Capítulo 11: Encuentros Inesperados

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Mientras los Elegidos de la Luz exploraban nuevas tierras y seguían sus propios caminos, el destino los llevó hacia un encuentro inesperado. Jörg, Lyra, Astrid, Elara y Grom habían recorrido diferentes reinos, enfrentando desafíos y descubriendo tesoros ocultos en cada paso de su viaje.

Un día, mientras Jörg se encontraba en la ciudad portuaria de Meridiania, buscando información sobre los vientos del sur, avistó una figura familiar en medio del bullicio del mercado. Era Lyra, con su arco en mano, cautivando a la multitud con su habilidad y destreza.

Sorprendidos y emocionados, Jörg y Lyra se abrazaron como viejos amigos. Compartieron sus experiencias y se pusieron al día con sus respectivas aventuras. Descubrieron que, sin saberlo, ambos habían seguido rutas que los llevaron hacia Meridiania.

"¡Qué fortuna encontrarnos aquí!", exclamó Jörg, sonriendo. "Parece que el destino quiere que nuestros caminos se crucen de nuevo".

Lyra asintió con entusiasmo. "Es como si la fuerza del viento nos guiara hacia este lugar", dijo. "Me alegra verte, Jörg".

Mientras tanto, en la Ciénaga de las Almas, Astrid se había sumergido en los misterios de la magia ancestral. En un rincón remoto del pantano, con la niebla rodeándola, se encontró con una figura silenciosa y poderosa: Elara.

Elara había estado explorando la Ciénaga en busca de criaturas mágicas y tesoros perdidos. Cuando se encontró con Astrid, la sorpresa iluminó sus rostros.

"Astrid, no pensé que te encontraría aquí", dijo Elara, emocionada.

"Lo mismo digo, Elara. Es un encuentro inesperado", respondió Astrid con una sonrisa. "¿Qué te ha traído a este lugar?"

Elara compartió sus experiencias con los Lanzas de la Aurora y cómo habían seguido la pista de una criatura legendaria en la Ciénaga.

"Sabes que siempre te he admirado por tu valentía y determinación", expresó Astrid con sinceridad. "Es genial ver que estás persiguiendo tus sueños".

Mientras tanto, Grom había decidido buscar un nuevo propósito como herrero en las Montañas de Hierro, donde la artesanía de los enanos era legendaria. Allí, se encontró con una figura conocida en una forja, golpeando con precisión el metal al rojo vivo.

Era Elara, la amiga que había conocido en sus días como mercenario. Ambos compartieron risas y nostalgia mientras Grom observaba con admiración la habilidad de Elara como herrera.

"Es un giro sorprendente del destino encontrarte aquí", dijo Grom, impresionado.

"Lo mismo digo, amigo mío", respondió Elara. "Parece que nuestras vidas nos han llevado por caminos similares".

Con el tiempo, los cinco compañeros se reencontraron en la ciudad portuaria de Meridiania. Allí compartieron sus aventuras y descubrieron que, aunque sus caminos habían sido distintos, seguían unidos por la amistad y la camaradería que habían forjado juntos.

"Felken sigue protegiendo el reino como el único Elegido de la Luz y Guardián de Rêvelia", dijo Jörg. "Creo que hemos encontrado nuestro propósito en nuestras propias travesías".

Lyra asintió. "Aunque nuestros destinos nos hayan llevado a diferentes lugares, seguimos siendo los Elegidos de la Luz en nuestros corazones", expresó.

Astrid miró a sus amigos con cariño. "Somos una familia, sin importar cuán lejos estemos el uno del otro", afirmó.

Elara y Grom asintieron en acuerdo. Aunque sus vidas habían tomado rumbos diferentes, sabían que su amistad y la conexión que compartían como Elegidos de la Luz eran eternas.

Así, los cinco compañeros continuaron sus viajes, enfrentando nuevos desafíos y dejando una huella de esperanza y valentía en cada lugar que visitaban. Su legado perduraría, no solo en el reino de Rêvelia, sino en todos los reinos que cruzaran su camino.

Y aunque el destino los llevara a tierras lejanas, la amistad y el lazo entre los Elegidos de la Luz nunca se desvanecería, iluminando sus corazones como una luz eterna en la oscuridad del mundo.

El Alma Errante: Crónicas de ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora