CAPÍTULO 4
OPORTUNA AYUDA
Una tarde, un poco antes del anochecer, Selu se presentó en la cafetería preguntando por Amelia, pero antes de que alguien pudiera responder, René se les adelantó diciendo mientras se acercaba que la muchacha ya no trabajaba ahí. Sin embargo, la particular cordialidad que esta le mostró hizo que el joven pianista se atreviera a insistir preguntando:
—¿Hace cuánto tiempo dejó de trabajar en este lugar?
—Una semana, aproximadamente —respondió René—. Fue despedida porque la encontraron robando. Ahora, si no va consumir nada, le voy a pedir que se retire.
Un poco extrañado, Selu abandonó la cafetería y enseguida tomó un taxi hasta la casa de Brenda Rossini. De pie junto a la puerta, timbró un par de veces; en ese momento, salió una mujer madura que vestía uniforme celeste, cabello trenzado y recogido.
—¿Quién es usted? ¿A quién busca? —preguntó.
—Me llamo Selu, y busco a una chica de nombre Amelia, ella vive aquí desde hace casi un año —mencionó el joven.
—Siento no poder ayudarlo, pero no hay nadie aquí con ese nombre. La señorita Amelia ya no vive con nosotras.
—Eso no puede ser. Disculpe que insista, pero, ¿está usted segura de lo que dice?
Entonces, Brenda Rossini lo interrumpió asomándose a la puerta, y diciendo:
—Vete, Clara, vuelve a la cocina. Yo atenderé al muchacho. Dígame, ¿en qué le puedo ayudar?
—Buenas noches —saludó Selu cordialmente—. No sé si me recuerda, soy el chico que...
—Por supuesto que lo recuerdo —contestó Brenda Rossini, interrumpiéndolo de nuevo—. Por desgracia, al verlo a usted aquí, mi memoria, que no es nada frágil, me trae los recuerdos de aquella madrugada de perversión que se vivió bajo mi techo.
—No entiendo a lo que se refiere —expresó el joven pianista con el entrecejo fruncido—. Lo único que quiero saber es, ¿qué pasó con Amelia? ¿Es verdad que ya no vive aquí?
La adusta mujer, pasándose la saliva una y otra vez, demoró en responder, y mientras la rigidez en su boca se hacía más notoria, tomó el largo pañuelo de algodón que llevaba puesto en los brazos y se cubrió el cuello sin conseguir apartar la mirada clavada en los ojos azules de Selu; y mostrando el lado más amargo que tenía su rostro, enfatizó:
—Yo la saqué de aquí. Eché a esa perdida por romper las reglas de convivencia que por años han regido esta casa.
Selu, con las manos puestas en los bolsillos, notándose impaciente y algo abrumado, se aproximó a la madura mujer, la miró fijamente, y comentó:
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Las Notas de Mi Historia
RomanceEn las vibrantes calles de Londres, la música actúa como el hilo conductor entre dos almas destinadas a encontrarse: Amelia, una apasionada escritora que migra a Inglaterra para alcanzar su sueño, y Selu, un enigmático pianista vacío de inspiración...