con más poder que NamJoon, esa persona planeaba cada ataque: el día, hora, lugar todos esos aspectos eran manejados por el jefe y, mientras NamJoon se encargaba de estudiar al enemigo, entrenaba personalmente a cualquier recluta que hubieran conseguido, les daba buena paga, un techo para dormir y vacaciones, si tenían suerte los dejaba salir de ese mundo lleno de peligro, sangre y riesgos.

Para ser honestos, SeokJin priorizaba mucho a su gente y sus compañeros pues aunque gran parte de ellos fueron secuestrados se unieron de buena fé siendo salvados del infierno. Entendían que no eran secuestrados por personas malas o tal vez no tan malas sino que eran rescatados, en ese lugar podían vengarse si así lo deseaban pero de lo contrario serían obligados a entrar, era eso o morir, no tenían otra opción.
No podían simplemente dejarlos volver con sus familias pues siempre había ratas de otras ratoneras espiando, probablemente los secuestrarían de nuevo y esta vez no saldrían con vida. La mayoría de Zorros fueron rescatados por SeokJin quien siempre se interpuso entre el arma y la víctima, tal como pasó con Félix.

La noche que salvó la vida de Félix habían ido a una de las propiedades de un político corrupto, no había pagado lo que les debía que eran alrededor de 300 millones de dólares, cuando Félix llegó a la bodega de tortura la noticia del asesinato a sangre fría del señor Kang ya era tendencia en el país. NamJoon lo arrojó al piso con tanta fuerza que el pobre chico golpeó su cara con el pavimento, tenía varios raspones recientes en el rostro, uno que otro hematoma en el cuerpo que variaban en tonos rojos, morados, verdes y negros. Su rostro estaba húmedo, sus ojos hinchados y sus ropas desgastadas.

- ¡Habla! —gritó NamJoon ocasionando eco en el gran lugar con paredes de lámina y tablaroca, Félix apenas y entendía lo que pasaba solo sabía que estaba rodeado de hombres vestidos completamente de negro y uno de ellos le apuntaba con un arma en la frente, era el único que usaba traje así que supuso que era el líder.

El joven chico estaba más que aturdido, atemorizado, pues todo pasó muy rápido. Cuando los zorros llegaron se encontraba solo con un camisón grande encadenado en un pequeño cuarto, marcas de maltrato pintaban su piel. Fue rescatado al momento que los Zorros invadieron la propiedad, salió del lugar con una bolsa en la cabeza para después ser subido a un vehículo y finalmente encontrarse frente a los Zorros.

- Parece que eres sordo ¡¿Que no entiendes?! ¡Habla! –volvió a gritar NamJoon quien un poco harto de la nula cooperación del joven desenfundó su arma apuntando en su cabeza. Pero nunca disparó.  - Jin… Muévete –dijo sin cambiar su semblante. Jin se paró enfrente del chico.