CAPÍTULO 36
ESTOY AQUÍ POR TI
Esa misma mañana, cerca de las diez, Amelia terminaba de cubrir con maquillaje los rastros de agresión que todavía se notaban en su rostro. Luego, cepilló su cabello, se puso una boina color beige y vistió su abrigo verde mientras agarraba las llaves y su bolso. En ese momento, alguien llamó a la puerta; enseguida, giró la manija y abrió, encontrándose de frente con el rostro de Alexander. Rápidamente, Amelia intentó cerrarla, pero no contó con la fuerza del joven de cabellos castaños, quien empujó la puerta sin mucho esfuerzo e ingresó al departamento.
—Mara no está. ¡Vete! —dijo Amelia, sintiéndose incómoda con su presencia.
—No he venido por tu amiga, sino por ti —aseguró Alexander, cerrando la puerta detrás de él—. Mara pasó la noche conmigo, y sé lo que en estos momentos debe estar haciendo.
—Sí. Trabajando en ese horrible lugar —expresó Amelia, caminando discreta hacia la salida.
—Debe estar entregando a sus compañeros los pasaportes que Selu y yo logramos recuperar.
—¿Es en serio lo que dices?
—Por supuesto. Vi a mi mejor amigo sufrir por tu situación legal en este país; por tener que mirarte acorralada en las manos de esa escoria de Armané. Al principio no se lo creí, pero cuando me propuso la idea para que lo ayudara a recuperar tu pasaporte y así pudieras ser libre de ese inescrupuloso hombre, comprendí lo que significas para Selu.
—Por favor, Alexander. No pienso tocar ese tema contigo, y te voy a pedir que no insistas. Además, tengo algo pendiente que resolver —repuso Amelia, abriendo la puerta.
—¡¿Cuál es tu problema?! —exclamó Alexander, frunciendo el ceño mientras la miraba fijamente a los ojos y empujaba la puerta con la mano, cerrándola de golpe—. ¿Acaso te crees perfecta? ¿Nunca te equivocaste y luego, arrepentida, buscaste arreglar las cosas que hiciste mal?
—La bajeza de los actos no está en equivocarse, está en la decisión que tomamos de mentir, porque destruye —contestó ella, llevando los hombros rígidos y observándolo.
Ante esto, Alexander puso a un lado el rostro, evadió la mirada y tensó los labios mientras engullía saliva. Luego, respondió:
—Selu, ni siquiera había contemplado la idea de hacer público sus composiciones; es más, redactó una carta al director de la escuela rechazando su lugar en el Programa de Excelencia Académica de Fin de Carrera; no tenía la necesidad de hacerlo. Él quería que los beneficios del programa le dieran la oportunidad a alguien cuya carencia económica volcara en talento genuino, ¿comprendes?
—Aun así, continúa siendo una mentira. Empezó mal, porque para él fui solo un objeto con el que buscó satisfacer su desconectada inspiración, y terminó mal porque sus sentimientos simplemente lo traicionaron.
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Las Notas de Mi Historia
RomansEn las vibrantes calles de Londres, la música actúa como el hilo conductor entre dos almas destinadas a encontrarse: Amelia, una apasionada escritora que migra a Inglaterra para alcanzar su sueño, y Selu, un enigmático pianista vacío de inspiración...