Capítulo 5: Tiempos de incertidumbre y esperanza

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El sol comenzaba a ocultarse en el cielo mientras caminaba hacia la casa de Percy. Tenía una sorpresa preparada para él, una visita inesperada que sabía que le alegraría el día. Con cada paso que daba, mi corazón se llenaba de emoción y anticipación.

Cuando llegué a la puerta, toqué el timbre con entusiasmo. No pasó mucho tiempo antes de que Percy abriera la puerta y me viera parada allí con una gran sonrisa en mi rostro. Pero algo no estaba bien. Sus ojos estaban llorosos y su expresión parecía preocupada.

Inmediatamente, mi corazón se apretó de preocupación. ¿Qué había pasado? Sin dudarlo, extendí mis brazos y lo abracé. "Percy, ¿estás bien?", pregunté suavemente, esperando que él se abriera y compartiera su dolor conmigo.

Él se quedó en silencio por un momento, sus ojos encontrando los míos. Sacudió la cabeza lentamente y susurró: "No, Madeline, no estoy bien". Mi corazón se hundió al escuchar esas palabras, pero me mantuve fuerte y le aseguré: "Estoy aquí para ti, Percy. Si quieres hablar o simplemente desahogarte, estoy aquí".

Percy asintió y suspiró, agradeciendo mi oferta. Pero decidió no hablar en ese momento. Sabía que no podía forzarlo a abrirse, así que respeté su decisión. Decidí que había llegado el momento de hacer algo divertido y diferente para distraernos un poco.

Le propuse a Percy y a su hermana, Amelie, que nos fuéramos a andar en bicicleta por la ciudad, disfrutando del aire fresco y la compañía mutua. Además, pensé en pasar por casa de Rumi para ver si se nos unía. Percy aceptó la invitación y accedimos a pasar a buscar a Rumi en el camino.

El paseo en bicicleta fue maravilloso. Sentí una sensación de libertad y felicidad mientras pedaleábamos por las calles, riendo y disfrutando del momento presente. Rumi se unió a nosotros, y entre los cuatro, creamos una energía positiva y llena de alegría.

Sin embargo, en medio de nuestra diversión, el teléfono de Percy sonó. Una llamada de un número desconocido interrumpió nuestra tranquilidad. Observé cómo su rostro cambió completamente, su sonrisa se desvaneció y su mirada se volvió seria.

Decidí no preguntarle en ese momento quién era la persona al otro lado de la línea. No quería parecer chismosa ni meterme en asuntos personales sin su consentimiento. Pero no pude evitar pensar en quién podría ser y por qué había afectado tanto a Percy.

A medida que terminamos nuestro paseo en bicicleta y nos despedimos, no pude sacar de mi cabeza la llamada telefónica. Me preocupaba por Percy y su bienestar emocional. Sabía que tendría que encontrar el momento adecuado para hablar con él y ofrecerle mi apoyo incondicional.

Aunque mis pensamientos estaban llenos de incertidumbres y preguntas, también había esperanza. Esperanza de que, con el tiempo, Percy compartiría su dolor conmigo y juntos encontraríamos una manera de sanar y seguir adelante. Por ahora, solo podía mantenerme cerca, esperando en las alas para cuando él estuviera listo para abrirse y confiar en mí.

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