Capítulo 4: Las Penas del Pasado

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Narra Percy:

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte mientras me sentaba en el acogedor sofá de la casa de mi tío en Charleston. Cerré los ojos y dejé que los recuerdos del pasado llenaran mi mente. A medida que los días pasaban, mis pensamientos se dirigían cada vez más hacia mi dura infancia en Francia.

Mis padres se separaron cuando yo tenía apenas cinco años. Mi padre decidió abandonarnos, dejándole a mi madre la responsabilidad de cuidarnos a mi hermana y a mí. Sin embargo, la tragedia golpeó aún más duro cuando mi madre falleció en un trágico accidente de tránsito cuando yo solo tenía diez años. Perder a mis dos padres tan jóvenes dejó en mí una herida profunda que nunca terminó de cicatrizar.

Fue entonces cuando mi abuela materna, Jacqueline, se convirtió en la figura materna que tanto necesitábamos. Ella nos crió con amor y compasión, asegurándose de que no nos faltara nada. Pero la vida nos volvió a golpear cuando mi querida abuela murió después de una larga batalla contra una enfermedad terminal. Sentí que una parte de mí se desvanecía, dejándome con un sentimiento de vacío y soledad.

Mi tío André, el hermano de mi madre, se convirtió en nuestro tutor legal después de la muerte de mi abuela. Sin embargo, su comportamiento distaba mucho de ser paternal. André era un hombre amargado y resentido, que no perdía ninguna oportunidad para maltratarnos tanto a mí como a mi hermana. Nos menospreciaba y nos recordaba constantemente que nuestra mera existencia era una humillación para la prestigiosa familia Dubois.

A pesar de todo ese tormento, Madeline siempre estuvo ahí para mí. Con su sonrisa cálida y su espíritu alegre, lograba sacarme de la oscuridad y hacerme creer que había esperanza. Ella creía en mis sueños de convertirme en escritor, incluso cuando nadie más lo hacía. Madeline nunca dejó que la presión familiar me arrastrara hacia abajo y siempre me recordaba mi valía y talento.

Me levanté del sofá, sacudiendo mi mente de esos recuerdos dolorosos. Estaba agradecido por tener a Madeline en mi vida. Sus palabras de aliento y su apoyo inquebrantable me habían ayudado a superar los desafíos que me había presentado el destino. Ella era mi luz en momentos oscuros y me daba la fuerza para seguir adelante.

Justo cuando estaba a punto de volver al presente, el timbre de la puerta rompió el silencio de la casa. Me quedé quieto por un momento, preguntándome quién podría ser. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la curiosidad y, con el corazón palpitante, me dirigí hacia la puerta.

Con cada paso que daba, mi mente se llenaba de posibilidades. ¿Podría ser Madeline, sorprendiéndome con una visita inesperada? ¿O tal vez era alguien más, alguien del pasado que venía a traer más dolor?

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