Capítulo 14

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Un temeroso pavor atravesó Dunk cuando vio la fatalidad en los ojos de los que los enfrentaban.

—Realmente estoy cansado de esos tíos.

Joong dejó escapar un disgustado sonido del fondo de su garganta.

—Créeme, comparto tus sentimientos completamente.

Eso realmente no lo aliviaba.

—¿Qué sugieres que hagamos?

Joong se encogió de hombros con una indiferencia que ni siquiera podía empezar a concebir.

—Ellos son nueve y nosotros dos. Ellos tiene los poderes de un dios y nosotros somos humanos. —Él le dedicó una misteriosa sonrisa tipo Sean Connery en James Bond. —Por lo tanto, sugiero que corramos. Rápido.

Antes de que Dunk pudiera pensar en responder, Joong lo movió en dirección contraria a la del que parecía ser el ejército de la oscuridad que estaba dispuesto a arrebatar sus vidas. El corazón de Dunk latía apresuradamente cuando Joong lo tomó de la mano y lo dirigió a través del callejón y bajando la calle adoquinada a un ritmo que haría que un velocista se sintiera orgulloso.

Casi respiró tranquilo cuando pensó que eso daría resultado, pero la esperanza murio rápidamente cuando una de las mujeres apareció en frente de ellos salida de ningún lado para bloquearles la salida.

La diosa chasqueó ante Joong.

—¿Qué pasa, Skotos? Nos bañamos juntos y todo. Seguramente no quieres dejarnos sin al menos decir hola.

—Hola —Entonces sin vacilar, Joong dejó ir a Dunk y golpeó a la diosa apartándola de su camino.

Dando un giro, la diosa lo contrarrestó con un asombroso golpe en su plexo solar. Joong hizo una mueca, entonces la volteó con tanta fuerza, que ella tropezó.

Dunk agarró algo de la cintura de la mujer que se parecía a una de las porras de los clubes sujeto a su cinturón. Tiró hasta liberarlo antes de golpear a la diosa con el en la espalda. Una cegadora luz estalló ante ese contacto y fue seguido por una ráfaga de poder tan fuerte, que los golpeó a ambas.

—¿Estás bien? —preguntó Joong.

Todo lo que Dunk pudo hacer fue asentir.

Joong lo besó en la mejilla antes de coger la porra y dirigirla a los otros.

Confundido por la sobre carga que continuaba ardiendo a través de su cuerpo, Dunk se tambaleó mientras Joong se dirigía a contraatacar otra vez a los gemelos.

—Dank...

Susurró esa profunda e hipnótica voz en su mente. Era la misma que lo había estado llamando desde hacía semanas. Pero no tenía tiempo para ello. Dunk sacudió la cabeza para aclararse.

—Escúchame, Dank. Usa el medallón que llevas. Colócalo bajo tu lengua y déjame entrar en ti.

—¿Qué? —jadeó.

Solo hazlo, chiquillo, y yo me encargaré de ellos por ti. Créeme. Puedo protegerte.

Claro, estaba ido, realmente ido, y aunque ese pensamiento pasó por él, ¿Qué perdía por intentarlo? A él y Joong ya le habían pateado bastante los traseros. ¿Qué daño podría hacer esto?

Después de todo, ellos estaban luchando con una banda de dioses que querían matarlos, y dado todo lo que había visto en los últimos minutos, ¿Qué eran unos pocos saltos más de fe?

—No puedo creer que esté haciendo esto.

Cogió la pequeña moneda y se la puso en la boca, bajo la lengua. Hizo una mueca ante el sabor metálico y salado. Pero eso fue un nanosegundo antes que algo cálido invadiera su boca. Lo que quiera que fuese, no se detuvo allí. Pasó a través de él igual que lava, calentando su cuerpo y acelerando su corazón.

11 JoongDunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora