D I E Z

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Todo estaba en silencio, no había nada, no sentía nada, tan solo la sensación de calidez, la cual hacía sentir al menor una gran seguridad, como si todo su ser estuviera cubierto por un velo protector. Se acercó aun más a aquello que le hacia sentir seguro, no quería dejar escapar la calidez, pero sentía como si algo a su lado se movía y como pudo lo agarró con sus dos brazos, y poco a poco fue abriendo los ojos, para cruzarse con otros de color avellano.

No supo en que momento se teletransportó al futón del mayor junto con él. El ambiente era totalmente diferente al de tan solo unas horas, Chifuyu sentía aquella complicidad de estar en un espacio privado, compartiendo la misma cama con alguien tan especial para él. El sonrojo no tardó en hacer acto de presencia en sus mejillas, y sin saber bien que hacer se tapó por completo con la manta protectora.

—Em, cielo, te vas a asfixiar ahí debajo.- dijo mientras le acariciaba la cabeza por encima de la manta.

—E-es que me has asustado, estabas demasiado cerca.- se quejó asomando los ojos fuera de la protección de la manta.

Y pudo ver a Baji tumbado con un brazo apoyado en el suelo y su rostro en la mano. Tenia una sonrisa que desprendía calma, calidez, dulzura... Sabia que todo aquello que sentía era lo que en la mayoría de mangas shoujo describían, y él se sentía un tanto extraño por ello, porque, ¿desde cuándo paso de ser un pandillero a un bobo enamorado? Pero tampoco podía resistir a todo lo que el mayor podía hacer sentir, y todo lo que deseaba hacer con él, deseaba compartir junto con él todo en su vida.

Justo en ese momento donde estaba dejando flotar su imaginación, la realidad le dio un golpe, le vino a la mente aquella ultima discusión con su madre, todo el dolor que sentía en su pecho, la ganas de llorar... Notaba como sus ojos se aguaban de nuevo.

—No no no no, otra vez no.- Baji se alertó otra vez al ver el exceso de agua en los orbes turquesas.

—Baji, soy muy mal hijo, no quiero estar mal con mi madre, pero tampoco quiero estar separado de ti.- se secaba las lágrimas con el dorso de sus manos.

—No eres un mal hijo, si fueras mal hijo no estarías así, sino que te daría igual esta situación.-

—No sé que hacer.- dijo afligido.

—Deberías hablar con ella.-

—Es inútil, no me escucha.-

—¿Y tú a ella?.-

Chifuyu miró directamente a los ojos de Baji, y ahí se dio cuenta, en todas aquellas discusiones ninguno dio su brazo a torcer, cada uno pensaba que tenía razón, que su posición era la correcta, sin pensar en los sentimientos del otro. Entendió de nuevo sobre aqueda admiración que tenía en el mayor, siempre encontrando las soluciones en las situaciones en las cuales el sentía que se le escapaban de las manos. Algo tiró de su pecho, no sabía el que era, pero debía solucionar las cosas, no iba a dejar la cosas así.

Dio un beso fugaz a los labios de Baji como agradecimiento y seguidamente se levantó dispuesto a todo, pero el mayor le imitó y no le dejo pasar más allá de la puerta de la habitación.

—Baji tengo que hablar con mi madre, así que déjame pasar.-

—Chifuyu, ¿acaso sabes la hora que es?.- señaló un reloj que tenia en el escritorio, en el cual se podía ver a duras penas la posición de las agujas, pero por la oscuridad se podía imaginar que era muy tarde.

—Joder justo cuando consigo las agallas se hace tarde.- dijo rascándose la nuca.

—No, nunca es tarde para arreglar las cosas.- acarició una de las mejillas del menor con una suavidad de algodón de azúcar.

❝Cielo Azul❞ [BajiFuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora