Paseos

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Veo los juncos secos,
pero brillantes,
bailando al unísono.
Es inevitable que piense
en la belleza,
en la sensibilidad que escudo.

El cambio climático
hoy ha dado tregua,
y una brisa tibia
me consuela al acariciarme.

Las voces de los niños,
jugando y corriendo,
me anestesian el dolor,
y al mismo tiempo,
me recuerdan aquellos lugares
a los que no pertenezco,
de los cuales probablemente
nunca forme parte.
El sol escondiéndose tras la montaña
me alivia,
y me pregunto cómo existen flores
con esta sequía.

Recuerdo entonces que la tristeza
es un camino que debo atravesar y
no me guardo nada dentro.

Un veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora