Libros y café

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Los minutos pasaban casi tan rápido como el paisaje a través de la ventana del taxi. Tonos fríos característicos de Londres llenaban la ventana a la que tan pendiente estaba John. Sherlock, en cambio, no había despegado la vista de su teléfono salvo en unas cuantas ocasiones para colocar bien su abrigo o dar una vista al paisaje, como si nada. Indudablemente, Watson había elegido un muy peculiar compañero de piso.

- ¿Conoces a Arthur Cass? 

Sherlock habló tras minutos en completo silencio, cualquiera diría que lo que corría por las venas de Holmes era sangre caliente.

- ¿El escritor? 

- Creo que ese justamente es nuestra víctima 

El taxi paró en una hermosa mansión de colores claros, un bonito ejemplar curiosamente ubicado no tan a las afueras de Londres, no solía ser esto muy común. La gente famosa tendía a ubicarse lejos, para no formar escándalos, aquel Arthur parecía importarle un comino ese canon. 

Holmes fue el primero en bajarse del taxi seguido de Watson, miraba el edificio con sorpresa, boquiabierto y sin ocultar su estupor, su compañero solo optó por acercarse a Greg que le iba dando pequeños datos de aquello. John enseguida se puso a su lado, para seguir el hilo de conversación.

- Llamó el cartero, al parecer, suele venir mucho por cartas de fans o manuscritos revisados que él enviaba, llamó y no contestaba -Iba explicando Greg mientras entraban a la mansión- Un escritor no sale de su estudio sin avisar por lo que, nos llamó. Forjamos la cerradura y...

Lestrade paró en la gran puerta cerca de lo que parecía una cocina, dando paso a ambos. 

Una sala enorme de libros llena de papeles arrugados, abiertos por la policía clasificados como pistas. Era un estudio lujoso, con biblioteca incluida y varios recortes de periódico de él mismo. Sus primeras ediciones, concursos ganados, libros terminados. Era una sala nostálgica y cálida si no fuera porque, unos pasos hacia delante, detrás del asiento, podías ver la misma figura de los recortes con una palidez escalofriante y un disparo en la sien, por no mencionar el charco de sangre que empapaba su camisa blanca como la nieve. John había visto gente muerta, pero siempre le recorría el mismo escalofrío al ver un cadáver, como si ya pudiera ver a la familia llorando o a él pedir clemencia. 

Sherlock estaba acostumbrado, así que solo miraba al cadáver de la forma más analítica posible mientras se agachaba para revisarlo más de cerca, intentando no mancharse.

- Todos piensan que es un suicidio, los papeles están llenos de inicios de cartas de despedida sin terminar y tachones -Greg suspiró- Todo estaba cerrado 

- ¿Entrevistaron al...?

Sherlock se quedó absorto mirando el cadáver, se le había olvidado lo que Greg le había contado.

- ¿Al cartero? Por supuesto, es un anciano, él solo dijo que el día anterior estaba bien, animado por terminar su obra 

Nuevamente, el silencio inundó la sala, para suerte del azabache, nadie había echado cuentas del despiste del hombre, solo analizó la carta de supuesto suicidio, esta, si estaba terminada.

"La depresión me come tal como un demonio sin ataduras, me mastica, traga y escupe y vuelve a empezar. Todo se vuelve un círculo vicioso del cual no puedo escapar. He pedido ayuda a través de mis líneas, pues, yo no soy de los que las esnifa. Estoy cansado y agotado, ya no creo llegar a ningún lado. A veces me siento perdido, como navegante que ya no conoce el camino o como una pareja mirando el atardecer de espaldas creyendo que se lo han perdido. Ya no tengo consuelo más que limpiar mis lágrimas con aquel que alguna vez habré sido. 

"El espejo mentiroso" JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora