Parte 5

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Tal como lo había dicho, Volkov se casó no mucho tiempo después, aún sin querer hacerlo, pues una vez separado de Horacio, todo el peso de lo que había sucedido en aquella montaña cayó sobre él.

Podría haberse mentido diciéndose que aquello había sido simplemente un error por las circunstancias, que la soledad y la necesidad en aquel lugar remoto fueron los que lo llevaron a actuar de tal forma, sin embargo, muy en el fondo sabía que no era así. Horacio había despertado en él algo más que el simple deseo de enterrarse en su carne, eran emociones más fuertes que la lujuria, mucho más de lo que alguna vez había sentido por Sloan.

Pero allí estaba, parado frente a un altar, sin poder abandonar la vida que con tanto ahínco se había propuesto establecer antes de que Horacio desestabilizara todo bajo sus pies, escuchado como el juez declaraba su unión en matrimonio mientras su mente estaba muchos kilómetros lejos de allí, más específicamente, en unas montañas, donde escuchaba una suave risa que se alejaba.

En todo momento dudó, el moreno iba a regresar allí en verano, podría ir a buscarle, decirle que no hubo ocasión en la que no pensara en él, podría ¿y luego qué? ¿Se mantendrían escondidos de un mundo que no estaba preparado para ellos? ¿Abandonaría a su esposa y todo lo que se había planeado? No podía hacer eso.

Trató de olvidar, de centrarse en su nueva vida de casado, en darle a su esposa todo lo que necesitara y ser feliz. Creyó que lo había logrado, que por fin, esa sensación que le invadiera meses atrás estaba olvidada, enterrada en lo más profundo de su ser, hasta que aquella postal llegó a sus manos.

Horacio, tal como había dicho, ayudó a su padre en el invierno sin dejar de pensar por un minuto en Volkov y el deseo, junto con la esperanza, de volver a encontrarlo en el verano, aunque él hubiese dicho lo contrario.

Sabía que lo sucedido en aquella montaña no había sido producto de la simple calentura, estaba seguro de que Volkov, tras los meses allí arriba, había desarrollado una especie de conexión que ambos sentían, atracción mutua, como si fueran partes de un imán.

Sus días en el rancho de su padre eran un simple pasaje de horas en las cuales sus deseos se hacían presentes en un único objetivo, volver a las montañas en el verano. Fue por ello que en cuanto el clima cambió, dando paso a las noches menos gélidas, Horacio subió a su camioneta rumbo al lugar donde varios meses atrás había conocido a aquel hombre pálido y de estatura bastante llamativa.

Aparcó el vehículo no muy lejos de la caravana de Jackson, la tarea era simple, entrar y preguntar si para cuando fuera el momento, sus servicios serian necesitados, si la respuesta era sí, estaría a medio camino de lograr volver a ver a Volkov, la otra parte, debía hacerla la persona en cuestión.

Sin embargo, las cosas no serían tan fáciles, no solo porque Volkov no se presentaría, sino porque Jackson le recriminó algo que no esperaba.

- ¿Qué tal? – preguntó en cuanto ingresó a la caravana, quitándose el sombrero – me preguntaba si tenía trabajo para mí en el verano.

- Pierdes tu tiempo – las palabras contundentes de aquel hombre dieron paso a la confusión en Horacio

- ¿No puede darme nada? – insistió, aquel lugar era la única conexión que tenia con Volkov no se iría sin agotar las posibilidades

Jackson lo miró serio, apartando la vista del periódico que tenía en sus manos, el viento soplaba en el exterior, dejándose notar con un leve silbido.

- No tengo trabajo para ti – habló tajante.

Horacio comprendió esas palabras, estaba dispuesto a irse, pero en último momento decidió realizar la última pregunta.

- ¿No ha venido a verle Viktor Volkov? – interrogó, expectante ante la respuesta que podría darle. Si Volkov había estado allí significaba que quería verlo tanto como el anhelaba un encuentro entre ambos, pero si no lo había hecho ¿Cómo debía interpretarlo?

- Ustedes sí que encontraron una forma de pasar el tiempo allí arriba – señaló el contrario de forma antipática – no les pagaba para que se revolcaran mientras los perros cuidaban a las ovejas – ante aquellas palabras Horacio no supo que decir, no esperaba que lo supiera – cierra la puerta por fuera.

Ya no podía decir nada, si Volkov había ido era un enigma, y en caso de haberlo hecho, si Jackson le abordó con las mismas palabras, no dudaba de que se había retirado incluso más rápido de lo que lo había hecho él.

En cuanto cerró la puerta, toda la esperanza que albergaba se vio destruida.

Los meses se sucedían uno tras otro, tras la desilusión, Horacio volvió a su vida, ocultando su verdadera naturaleza, mostrando su destreza en los rodeos, encadenando encuentros fugaces en la oscuridad de la noche, como si de un delincuente que debía esconder su crimen se tratara.

Volvió a su vida de antes, como si nada dentro de él hubiera cambiado.

Fue en uno de los rodeos donde conoció a Beck, bonita, segura de sí misma, con una mirada atrápate, no era como las mujeres que había conocido hasta ese momentos, aunque a decir verdad, no eran muchas las mujeres que había conocido.

Beck estaba participando en otro tipo de torneo, pero en la misma arena, fue casualidad que al salir de ella, su sombrero cayera y él estuviese allí para tomarlo. La sonrisa de la chica le decía que probablemente no sería la única vez que la viera y así fue.

Ella despertó su curiosidad, no porque le generara algún tipo de deseo, sino porque no se mostraba cohibida y la mirada que le otorgaba a lo lejos decía que esperaba algo más de él, seguramente algo que no podría darle, al menos no al cien por ciento.

Sin embargo, allí estaba, manteniendo mucho más que una charla dentro del auto de ella, dejándose vencer, una vez más.

Sin pretenderlo, ambos hombres habían sido arrastrados a lo que creían era lo mejor para ellos, aquello que todos esperaban, una vida monótona que ocultaba tras un fino velo su verdad, una que en algún momento saldría a la luz.

No sabría decir si fue el destino o la perseverancia de Horacio, no tenía ni idea de cómo había localizado su dirección, pero allí, en sus manos tenía el primer indicio tras años de Horacio. 

Secreto en la montaña - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora